Sexo para leer

#SexoParaLeer: Mi primer video porno

Cuando las mujeres se reúnen, dan rienda suelta a la imaginación. Pero esta amiga fue más allá y plasmó todas sus bendiciones y secretos en un cortometraje muy sexy. La tecnología lo hace todo más divertido y ella te dejará con ganas de utilizarla

Fotografía: Diana Mayor
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Tras mi divorcio, me dediqué a recuperar el tiempo perdido con mis viejas amigas. Nos reuníamos a tomar café y contar experiencias vividas recientemente. Los juguetes sexuales eran los protagonistas de nuestras conversaciones, pero también disfrutábamos de ver y compartir videos pornos. Sin duda, conformábamos un grupo de pervertidas muy divertidas. Pero la única que quería ser estrella de uno de esos videos era yo.

Esta loca obsesión me impulsó a comprar una cámara de video. Con ella podía proyectar en el televisor todo lo que se pasara por mi cabeza. Empecé buscando diferentes tendencias en la web: lesbianas, creampies, sexo grupal, sexo ínter racial, etc. Hasta que decidí cual sería la historia que contaría.

Mi condición de divorciada me brindaba libertad para quedar con hombres que solo buscaban placer momentáneo. Mis únicas reglas eran que tuvieran una vasta experiencia en la cama y que estuviesen bien dotados. Comencé a producir mi ópera prima con esas pautas claras. Luego pensé que el lugar ideal para la filmación sería la bañera. La imaginé llena de espuma y con un patico flotando.

Tenía amigos que estaban para comérselos con los dedos, pero muchos me recordaban a mi ex o estaban muy enamorados. Así que decidí buscar a un extraño para llevar acabo mi travesura.

Mientras lo encontraba, me familiaricé con la cámara. Me colocaba en cuatro para captar bien las maravillas del sur de mi cuerpo, ponía esa cara de puta que debes tener si eres actriz porno, practicaba mis gemidos de placer, cambiaba de posición para ver cómo se mojaba todo mi clítoris. Experimentaba introduciéndome dos dedos, luego tres, cuatro, hasta que mi mano entraba completa. En fin, nunca antes disfruté tanto mi cuerpo. Cuando venía mi orgasmo, toda la cámara se mojaba con mis fluidos. Por último dejaba registrado lo que había sentido, lo que me llevo a decir cosas que nunca imaginé.

Me tomó más de un par de semanas practicar mi actuación. Así que un mediodía, cuando tenía todo listo para mi primer video, encontré a mi pareja perfecta para este cometido. Estaba tomándome un café a solas cuando lo vi. Era un hombre alto, bien vestido, usaba lentes de pasta negra con aire intelectual. Justo cuando pasaba por mi lado y con una voz que desconocía le dije:  «Encontré el hombre que buscaba». Inmediatamente se detuvo. Entonces me levanté para presentarme, y él fue muy educado al decir que sería un placer conversar. Por su mirada sabía que era un hombre con mucho poder sexual. Al cabo de un par de horas platicando, se notaba que me deseaba. Sus ojos pasaban una y otra vez de mis labios al escote.

Sin pensarlo más le propuse que hiciéramos un video porno, quería sorprender a mis amigas con este “tipazo” y no podía dejarlo escapar. Sin muchos rodeos, aceptó la invitación y procedimos a buscar un taxi. En el recorrido sus manos no dejaron de recorrerme. Dejé que insertara sus dedos en lo más íntimo, mi vagina hambrienta los chupaba con desenfreno. Me sentía como la propia puta en busca de sexo indecente.

Me bajé del taxi temblando. No sé si lo hacía por miedo o por las ganas que tenía de llegar a mi bañera. Él ya conocía el plan así que me cargó y pasó directo al baño. Preparé la bañera, encendí la cámara, me quité el vestido con nervios. Sin embargo, estos duraron poco. Al verlo desnudo solo podía pensar desde la lujuria.

Tenía un trozo de carne gigante. Antes de entrar en la bañera lo chupe como un helado. No podía con todo, así que también jugué a meter sus bolas en mi boca. Intente de nuevo tragarlo, pero esta vez fue más difícil, su abultada cabeza me sacaba lágrimas.

Por mi mente solo pasaba la escena dentro de la bañera, así que lentamente lo llevé hasta ella. Me besaba por todos lados, de rodillas en el piso con mis brazos apoyados en la bañera comencé a jugar con el patico que flotaba sobre la espuma. Mientras, él me lamía las nalgas como me gusta.

Esta posición la conocía de memoria gracias a mis prácticas. Levanté mis nalgas abiertas y con una voz de experta le pedí que me lo metiera por detrás. Mientras su miembro entraba con fuerza, sentí como si estuviera partiéndome en cuatro. Repetía sin parar: «Ese culito virgen es solo para ti, papi». Eso lo excitaba más y perduraba su deliciosa erección. Le ordené dulcemente que me acabara en la boca, le hice saber que eso me haría sentir realizada.

Entramos por fin a la bañera, rodeados de espuma y agua caliente. Cabalgué sobre su inmenso pene y luego lo chupé hasta llenarme la boca de su jugosa leche. Cumplido este deseo, sonreí a la cámara con cara de puta complacida. Con el material grabado lo despedí agradecida dándole mi número de teléfono.

Sin esperar convoqué a mis amigas a tomar unos tragos en casa. Les prometí video porno que las excitaría de inmediato. Como buenas pervertidas, todas acudieron al llamado ¡Vaya sorpresa!  Ninguna imaginó que yo sería la protagonistas, que las invité a ver mi primer video porno.

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