Opinión

¿Decirle "gay" a un niño de siete años justifica el cierre de "Calma Pueblo"?

Pocas veces en la historia de la radio en Venezuela una conversación entre tres locutores y un niño había levantado tanta indignación. Aunque en un principio el programa había pasado desapercibido, un comunicado de Conatel sorprendió a los medios de comunicación cuando se supo que habían asociado el gusto deportivo de un menor de edad con la homosexualidad. ¿Qué tan grave fue este episodio? Expertos en diferentes áreas lo analizan.

Fotografía: Facebook de Calma Pueblo
Publicidad

En una de mis primeras entrevistas como estudiante de comunicación social, el caricaturista e ilustrador Peli explicaba de manera gráfica las diferencias del humor callejero en un mismo continente. Decía Julio Zúñiga Valenzuela, su nombre terrenal, que entre más te acercas a Argentina se imponen los chistes de la cintura para arriba, mientras que si te aproximas al Caribe, mandan los de la cintura para abajo. Así llegamos al legado de Quino y Les Luthiers; a la audacia de El Camaleón, que circulaba entonces con El Nacional o del humor político y económico que él trabajaba en el extinto periódico Economía Hoy.

Han pasado casi 20 años desde entonces, pero la frase regresó cuando leí las razones por las que Conatel abría una investigación al programa «Calma Pueblo», que transmitía la Mega 107.3 FM, de 6 a 9 de la mañana y que conducían Verónica Gómez Pino, José Rafael Guzmán y Manuel Silva. Leer el texto de Conatel sin ninguna otra información o fuente, realmente indigna. Mi hijo va a cumplir 7 años y, por supuesto, te preguntas qué hubieras hecho en una situación como esa, cuáles hubieran sido tus sentimientos y qué medidas hubieras tomado. Decirle «gay» a un chamito que apenas está comenzando a entender la vida no es un insulto, es  colocar al pequeño en una situación de riesgo.

«Los medios de comunicación tienen una labor importantísima en la socialización secundaria; en el proceso de la transmisión de las normas, de los valores, y las pautas culturales. Los roles sexuales son pautas culturales porque la sociedad estipula lo que es la masculinidad, femineidad y la relación entre los géneros. Cuando una señal abierta de comunicación social expresa una información sobre lo que debe ser la masculinidad, lo que debe ser el hombre, la mujer o el trato hacia los hombres o las mujeres, en el contexto de la diversidad sexual, ahí estás dando una pauta», explica a UB, Miguel Ángel Blanco, sociólogo, profesor del seminario de género y diversidad sexual de la Universidad Católica Andrés Bello.

Las dos palabras que debemos subrayar en la declaración del sociólogo son «señal abierta». Las fronteras entre el humor y el mal gusto, entre lo risible y lo ridículo, entre lo políticamente correcto e incorrecto siempre son difusas y subjetivas. Uno de mis comediantes preferidos, por ejemplo, es Louis C.K. En uno de sus monólogos más hilarantes introduce «maybe» como excusa para narrar episodios que en otros contextos nos parecerían horribles. Sin embargo, su humor funciona porque se entiende que hay una complicidad entre el adulto que ve o asiste a estas presentaciones y el artista, que habla a un público mayor de edad.

Algo parecido sucede con South Park, serie que siempre dispara contra lo establecido. Posiblemente no exista un personaje tan detestable y adorable a la vez como Cartman, el enemigo de las minorías. En la misma apertura del seriado, no obstante, se advierte que nadie con tres dedos de frente debería ver ese programa por el «mal gusto». Es allí donde peca «Calma Pueblo», que por horario y características de la radio está obligado a responder a ciertos criterios estipulados en las leyes.

Los matices y la subjetividad

Una cosa es leer el comunicado de Conatel y ver el video de la entrevista en cuestión. No se trata de defender al grupo de locutores que inician una conversación con un niño al que le cuesta hilvanar sus respuestas, ya sea por timidez, comprensión o problemas de audio en la recepción. Sin embargo, rápidamente te das cuenta de que el episodio es una suma de errores que comienzan con la pregunta sobre su postura política y que finalizan con la acotación de Verónica Gómez sobre la sexualidad del pequeño porque prefiere a Cristiano Ronaldo sobre Messi.

Realmente no creo que estemos ante el ensañamiento de un medio de comunicación contra un infante. Advierto, y esto es completamente subjetivo, una bola de nieve que crece a medida que el programa continúa y nadie se atreve a detenerla. Hay exclamaciones en las que se nota que entienden que están pasándose de la raya y otras en las que le declaran cariño al pequeño, como la bendición que le envía la propia Gómez. Hay, digamos, un locus de control interno que -y esto es plena elucubración- cede ante la habitual «irreverencia» y «formato» del programa.

«Todos los que tenemos responsabilidad en la creación de contenidos, nos estamos cuidando a diario de la censura, porque perdona el lugar común, leyes como La Ley Resorte son espadas que penden sobre nuestras cabezas, y hay que ser muy novato o muy ingenuo como para no actuar con el cuidado del caso. Con respecto a ‘Calma Pueblo’, espero que se trate de una averiguación y no de una salida del programa. Yo lo seguía a diario y entiendo que por su naturaleza se trata de un laboratorio creativo. Quienes estamos en el negocio de la creatividad, sabemos los riesgos que eso implica», analiza Lenín Pérez Pérez, redactor y director creativo de publicidad y contenidos, con 25 años de experiencia en el país.

«Yo estuve con un micrófono en frente al aire, durante 22 años y me equivoqué muchas veces y también rectifiqué muchas veces», cuenta Mari Montes, quien dirigía «Adán, Eva y la Culebra», junto a Eli Bravo y María Isabel Párraga. Era un programa que apelaba a la irreverencia como norte en los años 90s. «Pero salvo los últimos años en Unión Radio, cuando tuve que renunciar por mis posiciones y por mis opiniones políticas, nunca tuve el temor de que fuesen a cerrar la emisora por un comentario que yo hiciera. Yo simplemente creo que ‘La Vero’ Gómez se equivocó haciendo ese comentario».

De hecho, Verónica Gómez Pino así lo entendió y en su red social publicó una disculpa:

Pérez Pérez pone el foco sobre la responsabilidad y también sobre la desigualdad al momento de aplicar penalidades en Venezuela: «Las agencias lo tenemos muy claro porque somos corresponsables de los contenidos que nuestros anunciantes ponen al aire. Es decir, nosotros no podemos decir que se trató de un encargo o de una imposición de parte de los clientes. Casos como el de ‘Calma Pueblo’ demuestran que las leyes no aplican para todos, porque si así fuera, programas que se transmiten por las señales del gobierno hace rato que hubiesen corrido la misma suerte».

Tal disparidad entre lo que hace el gobierno y la empresa privada es evidente cuando hablas con locutores, guionistas, comediantes y personalidades de televisión. La mayoría que fueron consultados para esta nota se disculparon con un «no puedo declarar porque la emisora (canal) no me lo permite». De hecho me enteré que expresamente, muchos comunicadores que manejan productos de alto rating en FM tienen prohibido hablar sobre un tema «que le pueden acarrear consecuencias a la emisora».

Ese miedo que sentí en al menos cinco voces consultadas me preocupó mucho más que la pifia que cualquier comunicador social pueda cometer en su labor. Porque un error, por grave que parezca, exige un acto de reflexión y superación, pero el miedo es la consecuencia de una práctica sistemática que puede callar a toda una generación. El comunicado de la Mega Estación es, en ese sentido, revelador.

A propósito de lo anterior, explicaba la ensayista Irene Lozano, en su artículo «La censura del miedo», que en cualquier sociedad se entiende cuando una opinión o un juicio se extralimita: «Eso es un exceso, lamentable, como los que se dan con cierta frecuencia: es el precio a pagar cuando se permite a la gente decir lo que piensa, y se suele solventar con la correspondiente petición de disculpas del medio».

Montes lo ve muy claro: «El régimen se apodera de una tontería para sancionar a un programa de radio que dice tonterías, pero que también llama la atención de muchas cosas que pasan en Venezuela diciendo verdades. Hay que entender también a qué público va dirigido el programa, que es joven e irreverente. Creo pues que se agarran del error de ‘La Vero’ para pagarla con una emisora y un personal que trabaja por el país. Eso lo lamento mucho de verdad».

Cristiano Ronaldo y las etiquetas

Por supuesto que no se debe perder el foco con lo sucedido en el programa de La Mega. Al respecto, opina la psicóloga y poeta Ruth Hernández, especialista en recibir a los niños en sus consultas: «Me preocupa que esta persona haya introducido significantes o contenidos que no tienen nada que ver con lo que el niño está planteando en el programa. Porque la locutora está vinculando la sexualidad con un deporte, con una actividad que a él le gusta. Y el menor de edad no está hablando de sexualidad, si no del deporte o de un atleta que le gusta. La comunicadora introduce el tema además de manera burlesca o burlona. Me parece que se justifica el cierre».

Acota el sociólogo Blanco: «Cuando yo utilizo las etiquetas para caracterizar lo que es un hombre, un homosexual o una lesbiana, ya estoy emitiendo un juicio que puede incidir en el otro porque, en primer lugar, perpetúo los estereotipos hacia los grupos de diversidad sexual, y en segundo lugar es dañino hacia las personas que tienen orientación sexual distinta a la heterosexual o distinta al patrón heteronormativo, hacia el patrón que refiere que hay una sola manera de ser hombre o ser mujer. Todo el uso de epítetos hacia la sexualidad como insultos terminan siendo una doble discriminación: discriminación hacia un grupo en específico que afecta a las personas de la diversidad sexual».

Montes, periodista deportiva que ha sido una de las primeras mujeres en hacerse un espacio en una fuente dominada por los hombres, es madre de dos hijos. Ambos, actualmente adolescentes, son fanáticos de los deportes y uno de ellos de Cristiano Ronaldo, personaje con el que comenzó la burla al pequeño que era entrevistado en «Calma Pueblo».

«Santiago tiene 14 años y es fanático de Cristiano Ronaldo. Si me hubiera pasado, como madre, hubiera aprovechado para decirle a la locutora que ser gay no es un insulto, que no hay que ofender a nadie apelando a su inclinación o gusto sexual. Pero también les hubiese dicho a todos que cometieron un error y que deberían aprovechar para pararse y seguir adelante, que eso le podría pasar a cualquier persona. Además, no solo si estás frente a los micrófonos, cuando estás hablando con otro ser humano, aún cuando no coincida con tus pensamientos, debes medir cada palabra y respetarle».

Ahora bien, si realmente nos preocupa la salud del niño que fue agredido verbalmente en «Calma Pueblo», debemos preguntarnos si el capítulo puede desencadenar algún problema. «No es que al niño le cause un trauma inmediatamente porque realmente no sabemos qué le va a producir», explica Hernández. «A futuro se podrá saber si ese encuentro con los locutores tuvo un impacto o no. Lo que sí sucede es que la conversación forma un criterio sobre lo que es normal o lo que es anormal, lo que está bien o lo que no está bien. Probablemente ese niño deje de decir, por ejemplo, que le gusta Cristiano Ronaldo como deportista o se inhiba de emitir opiniones en ese sentido. Se plantea qué puede decir o no porque puede ser tomado como gay o no gay y le están dejando ver que es malo porque es juzgado negativamente. Creo que el caso es realmente grave y que ella debería ir a terapia porque se está proyectando en esa entrevista».

Los hombres comprendemos lo difícil que significa crecer en una sociedad dominada por un patrón masculino. Escribiendo estas líneas he recordado no solo al humorista Peli, si no también a la cantidad de sketches en los que los homosexuales son caracterizados, desde la Radio Rochela a Saturday Night Live. Nos enseñaron a reírnos de eso. Tal vez el problema radique allí, en cómo nos han preparado para burlarnos de los estereotipos. Y como sabemos, los estereotipos están basados en prejuicios, algo que en Venezuela, independientemente del color que nos gobierne y de las generaciones que pasan, nos ha costado abandonar.

PD: No fue posible conseguir la versión de los conductores del programa más allá del comunicado oficial para esta nota.

PD 2: Después de terminar este trabajo, a la redacción de UB le llegó este comunicado de los padres del niño. Lo publicamos aquí porque ya había salido el artículo.

IMG-20170929-WA0001

Publicidad
Publicidad