Viciosidades

Emma Mackey: la chica mala de "Sex Education"

De origen franco-británico, Emma Mackey saborea la fama gracias a su participación en "Sex Education", una serie de Netflix que no se anda con rodeos ni pudores necios

texto: María D. Valderrama/EFE
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Hace cuatro meses, Emma Mackey (Le Mans, 1996) era una completa desconocida, pero el éxito de la última revolución de Netflix, «Sex Education», la ha sacado del anonimato y la ha colado en la alfombra «rosa» de Cannes donde estos días la joven promesa da consejos de civismo.

En «Sex Education» todo es normal. Maeve, su personaje, es una adolescente inteligente aunque algo irreverente que se busca la vida tras ser abandonada por sus padres. Otis es un chico torpe con problemas para enfrentarse al sexo. Eric aprende a aceptarse combatiendo con el racismo y la homofobia; y Jackson es el chico guapo del instituto criado en una familia homosexual.

«¡De eso se trata! No le dimos mucha importancia al hecho de que Jackson tenga dos madres porque esa es la idea, es completamente normal», reivindica la actriz franco-británica en Cannes, donde el festival Canneseries la ha elegido como miembro del jurado en esta edición.

«Sex Education», la historia de dos estudiantes que deciden hacer negocio ofreciendo consejos de sexo en su instituto, ha terminado enseñando a más que a sus protagonistas.

«Cuando empezamos la gente nos decía que ‘Sex Education’ estaba intentando cubrir todas las cuotas. Intentamos contar la historia de todo el mundo y creo que es muy sano. Si hablásemos de las cosas con normalidad saldrían adelante», dice la joven.

Segura de sí misma, Mackey habla rápido y convencida. No tiene reparos en definirse como una «chica lista», aunque dice que su familia, sus amigos y su novio la mantienen con los pies en la tierra.

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Hija de madre francesa y padre inglés, se mudó a Inglaterra con 17 años, pero convencida de que quería vivir encima de un escenario probó suerte en escuelas de teatro mientras trabajaba como «au pair», como dependienta en una tienda de ropa y como traductora.

«Es genial hacer un serie divertida y con una gran historia que contar, pero el hecho de que sea una herramienta y que esté ayudando a la gente, físicamente, es genial. Ya era hora para que pasaran estas cosas», opina.

Involucrada en la segunda temporada de la serie, que fue prácticamente su primer trabajo, y tras haber rodado una película con el actor francés Romain Duris y otra en Inglaterra de la que no puede dar más detalles, Mackey tiene más de francesa que su personaje, conocido también por su pelo rosa y sus ojos ahumados.

Lleva el pelo natural y apenas usa maquillaje. Sus movimientos en esta ciudad de «famoseo» distan mucho de los tacones, trajes de chaqueta y vestidos ajustados que lucen los actores: viste deportivas, vaqueros anchos y un jersey malva de lana.

«En el instituto era muy estudiosa y me encantaba leer. Siempre fui un poco solitaria. No formaba parte de ningún grupo. A veces es triste ver toda la mierda que la gente tiene que pasar para ser uno mismo, especialmente en el colegio, esa especie de burbuja en la que todos fingimos ser otra versión de nosotros mismos para encajar», dice.

«Sex Education» no es una serie revolucionaria, asegura, pero sí la evolución lógica de los últimos veinte años de ficciones de instituto.

«El tema del sexo y del instituto es hilo conductor, pero lo importante son las relaciones humanas: crecer en el mundo de hoy. Cómo ser gay y negro, sufrir el acoso de tu propio padre, cómo enfrentar tu sexualidad, tener patrones de masculinidad alternativos, tener que buscarte la vida», enumera.

Y proclama que «ya era hora» que una serie hablara abiertamente de sexo sin quedarse en los extremos que imperan en la vida escolar («o la reproducción de la clase de biología o el porno que ven los chicos»).

El aborto, la ansiedad y la presión de los padres forman parte también del guión.

Pese a que ahora el mundo la observa (en cuatro meses sus seguidores en Instagram han superado el millón y medio) y que sus amigas le escriben para decirle que han visto su cara en Times Square, Mackey dice que continúa su carrera «paso a paso», sin proyecciones y sin agobios.

Ya cumplió su primer sueño, que era vivir en un Reino Unido que solía ver de color rosa, y aunque ya se ha quitado las gafas («el Brexit es una mierda») espera seguir sumando proyectos allí.

«De momento estoy aprendiendo a hablar con la gente, con la prensa. Tienes que ser tú misma y confiar pero hay que tener cuidado porque si eres demasiado amable la gente se aprovecha».

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