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La ciudad que merecemos

La imagen de la Caracas que merecemos pierde sentido si debemos permanecer encerrados tras las rejas de nuestras propias cárceles. En tres ocasiones, en estos días visité la urbanización San Bernardino y recorrí la vía de acceso al hotel Ávila.

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Mientras caminaba, por primera vez aparecían ante mis ojos edificaciones de diversos estilos que daban cuenta de una Caracas distinta, que me luce haber sido más indulgente y generosa, pues se pueden recorrer trechos bajo la sombra de árboles frondosos a las faldas del parque nacional El Ávila, hoy Waraira Repano.

Por la curiosidad que despertó un tuit, meses atrás, de @ArquitecturaVzl, transité la urbanización Las Palmas buscando la quinta que Pérez Jiménez le regaló a la venezolana Susana Duijm, ex Miss Mundo, la cual encontré coronada por un considerable globo terráqueo, cerca del colegio La Salle; afortunadamente se conserva bastante bien. Desde allí con ojos más acuciosos me dio por escudriñar las urbanizaciones La Florida, La Campiña y Los Caobos, y hace apenas unas semanas terminé andando por la urbanización Simón Rodríguez. Ahí descubrí un desarrollo urbanístico que sin duda fue pensado para dar cobijo a su gente. Además del conjunto de edificaciones de vivienda multifamiliar, se distinguen parques, estacionamientos, centro de salud, iglesia y otros muchos espacios que hacen vivible la zona para esta comunidad, privilegiada por una ubicación accesible y de movimiento. La cotidianidad es la convivencia.

De todos estos lugares salí con un dejo de añoranza por tiempos mejores, en que la ciudad de Caracas no se veía tan descompuesta por problemas evidentes de mantenimiento y conservación, inminentes necesidades de inversión para preservar los recuerdos, las vivencias, los afectos. En Simón Rodríguez di con líderes comunitarios, luchadores que no desmayan ante las promesas incumplidas por reparar taludes con amenazador riesgo de movimientos de masas, con ciudadanos que contra toda adversidad y sin miedo alzan su voz y se unen a otras voces solidarias, como la iniciativa del Radar de los Barrios y el movimiento Ingenieros populares, emprendedores sociales que intentan tender su mano y mantener enarbolada la bandera del venezolano, convencido de su derecho a aspirar a vivir mejor.

En esa búsqueda de la ventana desde donde se ve la Caracas posible, la de los sueños de todos, recordé que en la Gaceta Oficial Nº 39.272, de fecha 25 de septiembre de 2009.

El Instituto de Patrimonio Cultural declaró mil 216 locaciones del municipio Libertador como patrimonio cultural. De esa larga lista, resulta sorpresivo el inventario de bienes que fueron declarados patrimonio y el estado de abandono en que se encuentra buena parte de ellos. En esa declaratoria debían haberse previsto los recursos para cubrir los costos de rescatar las joyas de la ciudad, esas que tenemos el derecho a disfrutar, y dejar como legado a las generaciones futuras.

Cabe recordar que el esfuerzo por rescatar la imagen de la Caracas que merecemos pierde sentido si debemos permanecer encerrados tras las rejas de nuestras propias cárceles, esas en que se han convertido nuestras casas tras concertinas, cercos eléctricos, rejas.

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