Comediante, locutora, actriz de teatro e impro, Poly Díaz encontró en México lo que quiere hacer hasta que el cuerpo aguante: stand-up. Y ya está viendo los frutos de su trabajo. Aquí hablamos sobre su show "Romántica", con el que tiene gira en España, sobre su público, la comedia y hasta deslizó una que otra confesión
Cerca del final de esta conversación Poly empieza a frotarse el ojo izquierdo. Ahí va. Una. Dos. Tres veces. Se ríe. Las manos hacen el intento de sujetar algo: «Es que siento que se me mueve el ojo así y como si la ceja se levantara sola». Pero nada de eso está ocurriendo. Hace más de una hora que estamos aquí, hemos tomado café, ha contado mil cosas, ha hecho voces, un poco de acting, la mirada se le ha puesto brillante cada vez que ha hablado de algo que realmente le gusta y no hay ningún movimiento extraño en su cara más allá de sus muecas. Ella lo sabe. Esto tiene una explicación que conoce bien: en unas horas será su show en Pizpa.
«Siempre me pasa. No es que me ponga nerviosa, porque no lo estoy. Pero me da por ahí», dice Poly Díaz y añade que eso no es todo: antes de cada función, puntual como caballero inglés, experimenta otro evento físico, a puerta cerrada, eso sí. Se ríe otra vez. Pero no entraremos en detalles, que lo cuente ella si quiere en alguna de sus próximas presentaciones, que tiene varias: ya giró y grabó un especial con «Lo necesario» y ahora se va a España con «Romántica», su nuevo show: el 18 de febrero en Madrid, el 19 en Barcelona, 21 en Valencia y 1 de marzo en Mallorca.
Eso, para empezar, porque ya la agenda de la comediante Paula Díaz para este año está full.
-A fin de año tuiteaste una lista de logros que incluía un “me la creí”. Viendo eso y la manera como comienzas 2024, con shows y gira por España, ¿podría decirse que estás en plena expansión de tu carrera como comediante? ¿Lo sientes así o es una impresión equivocada?
-Me gusta tu impresión… Al final de eso se trata, ¿no? Todos somos unos grandes mentirosos… Creo que 2023 fue el año del “ahí va”. Y me siento físicamente y mentalmente segura. Para contestar la pregunta, 2023 fue el año de construir la base del principio de muchas cosas enormes que espero para mí hasta que me muera. Quisiera hacer esto hasta que me muera. Y considerando eso, si te digo que me muero mañana, coño, fue un gran arranque de lo que me esperaba. Pero si me muero a los 80 años, espero morirme siendo la comediante más grande de Latinoamérica, al menos la más grande de habla hispana. Si esa es mi meta de aquí a que me muera, este es un buen arranque.
Siento que fue el año en el que empecé a cosechar las cositas después de mucho tiempo sembrando, haciendo el trabajo. 2023 fue un año tan divino en el que yo me la creí porque me empezaron a pasar cosas y dije: esto está cool, esto es hacia lo que quiero ir.
-Insistes con lo de “me la creí”. ¿Hay momentos en los que no te la crees?
-Sí, a cualquier artista le pasa. Tú mismo que eres periodista, ¿el impostor no está cuando redactas un párrafo y lo relees y lo relees y lo relees?
-Sí, pero más que impostor puede ser la ambición de que ese párrafo quede bien, la búsqueda de hacerlo mejor…
-¿Y cuando estás en esa búsqueda no te pasa que llega un momento en el que ya confías que quedó chévere? Yo estoy en el momento en el que ya dije: “verga, los chistes están finos, están cool, los voy a grabar”. Antes de ese momento en el que me puse mi par de ovarios y me los saqué y me los guindé como un collar, yo no me la había creído porque decía “qué voy a estar yo grabando estos chistes, quién va a ver el show”. Siempre anunciaba un show y me sentaba a ver: ojalá la gente venga. Hoy en día digo: es que la gente va a llegar porque yo estoy haciendo mi trabajo y los chistes son buenos. Creérsela va por ahí: empezar a confiar en eso, en que ya tienes un tiempo haciendo algo y la gente lo tiene que ver.
Obviamente, hay mucho más por hacer. Pero si te la crees desde “está bien esto que estoy haciendo”, es el inicio para que te pasen cosas buenas.
-Sientes más confianza porque ya has acumulado experiencia…
-Sí, obviamente la experiencia -y los hechos- respaldan esa confianza. Cuando te empiezan a bookear, a llamar, se genera esa confianza. Pero hay algo en el comediante que también supongo que le debe pasar a los músicos cuando la gente corea sus canciones: la risa es muy democrática, si te paras en un escenario y no das risa, es que no das risa… punto, no hay de otra. Pero cuando te paras y todas las noches das risa, ya te la crees.
-Tienes la respuesta inmediata…
-Claro. Ahora, lo que sí es cierto también es que los comediantes seguimos fracasando mucho siempre, porque cada vez que pruebas, hay 80% de probabilidad de que sea una cagada. Pero como ya te la crees y ya está la confianza, no te duele tanto el trancazo.
-Es el efecto de la experiencia, de las horas de vuelo: puedes tener el talento, pero sin la experiencia no se pule ni se manifiesta…
-Creo que el talento sí está en esencia. Alguien puede tener un talento y es como que está ahí en tu alma, pero si no te subes, no adquieres la costra, realmente ese talento nadie lo va a ver. La única forma de que un talento sea visible es que el artista se ponga una y otra vez en el lugar en el que pueda mostrarlo, en el lugar en el que va a decirle a la gente “mira este talento que tengo”. El éxito es intentarlo una y mil veces.
-¿Te ha pasado eso de pensar “acabo de fracasar aquí”?
-Me pasa todo el tiempo, todo el tiempo… Yo siempre he visto bien al fracaso porque soy improvisadora y la impro parte del error y del fracaso. Los actores aprendemos mucho de intentarlo muchas veces. Eso se lo agradezco al teatro, pero en la comedia hay demasiados juicios entre los mismos comediantes. Es como que vas a un open y si a alguien no le va bien se lanzan “qué bicho tan malo”, pero ya va, estamos probando, la esencia de esto es probar.
Durante demasiado tiempo me enfoqué en hacerlo bien siempre, en partirla siempre, y 2023 fue el año de decir: aprendemos del fracaso. Fue el año en el que me grabé todas las veces y todas las veces me vi, porque antes me grababa, pero no me veía porque me daba angustia. Ahora fue: quiero verme, necesito entender, aquí fui antipatiquísima, este chiste es bueno pero no era por ahí, aquí este act out está bueno pero no bien verbalizado… Fue el año en el que cada vez que fracasé dije «qué fino, qué fino ver lo que no, pa’ saber qué sí».
-¿Ese ejercicio lo hiciste sola o en compañía?
-Yo soy una demente, casi todo lo hago sola. Cosa que no me enorgullece. Este año quiero empezar a trabajar más en equipo… Tengo mis mancuernas de trabajo, que son mis amigas comediantes a las que amo, con ellas nos sentamos, hablamos… pero eso lo hice sola. Cuando hice el trabajo del especial sí te puedo decir que Ada Odreman, la directora, y la comediante Grecia Castillo hoy en día se saben mi rutina como si la hubiesen escrito ellas: ¡fueron tantas veces que fuimos a shows y luego veíamos grabaciones y ensayábamos! Pero ese trabajo de autoanálisis y autocrítica lo hice en las noches: 1:30 de la madrugada completamente desquiciada voy a ver otro video haciendo stand-up y me voy a odiar y a tomar notas… y déjame servirme un ron porque si no, no aguanto. Pero para que lo sepas, fracaso todo el tiempo.
-¿Qué es “fracaso todo el tiempo”? ¿Que un chiste no funcione?
-Claro… Trato de subirme al escenario por lo menos dos veces a la semana y no siempre son mis shows, son open en un circuito en el que me subo a hostear y si no soy host, me subo de probadora. Hay días en los que no me dio chance de sentarme a preparar un chiste y anotar y tal y me subo a jugar. A veces ese juego resulta algo hermoso y otras veces son cinco minutos de la gente pensando “¿y el chiste?”. Y yo también digo: ¿dónde está el chiste?
-Más que fracaso, es que no hiciste la tarea…
-No hice la tarea, pero también he entendido que me sirve mucho subirme al escenario en blanco, capaz con una que otra idea, pero estar en el spot en caliente, con la presión de la gente tipo “hermana estás sola en esto, ¿qué coño vas a hacer?”… Eso me sirve demasiado. Además, me encanta. Ponerme en esa circunstancia de ver qué coño vas a sacar en estos 10 minutos, no tienes nada… Y cuando sale algo digo “no joda, soy es yo”.
También salen cosas que no sabía que estaban ahí, es decir, había algo que me parecía curioso, que me daba risa y hasta que no estuve aquí con la gente no di con la idea… Al final, nada es fracaso, pero sí hay noches negras y de silencio absoluto. Y también son necesarias porque ¿sabes qué es el comediante? El comediante es un mamagüevo. Soy una ridícula que hay días que va por la vida con una seguridad de que soy la verga de Triana… Tú no eres nadie, vale, anda a subirte al open el martes pa’ que veas que no eres nadie… Me subo, trancazo, baño de humildad y llego a mi casa tranquila otra vez.
-Ya que hablamos de estar en el escenario… Hay momentos en los que muestras cierta vulnerabilidad y luego recoges y malandreas como diciendo “ya va, no se equivoquen que aquí no soy ninguna pendeja”. Es como un juego que va y viene en ocasiones y se ve claramente en el especial. ¿Es consciente eso de mostrarse vulnerable y de pronto recoger porque estoy frente a un montón de leones que me van a comer?
-Qué risa ese análisis… No sé… No es consciente, pero creo que así soy yo en la vida. Eso reportan mis parejas sexoafectivas, que soy “te amo”, pero luego tengo un cuchillo detrás “no me vayas a joder, perro”… Hay algo en sentirte cómodo en el escenario y es que cada vez eres más tú. Cuando doy clases en talleres de impro siempre le digo a la gente que estar cómoda en el escenario es más que adoptar un personaje escénico.
Mucha gente me dice que tengo un personaje escénico, que no soy así en la vida real. Obviamente si me estoy tomando un café a las 8 de la mañana, pues no. Pero la gente que me conoce de verdad y está conmigo en el día a día, sabe que soy súper muequera, súper gritona, que tengo mis frases catchy que son mis expresiones… Y lo que sucede en el escenario cuando estás cómoda es que eres tú misma, pero ¿viste cuando juegas Mario Bros y se comen el honguito y eres tú misma pero tin tin tin titiri tin tin y te creciste? Eso pasa en el escenario cuando te sientes cómoda. Eres tú misma, pero te comiste el honguito, te creciste y es la versión tuya más loquita, más grande, como que te expandes. Con esa lectura tuya me hiciste reír porque creo que sí soy así en la vida y como ya estoy cómoda en el escenario así también se traduce en cómo te cuento los chistes.
Otra cosa que me pasaba es que yo hice talleres de stand-up pero nunca vibré con la estructura de los chistes en el stand-up, esto es imposible para mí, primero porque tengo déficit de atención y recordar una vaina al caletre, jamás. Y segundo, no me siento tan cómoda escribiendo, no me siento tan inteligente escribiendo, creo que tengo momentos más brillantes en lo físico, siento que soy más actriz que comediante.Entonces cuando empecé a sentirme cómoda fue como “esto es: es entrar y jugar”.
-¿Está bien mostrar vulnerabilidad en el escenario o hay que cuidarse porque estás frente a unas fieras?
-Hay tipos de público, el público nunca es igual. Sobre todo cuando estás en un momento de tu carrera como en la mía, que estoy empezando. En mis shows sola siempre hago la pregunta “¿quién aquí me conoce?” y me ha pasado que el 50% de la sala no sabe quién soy yo. A ellos me los tengo que ganar. Entonces, siempre va a haber gente que está esperando como una fiera en plan “a ver, hazme reír” y el otro 50% está contigo, te ama, te quiere y si te equivocas igual te va a amar. En el open casi todo el mundo está en “házme reír, puta, que no sé quién eres”.
Lo que creo que es que más que vulnerabilidad uno debería estar en la vibra de quiero que la pases bien, yo la voy a pasar bien. La vulnerabilidad que tú reportas creo que va por ahí. Yo, que soy una hippie de mierda, antes de entrar a escena siempre pienso “hoy me voy a divertir” y sé que cuando yo me la paso bien, la gente se la pasa bomba. El escenario es espejo: si ves a un actor que está maltripeando, el público maltripea. Y posiblemente el público no sabe por qué, pero es eso: el actor no la está pasando bien.
-Siendo gente con idiosincrasias tan diferentes, ¿dónde conectan los públicos mexicano y venezolano?
-El público latinoamericano en general conecta en muchas cosas. A loslatinoamericanos les encanta que les hablen de ellos, de sus particularidades. Al público latinoamericano le encanta ser visto, le encanta que le digas: “mira lo que haces”. Es muy “háblame de mí, que nadie me ve”. El latino en Estados Unidos tiene algo muy bello y es que la comunidad latina es latina, aunque obviamente esté el dominicano, el venezolano, el mexicano, pero en general es muy “soy latino y amo ser latino”. Es demasiado bello darte cuenta de que nos une eso: “háblame de donde yo soy, nadie quiere hablar de eso aquí”. Entonces, cuando se para un comediante y plantea “esto soy, esto somos, qué risa”, es bello. Eso tienen en común todos los públicos latinos, un amor hacia lo suyo en el que además se acaban las clases sociales, los estigmas, es como “verdad que soy de ahí, qué sabroso que me vieron”.
-¿Se ríen de sí mismos sin ofenderse?
-Sin peo… Obviamente, hay de todo… A mí me cancelaron en Guatemala por un chiste que hice sobre la visa. A los venezolanos nos piden visa en Guatemala y yo hice un chiste en el 2022, lo subí a finales de 2022 y el backlash me cae en 2023. Lo más loco de esta experiencia es que al final el público de stand-up no es una representación de cómo piensa la gente en general porque yo hice ese chiste ante 300 personas y recibí aplausos. Lo probé con comediantes y me decían que era demasiado cómico. Y lo subí sin tener conciencia de que habría gente a la que no le iba a gustar…
-Siempre pasa eso con un clip sacado de un show, sin tener todo el contexto y en las redes se convierte en otra cosa…
-Cualquier chiste o cualquier contenido que pongas en internet, ya no te pertenece, le pertenece a la gente. Y lo que la gente opine pasa a ser tu realidad. O sea, ya no eres una caraja depinga, buena, respetada. No. Tú eres lo que sea que la gente diga en ese momento.
-Pero es que, además, esa no es tú gente…
-Esa es la vaina. Y eso también lo aprendí, no es la gente que consume stand-up. Hay algo en la gente que tiene sentido del humor y es poder ver las vainas de forma objetiva y decir, por ejemplo, “esto me duele, pero no le quita verdad”. ¿Entiendes? Y cualquier persona que pague por ver un show de stand-up porque tripea ver comedia tiene eso, la posibilidad de ver hacia adentro y saber que puede que haya cosas que no le gusten, pero igual qué risa, qué importa…
-¿A qué tipo de humor responde el público en México?
-Al local, a lo que habla de ellos, a su realidad. Y en Venezuela también. Eso tienen mucho en común el mexicano y el venezolano. En Argentina no tanto. El público argentino tiene como una perspectiva más universal de la vida. Igual en Estados Unidos. En México y en Venezuela, en particular, la gente disfruta mucho las cosas que hablan de ellos, sus propias referencias… Ahora, ¿qué tienen de diferentes el público mexicano y el venezolano? Es que el mexicano está demasiado acostumbrado a los extranjeros. Es un país muy turístico, es un país donde al menos la gente en el DF tripea demasiado a un extranjero, se lo goza, lo entienden, no le molestan los acentos…
-Al llegar a México hace cinco años conectaste con la escena de comedia local, es decir, te integraste en lugar de buscar refugio en la comunidad de venezolanos. ¿Eso fue una decisión tomada de inmediato, consciente, o simplemente se fue dando por circunstancias?
-Primero circunstancias que me fueron llevando, porque creo que llegué y di con un grupo de amigas que me adoptaron y me pusieron en unos lugares. Eso hizo que yo empezara generar conexiones, amigos, a subirme en muchos espacios y luego cuando me vi en esa situación caí en cuenta: “ah, okey, estoy haciendo esto, así que entonces vámonos por acá”.
-¿Entre “Lo necesario” –el show que grabaste para YouTube- y “Romántica”, con el que estás de gira, qué cambia? ¿Con qué se va a encontrar la gente en “Romántica”?
-La diferencia entre uno y otro es que “Lo necesario” es un poco más universal, es más de afuera hacia adentro. Empieza de afuera: “esto veo de mi entorno”, habla un poco de todo el peo cultural de cuando llegué a México, es mucho de lo que observo desde lo externo y de cosas que me pasan a mí, pero sin hablar mucho de mí, son cosas que siguen siendo externas. “Romántica” es 100% yo. Todo lo que he vivido, cosas que me pasan, cosas que son demasiado personales, mi exploración sexual como mujer, mi cuerpo cómo ha cambiado… Tuve una relación preciosa de tres años y medio con una persona espectacular y de repente terminamos y, coño otra vez soltera, que no tiene nada de malo, pero la última vez que estuve soltera tenía 23 y ahora tengo 28.
“Romántica” es mi vida actual o experiencias muy personales. Me da mucho miedo grabar “Romántica”, porque es muy personal y sé que va a haber demasiadas opiniones y demasiados juicios sobre quién soy como mujer, como persona, que en el escenario no me importa porque me siento cómoda y la gente que me va a ver es gente que me quiere, que le gusta lo que soy. Pero cuando agarras un material así de personal y lo pones en internet, de nuevo, no es tuyo, ya es de la gente… Y mentiría si digo que no me importa que me juzguen… Pero lo amo, me representa, habla de mi verdad y creo que ese show es mi mayor orgullo.
-Sabemos que, al final, sí lo vas a grabar y a colgar…
-Claro… ¡y chingue su madre! Y lo voy a ver a los 35 y voy a decir “si eres gafa, chica, mira de lo que estamos hablando ahora”.
-¿Eso de “Romántica” es porque te defines así o hay algún juego de ideas en la rutina?
-Hay unos sólidos 20 minutos explicando y demostrando lo romántica que soy en mi día a día y cómo ha sido salir al ruedo entendiendo que soy una tipa sumamente romántica e intensa y que estoy dispuesta a hacer lo que sea para que alguien me ame. Yo nunca he sido una caraja celosa, nunca he sido una tipa posesiva, la que revisa un teléfono, pero soy una caraja a la que los tipos ghostean por intensa. Porque yo amo demasiado, amo muy fuertemente. Y me enamoro de verdad y me enamoro al minuto y medio que te conozco. Si tú me gustas, claro que me enamoré. Y claro que quiero vivir contigo. Y quiero que adoptemos no uno, sino dos perros. Y quiero que nos mudemos. Y te quiero hacer el desayuno. Quiero fusionar mi alma con la tuya…
La gente me lo decía, “es que eres demasiado intensa” y me hacía sentir angustia y me daba pena… Y hoy en día dije “ya va, pero es que yo soy romántica” y escribí todos los chistes a raíz de darme cuenta de eso… Soy una fucking intensa…
-Así soy pues…
-Yo soy lo que soy y el que me quiera, pues que me quiera así porque así soy… Yo amo mucho.
-Hablando de comedia en términos generales, justamente uno puede tener la impresión de que ese constante escrutinio y cuestionamiento que hay sobre lo que dicen y hacen los comediantes, más toda esta corrección política y social, van llevando al comediante a tener que enfocarse más sobre sí mismo en lugar de hacerlo sobre la realidad, sobre el entorno. Es decir, me cuido hablando de mí, en lugar de sobre puntos de vista que cuestionan ciertos temas que no quiero tocar porque son delicados…
-Coño… Me imagino que debe haber gente que piensa así. Me atrevería a decir que he escuchado a comediantes que lo ven así, pero siento que no es el caso en general. Creo que sí es algo que la gente se pregunta, pero no creo que un comediante pro se niegue un buen chiste por la corrección política. Un buen comediante sabe que cuando un chiste es bueno y funciona está bien hecho. Un buen comediante no deja de hacer una observación solo porque no sea políticamente correcto…
-¿Pero no es cierto que llega un punto en el que se plantea evitar ciertos temas?
-Lo que creo que es hay chistes que ya ni siquiera son chistes. Hay cosas sobre las que los comediantes dicen “marico ya eso no da risa”, ese tipo de chistes ya los escuchamos desde hace un montón de tiempo…O sea, chistes racistas, homofóbicos, chistes de suegras, chistes de “mi novia es una puta porque tal”, ya no dan risa. Cuando un buen comediante tiene un chiste que tiene ver con esas temáticas y lo saca y funciona, es porque está confiando en que está diciendo otra cosa, está haciendo una observación que puede que toque por ahí, pero que no es sobre eso. Un comediante pro jamás va a plantearse “no haré esto porque ahora no se puede decir nada”. Un buen comediante se plantea “claro que lo voy a decir, porque lo que estoy diciendo es verdad y esto es bueno y tiene sentido”.
Cuando yo oigo decir “es que yo no hago chistes de nada de afuera porque la gente…”, lo que pienso es que eres un gafo y tú realmente no tienes una observación dura de esto, tú lo que tienes ahí es un chiste primera capa que ahora no puedes hacer porque la gente ya no te lo aguanta, ahora te cuestionan: “¿eso es un chiste o simplemente estás poniendo sobre la mesa que eres un maldito homofóbico? ¿O que no te sientes cómodo con un gay, no te sientes cómodo con un negro o que no te sientes cómodo frente a una tipa?” El público ahora hace eso. Entonces es muy fácil decir “ay, no se puede hacer chistes de nada”, pero la verdad es que tu chiste no es bueno.
Te pongo un ejemplo. Yo antes odiaba a Andrew Schulz, me caía tan mal, siempre todo polémico ahí… Lo empecé a ver y el bicho es polémico, siempre está en una polémica, pero el tipo es tan bueno haciendo lo que hace, siempre está en la rayita y qué bolas que no se pasa. El tipo es brillante. Ahí me hallo yo: cuando te pasas de la raya eres un basto, eres un bruto. Si no te pasas, mis respetos: me dijiste lo que me tenías que decir y nadie puede quejarse.
Además de Schulz, hay otros comediantes haciendo comedia bien dura, como Ali Wong, está esta jeva Taylor Tomlinson también diciendo unas vainas… Está Shane Gillis… En Latinoamérica está Carlos Vallarta, está Grecia Castillo que es mi amiga y es durísima; los argentinos están en otra también… Hay demasiados comediantes que están haciendo la chamba de poner unos temas sobre la mesa para que uno piense y nadie sale ofendido. Los comediantes nuevos no tienen que andar con eso de “me voy a cuidar porque no vaya a ser que piensen que esto sea homofóbico”. No, cuando haces un chiste homofóbico es porque hay homofobia. Punto. Los chistes son un reflejo de lo que tú eres. Si tú haces un chiste sobre violar a una jeva es porque has pensado en que da risa violar a una jeva, te parece cómico. No sé si contesté la pregunta…
-La respondiste y casi me anulaste otra porque te iba a preguntar si te pasaba eso de tener que evitar temas…
-No, porque mi comedia es demasiado personal en este momento. No sé cómo vaya ser en un año o en dos años. También cada especial o cada rutina que los comediantes sacan reflejan en qué momento de su vida están y qué preguntas se están haciendo y en cuáles procesos están. Y con “Romántica” nadie se puede ofender porque estoy hablando de mí. La ofensa debe ser “verga, qué caraja tan prostituta” o “¿esta tipa se drogó? Qué de lo último, vale”… Eso pudiera ser, que haya gente que se ofenda desde la moral.
-Lo que pueden es juzgarte…
-Exacto. ¿Me van a juzgar? Sin duda. ¿Se van a ofender? Tal vez no.
-¿Cómo se expresa en tu humor tu conciencia feminista?
-Me gusta eso de “conciencia feminista”, es un gran concepto… Estuve hablando de esto con un par de panas porque me decían “es que tu comedia es feminista” y en el momento me piqué. Yo no estoy siendo política, no estoy hablando de ideales, no menciono al feminismo ni una vez, ni digo “patriarcado”, ni digo “malditos hombres”, no hablo de derechos, ni de igualdad… al final, el feminismo es una postura política…
-Claro, cuando se asume como activismo y se cruza con banderas políticas… por eso hablo de “conciencia”…
-Y por eso me gusta el término conciencia feminista. Lo que creo es que ya estoy tan bien parada en lo que para mí es importante y en lo que dejó de serlo, que sin querer puedo pararme en unas posturas al hablar de libertad sexual, de independencia económica, al decir que me mantengo sola y que no estoy esperando que un tipo me mantenga. O al decir que “ustedes cuando comen cuca tal cosa”… Es un tipo de mujer. Y es una mujer que ya se hizo unas preguntas, que los juicios que hace hacia sí misma ya son menores. Cuando ya pasas por ciertos procesos te empiezas a expresar de una manera que alguna gente dice “ah, pero esta es una feminista del coño”.
Yo tengo un chiste de la menstruación y no digo “nosotras las mujeres” sino “las personas que menstruamos”. Y eso es producto de la conciencia que me quedó porque una vez después de un show se me acercó una persona no binaria, a quien aprecio mucho, y me dijo que le había molestado que dijera mujeres: “soy un hombre trans, pero me siento muy conectado con mi menstruación porque no puedo no tenerla, al menos en este momento”. Y pensé que a esta persona que me quiere, que vino a mi show, lo hice sentir como que no formaba parte de mi chiste… Cuando me paro y digo “personas menstruantes”, eso automáticamente me pone de un lado político porque hay mucha gente que no quiere reconocer otras identidades de género, entonces eso ya me hace una progre-feminista-con una agenda tal, cuando yo lo que le estoy diciendo a alguien es “hola, existes, gracias por venir, te veo”.
-No es una cosa de activismo, claramente, quizás sea por la posición como de mujer empoderada…
-Es que no es eso, yo no siempre estoy empoderada, no siempre estoy en poder… Es conciencia, eso es. Antes, cuando alguien no opinaba igual que yo, me parecía un idiota: “esta persona es una estúpida porque no ve lo que yo veo”. Hoy en día digo “esta persona no ve las cosas que yo veo, por miles de razones… por cómo fue criado, por la generación de la que forma parte, por x o y”, así que me limito a que esa gente no esté tan cerca de mí, pero no voy a decir que es un estúpido…
-Eso que mencionaste de la percepción de que tus chistes son feministas, ¿es algo que te molesta, crees que tenga flancos negativos?
-No me molesta, pero sí siento que tiene algo negativo. Aunque no tiene que ver conmigo lo negativo porque, claro que soy feminista y claro que he leído y opino lo que opino porque he pasado por un proceso, pero mi comedia no es activista, mi comedia habla de mí. Y creo que la palabra “feminismo” está muy viciada, tiene muchos condicionamientos encima y siento que es negativo cuando la gente pone la etiqueta “feminista” desde un mal lugar. Ahí es donde a veces me preocupa porque claro que soy feminista en mi día a día, pero quisiera que la gente no le cierre la puerta a mi comedia o que le ponga un juicio porque yo estoy hablando de otra cosa.
Mira qué bello esto: en este último año han empezado a llegar a mis shows muchas parejas de entre 30 y 40 años y no sabes cómo veo a señores cagarse de risa en mis shows. Eso me encanta: claro que puedo hacer reír a un señor porque lo que yo digo es universal…
-Pero Poly, en ese rango no es un señor mayor…
-Me refiero a 30, 40 y 50 años… Muchos tipos de 30 años en Venezuela piensan como si tuvieran 65… Se peinan engominaos para atrás, unos mocasines y se sientan con una barriga… Lo que quiero decir es que van señores, se cagan de risa; van con susesposas, que se cagan de risa, y esa es la heteronorma… Y cuando veo a la heteronorma reírse de mí, que se supone que soy una feminista mal bañada, ahí es donde digo no cataloguen mi comedia porque no es un activismo político.
-A lo mejor tampoco sería tan graciosa una comedia activista. Nada que sea activista de algo tiene la libertad para reírse de sí mismo…
-Total. Y ojo, yo amo mi perspectiva feminista. La quiero. Donde me encuentro a veces preocupada como artista es en que quisiera que la gente no le ponga un juicio o una etiqueta a mi comedia que haga que no vayan a un show.
-¿Y eso está pasando?
-Me pasa. Aquí sobre todo. Me está pasando mucho esto: me bajo del escenario y se me acerca un hombre, usualmente entre 30 y 40 años -engominado, camisa de botones- y me dice “mi novia me trajo obligado, yo no quería venir porque sé que eres una feminista y tu comedia es para mujeres, y yo consumo más que todo comedia para hombres, pero me sorprendió lo mucho que me reí. Gracias”. Y me lo dicen desde el amor. Y yo los veo tripear, y me piden una foto y me dicen “qué fino que mi novia me trajo, la próxima vez traigo a mis panas”. Eso es bello, pero quiere decir que hubo una conversación en la casa tipo “ay qué ladilla esta jeva, yo no quiero ir a ver unos chistes de menstruación”. Eso me pasa aquí. En México no me pasa, en Argentina no me pasó. En Estados Unidos me pasa. Me atrevo a decir que me pasa con público venezolano.
-¿Y cómo tomas eso de que tu comedia es “para mujeres”, cosa que también es una percepción errada?
-Es una percepción errada, pero a la vez no. Sí creo que hay algo en mí que yo mujereo a todo el mundo, incluso a los hombres, es algo de mis chistes y puede hacer que alguno piense “esta caraja le está hablando sólo a las jevas, yo no existo”. Pero más que comedia para mujeres, es una perspectiva de mujer: soy mujer, me identifico como mujer, tengo una edad de mujer, tengo un cuerpo de mujer, me están pasando peos de mujer y mi comedia habla de eso. Hay gente que no quiere que le hablen de cosas de mujeres, pero somos el fucking 50% de la población.
A veces ves a un comediante hombre y es un tipo que habla una hora de peos sexuales con la jeva y de cómo no se le para o de cómo se le para y cómo se la coge y nadie dice nada, ni dice que “ay coño un comediante sólo hablando de cosas de hombres”; pero se para una mujer y habla de su clítoris y entonces “está haciendo comedia para mujeres porque yo no tengo clítoris”. Si un comediante habla de su güevo, no tengo que tener un pipí pa’ reírme: me da risa tu chiste. Claro que es una comedia hecha por una mujer y desde el punto de vista de una mujer, pero la mía no es una comedia hecha sólo para mujeres, sería tonto de mi parte, además.
-Sería limitante…
-Ojo, te confieso que cuando una mujer me dice “marica me encanta que escribas pura comedia para jevas”, me gusta… Porque creo que hay muchas mujeres que se dan cuenta de que en la comedia poca gente nos habla a nosotras. En la escena venezolana, si comparas la cantidad de comediantes mujeres y de hombres que van a un open, cuántas veces un comediante hombre se para a hablar de sus cosas, pero se para una jeva y dice “la regla” y sale alguien con que “qué ladilla las mujeres hablando de la regla”, pero ya tu escuchaste 40 vainas de cuando acaban los hombres…
Cuando yo comencé a consumir comedia, que estaba chiquita, jamás había visto un pene, ni había visto porno. Pero ya sabía cómo era el sexo porque había visto chistes y sketches, Radio Rochela y la prostituta y la cosa… ya sabía cómo era el chiste sexual. El chiste sexual es falocentrista. ¿En ese entonces cuándo en la vida una jeva hacía un chiste sobre su clítoris?
-No había…
-Claro que no había… Eso es ahorita que estamos “mira, esto es la cuca”, antes no.
-Antes las mujeres ni siquiera decían «cuca» en público…
-Cada vez que digo “cuca” a mi papá le da un infarto… Me dice “puedes dejar de decir cuca”. No, le respondo, porque la cantidad de veces que un comediante dice “güevo” en su rutina a nadie le importa, pero yo digo “cuca” y hay gente como que “no más por favor”… Ahora digo “vulva”… Es su nombre, así se llama ella…
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