Opinión

"Back to Black" escogió la pornografía del dolor

En “Back to Black”, de la directora Sam Taylor-Wood, se muestra con detalle la caída en el desastre y muerte de la cantante Amy Winehouse, interpretada por Marisa Abela. Más que un homenaje, la película es una descripción casi obsesiva de sus sombras. En cines desde el 11 de abril

Back to Black
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Durante la década de 1970, la neoyorquina Nan Goldin creó — o dio forma — al concepto de la pornografía de la realidad y el dolor: profundizar a través de la fotografía en escenas que, en cualquier otro momento, pertenecerían a la esfera privada. Su extenso trabajo mostraba peleas, enfermedades, escenas sexuales y maltrato desde una serie de retratos íntimos, invariablemente incómodos. En “Back to Black” (2024) la directora Sam Taylor-Wood, utiliza el mismo punto de vista para contar una vida escandalosa.

Amy Winehouse, que murió luego de una pública caída a los infiernos debido a sus diferentes adicciones, emerge en el biopic de la realizadora, como una criatura trágica. Y lo fue, por supuesto, pero la cinta la muestra en una lenta degradación angustiada, envuelta en la magia de su voz prodigiosa y con una aparente predestinación al desastre. Interpretada por la actriz británica Marisa Abela — que capta con minuciosidad la vitalidad salvaje y el espíritu transgresor de la cantante — la Amy Winehouse cinematográfica es una combinación de dos cosas.

Por un lado, de una furia total y radiante, que la hace evitar cualquier consejo o palabra de aliento en su rápida travesía hacia el estrellato. Al otro, una vulnerabilidad que expresa a través de su voz y su decadente performance sobre el escenario. Entre ambas cosas, la actuación de Abela — que también ejecuta el apartado vocal con sorprendente habilidad — resume lo que fue una artista conocida por ser lo mejor y lo peor del mundo del espectáculo.

El dolor bien a la vista en “Back to Black”

Por supuesto, la directora sabe que tiene entre manos un prodigio conocido por su voz, de modo que combina lo más oscuro de Winehouse — que saca a colación de manera incasable y pesarosa — con su indudable talento. Pero el sabor de la debacle tiene mejor textura en la pantalla o eso parece sugerir Taylor-Wood, que se esfuerza por dejar en claro que la cantante tiene el infierno por delante.

Y eso parece ser lo único importante en determinados momentos de «Back to Black». A pesar, incluso, de que la forma en que Abela encarna a Winehouse es un torrente de poder vocal y artístico que, en sus mejores momentos, desborda la pantalla y emociona hasta las lágrimas.

En contraparte, cuando la película profundiza en la parte oscura, intenta mostrar de la forma más directa que Winehouse está condenada. Ya fuera por su capacidad para el exceso o por su desesperada necesidad de vivir al límite. La cantante de la ficción anhela demostrar su poder, su anhelo por devorar a su paso todas las emociones y también cada elemento que pueda hacerle daño.

back to black

De su juventud a su éxito súbito, que la encontró desvalida y sin herramientas para lidiar con él, todo en “Back to Black” es un cuento de hadas tenebroso en el que su protagonista está destinada a morir por su propio fuego interior.

Para cuando la película comienza ambos lugares de la vida de Winehouse están fundidos en uno. Corre 2002 y ya es una sensación en el Londres de los bares nocturnos. Amy no tiene límites y experimenta a todo nivel, lo que la convierte en una estrella paradójica y muy distinta a cualquier otra del mundo del espectáculo por entonces. Esa ausencia de fronteras del bien y del mal, es lo que también la lleva a profundizar en su apetito voraz por experiencias, ya sea en drogas o en música. La cinta no tiene claro hacia cuál es el punto que desea contar con más claridad, de modo que los mezcla. En la primera media hora de «Back to Black» funciona, después, es una prolongada y minuciosa visión — pornográfica — sobre la angustia y el miedo.

Claro está, contar la historia de Amy Winehouse no es sencillo. De puntillas entre el sadismo infligido por mano propia al fulgor que dejó una huella indeleble en la cultura pop. Pero “Back to Black” solo quiere regodearse en sus sombras, en su relación posesiva y desesperada por el amor, en la angustia vital que hizo brillante su carrera musical y desbordó al límite su vida.

¿Es suficiente? Quizás, la pornografía del dolor sea un elemento de peso para entender a Amy Winehouse, pero no el único. «Back to Black» pudo ser más que una detallada explicación del sufrimiento y la angustia, sin mucho que agregar a la historia de una estrella doliente.

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