Un venezolano que conquistó San Francisco

A sus 32 años recuerda, cómo desde muy pequeño, comenzó trabajando en el Taller Creativo Anders Teodorowicz, la empresa productora de eventos y construcción de escenografías de su padre. “Era una empresa pequeña donde toda mi familia -mis padres, mis dos hermanos y yo- ayudamos  a construir escenografías y a producir eventos. Con los años  y la creatividad de mi papá, la compañía creció de manera explosiva y empezó a producir en gran volumen”, narra Kael.
No escatima en expresar que ese lugar, el taller de papá, era su parque de diversiones. “En vez de construir LEGOS, construíamos cosas inmensas”. También recuerda que, aunque era como un juego, sus padres establecían normas estrictas. La puntualidad y el compromiso eran prioridad para ganar cualquier partida.
Fue al momento de hacer pasantías que comenzó a desarrollar su interés audiovisual. “Cambiaría mi vida y el enfoque de lo que quería hacer”. Trabajó como asistente de producción en un programa de televisión producido por CINESA llamado “Mochileros”. “Viajábamos por toda Venezuela visitando lo más hermoso y representativo del país. Allí conocí a Marcel Rasquin, unos de los mejores directores de cine y publicidad del país. También allí me encontré a las productoras Ingrid Serrano y Carolina Iglesias. Todos motivaron mi carrera”. Asegura que Mochileros es el proyecto que más ha disfrutado. “Fue donde arrancó todo, por la pasión que sentía por lo que hacía. Porque amé al equipo de trabajo y porque me dio el chance de enamorarme de toda  Venezuela”, cuenta con nostalgía desde Estados Unidos, donde hoy reside.
A partir de allí trabajó con los mejores productores y casas productoras más premiadas en el medio publicitario en Venezuela: A&B producciones, Xtreme Pictures, Factor R+H producciones, Soda producciones y Phraka, entre otras. Marcel Rasquin también le ofreció ser el productor de campo de su exitosa ópera prima Hermano.
“Con mucho dolor tuve que rechazarlo porque estaba en camino a San Francisco, para realizar un máster en dirección de cine”, cuenta. Fue entonces cuando todo cambió. En San Francisco ha estado los últimos ocho años de su vida.
“Pasé cuatro años haciendo un máster de bellas artes, especialización en dirección de cine en The Academy of Art University, y de resto filmando comerciales para las compañías más reconocidas del momento: Apple, Adobe, Microsoft, HP, Toyota, Autodesk, Google, Hyundai, AT&T, Verizon, Exxon, SF 49rs, SF Giants,  Ford y muchas más”. Además, hizo muchos trabajos en producciones independientes, de las cuales dos recibieron premios muy importantes. Entre estos TOB, un corto en el que fue director de arte, y que ganó más de seis premios internacionales como mejor cortometraje experimental, y otro: Adobe Creatives, en el que participó. El proyecto fue ganador de un Cyber Lyon en Cannes.
Cuenta con entusiasmo que durante estos años en San Francisco, empezó un boom tecnológico y de Startups (empresas emergentes apoyadas en la tecnología). “Repentinamente se crearon cientos de empresas con la filosofía de The Lean Startup, donde las empresas tienen que funcionar con un equipo mínimo, cortando gastos por todos lados. Al ver todo este movimiento vi mi oportunidad de empezar a dirigir y producir comerciales independientemente y eso fue lo que hice”.
Kael empezó a dirigir y producir videos a Evernote Latinoamérica, una empresa que desarrolló una aplicación informática cuyo objetivo es la organización de información personal mediante el archivo de notas.
“El éxito de los videos de Evernote me llevó a trabajar para otras compañías de tecnología como Prezi, LinkedIn, Lettuce, Uber, Sanebox y the Startup Weekend”.

A pesar de los logros alcanzados, Kael asegura que emigrar no es nada sencillo. “El choque cultural fue bastante duro, el hecho de no dominar el inglés al 100% me afectó mucho más de lo que esperaba. El otro proceso que fue una odisea fue el de los dólares preferenciales de estudiante, el primer año en San Francisco no conté con el apoyo del cambio de divisas y me hizo la vida de cuadritos. Pero lo más difícil del proceso migratorio, fue aceptar que -en principio-  no podía trabajar. Esa sensación de estancamiento creo unas ansias que nunca en mi vida había sentido antes. fue muy frustrante pero ya todo pasó”.
Admite que como inmigrante debes trabajar mucho más duro para ganarte el respeto de la gente, pero su vida demuestra que todo es cuestión de tiempo y esfuerzo. A pesar de su fructífero camino, Kael aún no se siente acostumbrado a estar lejos de su patria. “El guayabo de estar lejos de Venezuela no lo he superado, siempre hay algo que me la recuerda: mis amigos, el clima, mis compañeros de trabajo, el Ávila, las playas, Caracas, las fiestas, el baile, las arepas, las empanadas, el queso blanco, el pabellón. Hay algo dentro de mi que la necesita y que siempre la necesitará”. Se define como soltero, sin compromisos y disponible, en sus planes, está volver algún día a Venezuela. “Filmar en mi país es lo mejor que hay”.
En este momento el venezolano se encuentra realizando una campaña comunicacional para una bella causa, una fundación sin fines de lucro que lleva por nombre Alegría. “Se encarga de operar a niños con labio leporino, paladar hendido y otras deficiencias maxilofaciales en zonas del mundo con bajos recursos”. Además de ponerle el alma y corazón al proyecto de la Fundación Alegría, Kael se encuentra en proceso de creación de unas aplicaciones que facilitan el proceso de la producción audiovisual y sigue como siempre, grabando comerciales y cosechando éxitos en nombre de Venezuela.

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