Sabes que has llegado al Parc del Forum porque un olor a humedad rancia invade tus fosas nasales, ves a una multitud en la subida ligeramente empinada del Museu Marítim de Barcelona. Y cuando la miras bien, ves grupos de guiris (turistas del Norte de Europa) insolados, bebiendo latas de cerveza y todo esto te lo corrobora: ha empezado el Primavera Sound y así queda inaugurada oficialmente la temporada de festivales. La mejor época del año: donde los abrigos son sólo un recuerdo y empezamos la cata más variada de géneros musicales.
Este año el cartel del Primavera no podía ser más diverso. Mientras puedes disfrutar de iconos como Nick Cave o Björk, la organización del festival incluyó en el repertorio a C. Tangana y a otros artistas de trap, ese género que trata de ser una variante “alternativa” del reguetón, buscando atraer a generaciones más jóvenes.Tampoco se olvidaron de los amantes del techno y así como en ediciones anteriores incluían algo de metal, desde hace dos años se han encargado de hacerle guiño a los fans de la electrónica y habilitaron tres escenarios muy cerca de la orilla playa.
Sin duda este cartel no ha sido el más potente en mucho tiempo. Pareciera que el casi recién nacido festival “Mad Cool” que se celebrará en Madrid el próximo mes de julio, ha hecho todo lo posible por opacar al festival de la ciudad condal, que este año cumple 17 primaveras. Pero esa es harina de otro costal; aquí hemos venido a hablar de lo más destacado de uno de los festivales más emblemáticos y masivos de Europa y el mundo. Así que ¿empezamos?
Día 1: Deidades musicales.
El jueves 31 de mayo parecía el día más potente. Comenzamos destacando La actuación de Warpaint: women-power, sí señor. El cuarteto de Los Ángeles fue de menos a más. Al principio tuvieron ciertos problemas sonido, pero lograron superarlos deleitándonos con un repertorio en el que se pasearon por Intro, Keep it healthy, Love is to Die y sorprendieron tocando Billie Holiday un tema que raramente tocan en directo y que fue publicado en su primer EP Exquisite Corpse.
Después de las californianas fue el turno de The War On Drugs. La banda indie de Filadelfia abrió su repertorio con In the Wind ese hermoso tema que es parte de la joya discográfica Lost In the Dream (2014), el tercer disco de la agrupación donde quedó condensado su sonido evocativo y nostálgico de los 80. Los diez temas de su setlist fueron ejecutados con virtuosismo y limpieza, un toque perfecto para que se iniciara la caída del sol.
En ese atardecer el tiempo se detuvo. Era inminente la aparición de una leyenda viva, una deidad: Björk, esa artista de proporciones mayúsculas que comenzó el espectáculo de Utopia con un manifiesto en el que nos invitaba a imaginarnos la luz y a estar dentro de ella (“Imagine the light/ Be in It”).
La genialidad islandesa que se ha mantenido en la vanguardia por 40 años apareció en tarima con un despliegue audiovisual alucinante, acompañada por una agrupación de siete flautistas dulces desplegadas en lo que se asemeja a un bosque, a un paisaje onírico, a lo que parece una oda a Sueño de una noche de verano. Björk te deja sin palabras ante el despliegue vocal y visual de su presentación: 14 canciones que se concentraron en su mayoría en Utopia, el noveno disco (co-producido por el venezolano Alejandro Ghersi A.K.A Arca) en donde ha volcado y transformado toda su decepción amorosa en arte, sublimación pura y dura.
Después de semejante performance el listón es difícil de superar y eso sólo podía hacerlo un tipo como Nick Cave.
Si alguien quiere saber qué es un frontman hágase el favor de ver sus videos. El poder hipnótico de Cave no tiene parangón. Es como el flautista de Hamelin encantando a los ratones: unas 20 personas terminaron subidas al escenario, todas absolutamente capturadas por el magnetismo de este señor que a pesar del paso del tiempo es la encarnación de la sensualidad. Cave comprobó que el mojo no se pierde: se transforma y hasta crece.
Con The Bad Seeds cantamos temas como Jesus Alone, Do You Love Me, Loverman (no la tocaban en directo desde 1999), Come into my Sleep, Distance Sky, Jubelee Street, Deena. Este otro dios del escenario terminó la presentación haciéndonos cantar al unísono keep on pushing, push the sky away y así llegó el clímax de la noche. En ese momento todo nos llevó a pensar que ver a Nick Cave en vivo es de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida.
Sin embargo, nos esperaba otro genio opuesto al anterior, uno introvertido que es capaz de hacer su puesta en escena de espaldas al público mientras toca sus 4 pianos, entre ellos un roland y un rhodes, baterías electrónicas y un Moog Taurus. Con melodías de otra dimensión, construidas en múltiples capas sonoras, Nills Frahm nos sedujo a pesar de su introversión por la complejidad de los juegos sonoros que logra al combinar lo clásico, lo neoclásico con lo experimental. Un final perfecto para la primera jornada.
Día dos: the future is female.
Junio empezaba con el segundo día del festival y se podría destacar el protagonismo femenino en el lineup: Charlotte Gainsbourg, Jane Birkin, HAIM y el comeback noventoso de The Breeders eran alguna de las presentaciones que nos esperaban en el Forum. Quizás habría sido ideal contar con Björk en esta segunda jornada como parte de la curaduría, pero quién sabe por qué dejaron como cabeza de cartel a The National y MIGOS (los raperos cancelaron a último momento porque perdieron el vuelo sin dar mayor explicación).
La tarde del viernes estuvo edulcorada por presentaciones de Rhye y de Father John Misty, este último presentaba el disco que salía ese mismo día del horno, el ex-Fleet Foxes nos cautivó con temas como Total entertainer forever, Disappointing diamonds are the rarest of them all y ¿cómo no? I Love You, Honeybear.
Para inyectar más melancolía a la jornada el quinteto de Ohio, The National se apoderó del Mango, uno de los mayores escenarios del festival para reivindicarse (por fin). En ediciones anteriores Matt Berninger había llegado tan borracho e impertinente que convertía su actuación en una penosa escena de malcriadez, de rockstar insolente (imagen difícil de borrar de la memoria) cuyo estado de embriaguez le impedía a llegar a los bajos de su voz, de manera que metía su grupo en el saco de “banda de estudio”: discos increíbles pero un directo lamentable. Y tal parece que por fin no lo vimos en uno de sus días malos pudiendo disfrutar de los ya clásicos Fake Empire, Terrible Love, Bloodbuzz Ohio y presentando también temas de su último lanzamiento discográfico: Sleep Well Beast (2017) como Nobody Else Will be There, Walk it Back y Day I Die.
Así culminó el que para muchos fue el día más flojo de todos. El tercer día del Primavera tenía la tarea de reivindicar esa sensación que quedaba entre los asistentes del festival.
Día 3: Sorpresas y decepciones.
En el 2012 Grizzly Bear lanzó un álbum titulado The Shields que sin duda fue de los mejores de ese año, y si bien ya nos habían cautivado con Veckatimest (2009), Friend (2007) y con la banda sonora del peliculón Blue Valentine, no fue hasta la presentación en directo de 2013 en un Primavera Sound en el que le precedían a Tame Impala, que se convirtieron en una de las agrupaciones favoritas de esta servidora. Así que para mí estar en el Ray Ban (un escenario que se asemeja a la Concha Acústica de Bello Monte por su estructura y que lo convierte en uno de los mejores del recinto) la convirtió en una de las presentaciones más esperadas de esta edición.
Llegué con 45 minutos de antelación a la cita sólo para asegurarme de hacer algo que raramente hago: estar muy cerca de la tarima. La banda estadounidense comenzó puntual tocando por primera vez en Europa Aquarian, de su más reciente producción discográfica Printed Ruins (2017). Y como la primera vez, escuchar a Rosses y Droste juntos, fue un privilegio -permítanme el atrevimiento- pero las armonías vocales de estos dos músicos son fuera de serie, en un género totalmente diferente recuerdan a las logradas por los Beach Boys en su momento. La batería y los vocales de Christopher Bear, junto las impecables líneas de bajo de Chris Taylor, también juegan un papel fundamental en la puesta en escena y la calidad del performance. Grizzly Bear es sin duda, una banda que está totalmente ensamblada con gracia.
Durante los cortos 60 minutos que les programaron pudimos escuchar desde Two Weeks, Sleeping Ute, Yet Again, While you Wait For Others, Cut Out, Three Rings, cerrando con la maravillosa Sun is in your Eyes. Si la máxima calificación es 10, le damos un 20: belleza pura.
Por el contrario no puede decirse lo mismo de Artic Monkeys, el concierto más esperado por todos, que causó que las entradas del día sábado se agotaran y que probablemente también hicieran que se rompiera el récord de asistencia al festival: 220.000 personas. No fue más que una presentación correcta, no superó las expectativas, le faltó emoción y carisma.
Alex Turner es una de las mejores voces de nuestro tiempo, y eso lo demuestra fácilmente, pero el show visto como un todo fue plano. En una arena tan grande no sólo vale la ejecución. Hace dos años vino con Last Shadow Puppets y se comió el escenario, cosa que no era sencilla porque venía después de la presentación de Radiohead. Los Monkeys podrían dar más, mucho más. Igual no los vimos en su mejor día. Habrá que verlos de nuevo.
Por suerte, nos esperaba Jon Hopkins en el escenario Bacardí (uno de los destinados a la electrónica) quien nos hizo alucinar con un live que va in crescendo hasta hacerte bailar. El productor y dj británico nos dio una clase de melodic electrónica, trascendiendo géneros y creando atmósferas bucólicas.
La gran sorpresa del festival fue sin lugar a dudas The Blaze, las expectativas no eran bajas, ni escasas. El dúo francés conformado por los primos Guillaume y Jonathan Alric (este último nació y vivió sus tres primeros años de vida en Costa de Marfil) ha sacudido la escena con una propuesta fuera de lo común en la que su sensible lenguaje visual es protagonista. Hay que detenerse a ver los videos que ellos mismos han dirigido y producido.
Sabemos bien que lo que escuchamos en discos o vemos en videoclip puede distanciarse de lo que presenciamos en vivo y en directo, pero afortunadamente The Blaze no defrauda, superando cualquier idea que hayas tenido en la cabeza, dejándonos un buen sabor de boca para cerrar la edición 17 de un Primavera Sound variopinto en el que recolectamos buenos recuerdos, pero no tantos como en ediciones anteriores.