Cinemanía

"Un lugar en silencio: día uno", el terror es cada vez mejor

Nadie creyó necesaria la película “Un lugar en silencio: día uno”, pero ahora resulta imprescindible para entender a cabalidad el universo de la saga. Más ambiciosa, mejor narrada y más desgarradora que cualquiera de las anteriores, es una obra de terror que, probablemente, te hará llorar 

un lugar en silencio
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Si algo ha distinguido hasta ahora a la franquicia “Un lugar en silencio”, ha sido su capacidad de ir de menos a más. En especial, al utilizar la precariedad de recursos a su favor. La primera cinta, estrenada en 2017, probó la idea de hacer inmersiva la experiencia terrorífica al contar la historia de una familia que debía salvar la vida en medio de una invasión alienígena manteniéndose en silencio. Podía parecer una premisa simple, hasta que la película te hace entender todo el horror que implicaba producir cualquier sonido. El director y guionista John Krasinski, logró profundizar en una atmósfera claustrofóbica que no necesitó de grandes efectos especiales para aterrorizar.

Y la cinta triunfó.

La segunda parte -2021- probó a aumentar la apuesta, explorando en el universo que planteó anteriormente. Por lo que mostraba — al menos, de manera sesgada — los primeros momentos de la tragedia global que acabó con la población mundial huyendo de criaturas violentas y despiadadas. El director y protagonista, John Krasinski, intentó explorar la fórmula con más personajes y varias tragedias conectadas entre sí.

La película tuvo éxito en evitar volverse repetitiva, pero dejó claro que nuevos recorridos por el mundo cinematográfico de la saga probablemente podían caer en el error de usar sus clichés favoritos en detrimento de su solidez.

Así que “Un lugar en silencio: día uno” se enfrentaba a dos retos. Por un lado, justificar su existencia. ¿Era necesario contar el inicio o un nuevo ángulo de la tragedia, cuando su premisa no se basa en ser creíble o dirigir a un punto en concreto? Y por el otro, ser todo lo sólida que podría esperarse del comienzo mismo de una historia que se ha narrado evitando exagerar o trivializar el dolor de sus personajes.

“Un lugar en silencio: día uno” — que escribe y dirige Michael Sarnoski— toma en consideración todo lo anterior. Por lo que explora, con habilidad, en dos personajes entrañables que luchan por su vida contra los alienígenas de oído supersónico. Un matiz específico que convierte la cinta en algo más que una simple película de terror. 

Buenas decisiones en una obra pequeña 

Que lo es y con muchos puntos más efectivos que las anteriores. En especial porque el director transforma el ataque en un trasfondo. No le resta contexto e importancia a las criaturas — en otras palabras, no las convierte en decorado agresivo y sangriento — sino que las hace más sustanciosas en la propia mitología de la saga. Esta vez, los atacantes tienen un ritmo, su propia red de mente de colmena y se vinculan entre sí como una especie de manada terrorífica dispuesta a atacar a la menor provocación. 

Al otro lado se encuentran la paciente terminal Samira (Lupita Nyong’o, con un gato entre los brazos a lo Ellen Ripley) y Eric (Joseph Quinn). Juntos atraviesan a una Nueva York de una hermosura tétrica y trágica, entre todo tipo de situaciones espantosas y angustiosas. Uno de los puntos más altos de la película es que casi todas sus escenas son set pieces de terror que logran su propia tensión a base de un correcto uso de la atmósfera y de la precisión en sonido y apartado visual. 

un lugar en silencio

Pero más allá de eso, esta precuela analiza con cuidado todo lo que se refiere a la búsqueda de la vida, la supervivencia, el amor e incluso plantea la aceptación de la muerte. El guion es sorprendentemente denso y es más osado que el de las otras entregas en analizar lo que en realidad mueve a intentar sobrevivir en una situación de desastre.

Un lugar en silencio: día uno” es generosa en referencias, pero muy precisa en los temas que plantea al subtexto de sus escenas de explosiones y horrores — atención a la que ocurre en el metro, capaz de traumatizar incluso al público más curtido — y que la sostienen como un músculo vivo.

“Un lugar en silencio: día uno” no plantea ni quiere hacerlo, una versión más cara, grande o exagerada sobre las películas previas. Antes que eso, maneja todos los datos — que incluye cameos a su propia saga y metarreferencias — desde un punto de vista más sensible, hasta cruel y en el mejor de los casos, audaz. Lo que la lleva a un final que será recordado dentro del género del terror. Al final, todos luchamos por mantener vivo lo que nos hace humanos. El profundo y sensible mensaje de una película que pudo haber apelado a monstruos y decidió hacerlo al corazón. 

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