Viciosidades

La defensa se fabrica

A medida que las protestas opositoras se tornaron cada vez más violentas, algunos manifestantes optaron por utilizar accesorios para resguardar su seguridad. Un grupo de jóvenes llamado la «Alianza Rebelde» se organizó para fabricar de manera clandestina artefactos para proteger a «La Resistencia»

TEXTO Y FOTOGRAFÍA: ANDRÉS GERLOTTI (@AGERLOTTI)
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Cuando se iniciaron las protestas, el kit de «La Resistencia» consistía en una gorra para cubrirse del sol, una botella de agua para mantenerse hidratado, y un par de zapatos cómodos para caminar. Pero rápidamente se agregaron elementos al equipo básico, porque las condiciones de la calle cambiaron, y había que ajustarse y resistir la opresión: capuchas y lentes de natación para contrarrestar los efectos de los gases lacrimógenos, vinagre y antiácido para aliviar los ahogos, pintura para impedir la visión de los funcionarios, y guantes para evitar las quemaduras al momento de devolver las bombas lacrimógenas.
«La Resistencia» se vio obligada a evolucionar frente a la brutal represión que, en su contra, comenzaron a escalar la Guardia y a la Policía Nacional Bolivariana. Las gorras se convirtieron en cascos y las capuchas en máscaras antigás. Los escudos también se transformaron en una necesidad para frenar los perdigones, las metras y las bombas que los efectivos disparaban con saña directamente hacia los manifestantes.
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Al principio, los escudos se improvisaban en medio de los enfrentamientos con los escombros que estaban a mano; entre varios se cubrían sosteniendo alguna tabla o lámina de zinc. Después comenzaron a aparecer protecciones más elaboradas, aunque eran muy pocas las personas que las tenían. Su uso se popularizó a partir del día en que se donó en Altamira una tanda de escudos pintados con la cruz de San Jorge, símbolo que se convirtió en ícono de las protestas. Esas defensas de madera habían sido entregadas aquel día por anónimos.
Por su valor dentro de la batalla, la oferta de estos escudos artesanales aumentó, al igual que la demanda –aunque los más cotizados siempre han sido los de PNB o GNB-.

Detrás de los escudos de «La resistencia» Chacaíto, lunes 8 de mayo — @elestimulo #caracas #venezuela #8M

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Existen de todo tipo: de madera, de plástico y de metal. Algunos son más grandes que otros y cada uno tiene un diseño particular; están decorados con un mensaje, una ilustración o una fotografía en el frente. Todo depende del creador. La mayoría se fabrica de manera clandestina, porque el gobierno considera que un pedazo de lámina es un material subversivo y terrorista.


El equipo de la «Alianza Rebelde» es uno de los muchos que se dedican a la manufactura de escudos. “La iniciativa surgió de la necesidad. Al principio nosotros íbamos a las protestas sin protección. A veces nos daban un escudo o lo conseguíamos por ahí mal parado, y era tremenda ayuda. Cuando la represión fue aumentando nos dimos cuenta de que un escudo nos podía salvar la vida y decidimos no depender de otros para protegernos, y lo más importante: proteger también a nuestros hermanos de lucha”, reveló un integrante del grupo.
Debido a su connotación de batalla por el restablecimiento de la República, los de «Alianza Rebelde» utilizaron el logo de la Rebelión de Star Wars, y lo pintaron en sus cascos, para lograr reconocerse entre ellos en medio de los enfrentamientos cuando los rostros estaban cubiertos con máscaras.
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Pero, cuando el gobierno persigue al que piensa distinto, identificarse se convierte en un arma de doble filo. Por eso consiguieron más cascos, los decoraron y los repartieron en distintas zonas para sortear la cacería. Por cierto, con la finalidad de hacer seguimiento en redes sociales y ver el uso que se les está dando, el grupo marca con el característico emblema algunas de las herramientas que fabrica.
Básicamente, «Alianza Rebelde» consigue recursos materiales y monetarios mediante ayuda de terceros. «Ha habido bastantes donaciones de personas que ni conocemos, gente mayor que se siente responsable, y jóvenes a los que también les duele su país. Sin embargo, más de una vez nos ha tocado hacer una vaca entre nosotros mismos para comprar más cosas», relata otro miembro del equipo.
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Construir un escudo lleva tiempo. Se necesita, aproximadamente, una hora para fabricarlo. En un improvisado taller trabajan alrededor de veinte personas. A veces son más, y a veces son menos, pero “lo importante es que no se pare la producción”, resalta uno de los rebeldes. Las tareas se dividen en tres: corte, ensamblaje y pintura. “Todos colaboramos de alguna manera, nos turnamos para no hacer tedioso el proceso”, dice el joven.
La parte más difícil es la repartición
“Con mucha precaución los entregamos a personas de confianza, y ellos los redistribuyen por sus zonas”, afirma uno de los miembros. Les cuesta conseguir transporte, pero cuando pueden sacarlos, intentan ubicarlos en los lugares que consideran más necesitados. Si los donan en una protesta, procuran dárselos a los que ven más arriesgados durante la represión. Así han logrado ceder sus productos tanto en el este y como en el oeste de la ciudad.
Por estrictas razones de seguridad, «Alianza Rebelde» ha tenido que mudar el taller varias veces. «Nos sapean, o sentimos que nos tienen fichados», resalta otro de sus integrantes, quien asegura que, a pesar de las circunstancias, siempre estarán listos para seguir fabricando escudos que protejan a «La Resistencia».


Andrés Gerlotti
| Instagram: @agerlotti | Twitter: @agerlotti
Estudiante de Comunicación Social. Alto y flaco. Le gusta la fotografía y el video. Coach motivacional de los que no quieren pedir otra ronda de cervezas.]]>

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