Melomanía

Silvana Estrada: "Un día agarré un cuatro y me enamoré"

En una producción de Cusica, la mexicana Silvana Estrada dará dos conciertos en Caracas los días 30 y 31 de agosto. Cantautora, multi instrumentista y tocada por la gracia, el cuatro venezolano le acompaña

silvana
Publicidad

Silvana es respetuosa cuando habla de la música que hacen otros. Y generosa. Para ella la música es tan grande, hay tanto espacio, que todos los sonidos caben. Y sabe cuál es su lugar: “Me siento parte de una generación que le está dedicando mucho amor a la canción, a las palabras y a decir cosas”, le dijo a la revista Rolling Stone en mayo. Es una excelente manera de definir la música que hace: una expresión de ese amor genuino por las canciones, el sello de su voz que queda marcado a fuego desde la primera vez que la escuchas, su sonido delicado, despojado, luminoso, los silencios… y ¿eso es un cuatro?

“Me siento perteneciente a un grupo de músicas y de cantautoras que estamos arriesgando un poco más, en el sentido de que estamos buscando hacer algo que no precisamente pertenezca al mainstream o a lo que se espera de nosotras”, dijo también en esa entrevista la cantante y multi instrumentista nacida en Veracruz, México, que fue reconocida en 2022 con el Grammy a Mejor Artista Nueva y que venía a Caracas a dar un concierto el 30 de agosto y tuvo que añadir otra función para el 31 porque, según se ve, hay una cantidad importante de gente esperándola en esta ciudad.  

-¿Cómo es el formato de los shows en Caracas?

-Voy a ser yo sola. Es un un show súper intimo, súper vulnerable. Soy yo sola con varios instrumentos: el cuatro, la guitarra, piano, rhodes… me hago como una estación y voy de un instrumento a otro. Mi amiga Jimena Estíbaliz pintó una instalación para que la escenografía sea un poco como una obra de teatro. Hizo unas tiras con dibujos de la naturaleza y con las luces se van iluminando en diferentes momentos las columnas. Es un show que es como un monólogo, como una obra de teatro. Y tiene de ritual, también.

Creo que al ser yo sola se rompe bastante rápido la distancia entre público y artista… La gente canta un montón. No sé qué va a pasar en Caracas porque nunca he estado y eso me tiene muy emocionada. Yo espero que canten. La verdad es que con este show canta hasta la gente que nunca canta porque es muy bonito. Y como estoy sola la gente se anima más a hacer coros o a hacer parte de un todo.

-A acompañarte porque te ven ahí solita…

-Sí, sí… Pero creo que la gente también se siente muy bien por cantar y de sentirse parte. Porque al final eso es lo que está pasando: todo el mundo tiene una presencia importantísima. Cantar todos juntos y todas juntas refuerza esa comunión y esa colectividad de los conciertos que es tan preciosa.

-Entonces, ¿vamos a recibir tus canciones como en su estado más puro, más en su esencia?

-Sí. Totalmente. Básicamente como fueron escritas. Con todos los arreglos de los discos un poco tirados para un lado. Es algo que me gusta mucho. Y creo que también es un valor de estas canciones, que se sostienen solas. Es algo que le da mucha fuerza al show esto de armarse de canciones que se sostienen solitas y a la vez que te tienen a ti en el show. Es algo que quería explorar ahora que es la primera vez que voy a estar allá y es presentarme como siempre hago en las primeras veces: yo sola, sin ningún tipo de pirotecnia, sin músicos extra, como “esto es”. Es muy frágil, muy vulnerable, pero creo que es muy hermoso también.

silvana
Silvana Estrada (Foto: Felipe Martínez)

-¿Es un concierto más basado en el disco “Marchita” o haces un repaso por tu trabajo?

-Hago un repaso. Hay mucho de “Marchita” por ser mi material discográfico más actual y porque sé que son las canciones que la gente conoce más. Pero también alguna canción de “Lo sagrado”, de mi EP “Abrazo”, que es como más luminoso… Algunas de mis primeras canciones, sencillos. Hay como una suerte de repaso general de todo. Además porque cuando voy a un lugar la gente me escribe “canta esta canción, por favor no te olvides de tocarla” y la verdad es que conforme la gente se involucra más, para mí es más fácil hacer los setlists, porque voy haciendo como una libretita con peticiones. También porque intento cambiar el setlist cada noche para no aburrirme y en ese sentido tengo la suerte de tener suficiente material como para ir variando en cada show.

-¿Vas a incluir el cover de Amor eterno?

-Probablemente sí… ¡Por lo menos una de las noches, sí! ¿Te gusta esa?

-Es una gran versión… El problema es que cuando haces algo así, hay parte del público que va a estar esperando que sigas por ese camino y en tu caso, haces y escribes tus canciones. ¿Es un peso para ti? ¿Te aventuras a sacar otra versión de un tema y de un artista tan famoso como Juan Gabriel?

-A mí me encanta hacer versiones. Nunca me pesa porque me gusta mucho cantarlas. Pero, justamente por lo que dices, soy muy cuidadosa con las canciones que elijo. No hay manera posible en el mundo de que yo me canse de cantar Amor eterno porque es mi canción más favoritísima de Juan Gabriel. Y por lo mismo me esforcé muchísimo en ese arreglo, en la manera cómo la iba a interpretar, en todo el universo que se genera a partir de esa versión, respetando mucho a la original pero al mismo tiempo cambiándola porque la versión original ya es perfecta y no hace falta hacer más bulto.

Si voy a hacer una versión pues que sea totalmente en mi universo y que sea algo que me llene de alegría cantar cada vez.

Tengo más versiones de otros artistas. Tengo una de Tom’s Diner, de Suzanne Vega; una versión de Clandestino, de Manu Chao. Y una traducción de Forever, que es una canción de Churches, una banda que está en mi disquera… La verdad es que es algo que disfruto mucho.

Siempre soy muy respetuosa de hacer versiones porque creo que es muy raro que una canción necesite una versión. Las canciones que son perfectas, son perfectas y punto y hay que dejarlas ahí como lo que son y hay que agachar la cabeza y con mucha humildad tenerlas como referentes. Y en el momento en el que agarras una canción y la llevas a tu universo hay que ser muy respetuosa y hay que estar muy atenta también a qué es lo que necesita la canción, qué es lo que necesitas tú dentro de la canción, qué es lo que puedes aportar, qué es lo que ya se está pasando de los límites. Es un equilibrio muy difícil. Y yo lo disfruto, lo que pasa es que no lo hago mucho porque le tengo respeto. Pero me encanta hacer versiones y no lo sufro. Si me piden una de las versiones, la canto feliz.

-Recordé el caso de Caifanes con La negra Tomasa, fuera de México eso era Caifanes y los tipos se cansaban de explicar que ese no era su estilo ni su sonido…

-Sí… Pero sabes que eso pasa también con los años. Hay canciones que los artistas sacamos a los 17 años y luego vas creciendo… Siempre va a estar un poquito desfasado quién eres versus lo que la gente espera, porque en los álbumes su tiempo, su vida y su vejez, digamos, es completamente a la tuya. De hecho, muy probablemente en el momento en que sacas un álbum eres otra persona distinta a la persona que escribió esas canciones. Es muy extraño de compaginar eso cuando te dedicas a la música: la persona que escribió esto, versus la persona que lo presenta y luego la persona que lo canta, una vez que haces una gira… Entonces, sí siento que hay que tomarse las cosas con humor y no tan en serio porque al final la gente lo que quiere es pasarla bien y nosotros los artistas, pues también. Mejor no clavarse tanto…

-¿Cómo llegó el cuatro venezolano a tus manos?

-Esa una historia muy bonita… Mi papá y mi mamá se dedican a hacer instrumentos, entonces en la casa teníamos muchos instrumentos de diferentes países. Ellos en realidad hacen violas, cellos y contrabajos, pero son amantes de la música latinoamericana y entonces teníamos charango, jarana, guitarras… Un verano, yo ya quería componer y escribía poemas, tocaba el piano, pero no lograba hacer canciones en el piano. Me parecía un instrumento muy frío. Yo tenía un sonido en la cabeza, era como una premonición, y no lo encontraba, no lo encontraba… Un sonido muy extraño, porque escuchaba a Mercedes Sosa, a Soledad Bravo, a Bon Iver, entonces era todo como guitarritas, finger picking, una cosa muy folky y yo estaba en la búsqueda de eso pero no sabía cómo. La jarana, que es un instrumento de Veracuz, de donde yo soy, era muy brillante; el piano era muy frío; con la guitarra era muy difícil… y un día agarré el cuatro, que había estado toda la vida ahí, y me enamoré.

Fue increíble, me cambió la vida… Toqué un acorde y pensé “esto es”. Y luego toqué otro… sin saber nada, sin entender sobre la disposición de las cuerdas, sobre el “cam-bur-pin-tón”, nada… Ponía los deditos donde fuera y fue como redescubrir la música y redescubrirme a mí también, a través de un instrumento tan generoso y que suena tan bonito, que es tan pequeño, es como un abrazo. Está lleno de acordes súper interesantes, simplemente por la disposición que tiene de las cuerdas. A partir de eso me enamoré y como en los enamoramientos de la adolescencia, pues no hacía otra cosa que estar dale y dale con el cuatro, no comía, no dormía… Y sin saber realmente.

-¿Y qué referencias buscaste en ese proceso de aprendizaje?

-La verdad, ninguna. A lo mejor un poco Simón Díaz, que ya quisiera yo tocar así… Yo sé que mi manera de tocar el cuatro es como inventada porque toco todo así finger picking y como muy chiquito, muy bajito… Luego veo cómo tocan el joropo y no sé tocar así, ¡ojalá! Escucho las tonadas, que son más complicadas… Yo más bien me simplifiqué la vida. Fue el proceso de tener un instrumento cuyo sonido me gustaba, que hacía que encontrara melodías lindas, en el que podía construir y escribir y con el que me sentía como en un lugar muy orgánico para poder decir lo que pensaba. Un poco como que las armonías iban llegando de maneras muy bonitas, muy orgánicas… Y entonces era eso, pasar el día, los días, estar ahí investigando sin mucha idea… Esa es mi manera de trabajar: hacer cosas sin mucha idea y esperar que salgan bien. Usualmente me toma mucho tiempo… también…

-¿Sigues usando el cuatro para componer?

-Sí, un montón. Ahora estoy usando más la guitarra para componer, porque empecé a estudiar y me gusta mucho y tenía ese universo brasileño que es mi otra gran pasión.

-¿Nunca le preguntaste a tus padres cómo llegó ese cuatro a la casa?

-Creo que lo compró mi papá muy muy jovencito en la Ciudad de México. Mi papá estudiaba en la universidad, creo que Ciencias Políticas… Pero luego se fueron a Europa y tenían una banda de música latinoamericana, fueron así muy viajeros… Creo que es un cuatro que tiene el doble de mi edad, el cuatro con el que empecé ya tenía ventitantos años cuando lo empecé a tocar. Sonaba muy bonito. Mi papá lo usaba porque cantaba “de Maracaibo salieron, dos palomitas volando” y muchas más y hacían fiestas y el cuatro era el instrumento de fin de fiesta…

-Ahora podrás llevarle uno nuevo…

-El que uso ahora lo hizo mi papá. Tengo dos, uno lo hizo mi papá y el otro lo hizo Antonio, un muchacho con el que lleva años trabajando.

silvana
Silvana estará en Caracas los días 30 y 31 de agosto (Foto: Joana Cesar)

-Esas referencias musicales que tienes gracias a tus padres es casi como que hablaras de unos papás suramericanos o caribeños… pero, ¿todo esto es porque ellos son músicos?

-Los dos son músicos. Mi mamá es clarinetista clásico y mi papá es contrabajista clásico, pero él empezó primero con una banda como de boleros y tal. Siempre muy alucinado con la música brasileña, en esos años 60-70 la música brasileña era como una alucinación. Luego estudiaron música clásica, se fueron a Europa. También hay fotos de los hermanos de mi mamá cantando canciones de Violeta Parra y cosas así. Siempre fueron muy musicales. Y ya en Europa, estaban estudiando y había que pagar la renta de alguna manera, entonces tocaban en bandas y ellos dos tenían este proyecto musical. Todo esto mientras estudiaban laudería en Cremona, Italia. Como que tenían muchísimo repertorio. Y ahora también, es impresionante, pasan horas y horas cantando canciones. Yo soy mala para eso, ¡se me olvidan! Pero ellos son así medio rocolas y se las saben todas y hacen voces… Tienen esta cosa de los músicos populares mexicanos: una oreja enorme para la música popular. Escuchan una melodía y ya están poniéndole la armonía. Bastante divertido…

-Has dicho que “Marchita” ha sido como tu universidad. ¿Cómo un conjunto de canciones que hiciste casi para tu consumo personal terminaron convirtiéndose en algo tan importante y determinante en tu carrera?

-Creo que dije esa frase más pensando en que lo que aprendí haciendo ese disco ha sido lo más formativo de mi vida. El oficio de hacer canciones va evolucionando, pero el oficio de cantar, de la gira, siempre viene a partir de un disco después del cual comienza realmente una carrera.

Siento que las de “Marchita” son canciones que empezaron sin ningún tipo de idea, era quiero hacer esta canción porque sí, porque tengo la tarde libre y la voy a hacer aquí en la casa de mis papás… Y después fue un bonche grande de canciones, me vi como ya haciendo giras, todo muy desorganizado y de repente, bueno voy a hacer un disco. Y una vez que me enfrenté a grabar las canciones, ahí empezó un aprendizaje muy concreto, muy hermoso y muy duro también, de esto es un disco, esto es la promo, esta es una gira, este es el dinero, estas son las deudas, esto es lo que hay que invertir… A eso me refiero, los discos son un aprendizaje muy fuerte, muy concreto.  

Silvana Estrada en Caracas, 30 y 31 de agosto. Centro Cultural de Arte Moderno. Entradas en Ticketplate

Publicidad
Publicidad