Venezuela

Por qué son importantes estas elecciones y qué puede pasar después de ellas (II)

En todos estos años, durante el largo pulso que ha mantenido el chavismo con la oposición, voceros de diferente calibre han formulado alertas en torno a la suprema importancia de cada elección que se avecina.

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Foto: Andrea Hernández

Este argumento se usa en ocasiones para restarle importancia, e incluso para ridiculizar, los llamados al voto como instrumento de avance y movilización nacional. Parte del pesimismo que se respira en la calle reposa en la sensación de que nada en Venezuela se resuelve, aún a pesar de todo lo que se vota.

¿Ha valido la pena, con todo lo duro que pueda significar no obtener la victoria, salir a votar? ¿Ha avanzado la Oposición, haciendo todo lo que hace? La verdad es que todos tendríamos que reconocer que, desde 1999, hasta más o menos 2013, el chavismo fue un movimiento mayoritario en Venezuela. Desde 2010, aún cuando lo araña, la Oposición no logra sobrepasar el muro del 50 por ciento de los votos.

Luego del fracaso del Referéndum Revocatorio, las fuerzas políticas de la Oposición tuvieron que encararse ante una dura realidad. Este no sería un movimiento tan pasajero; la toma de PDVSA ya era un hecho y la del Ejército iba en camino; la astucia y la falta de escrúpulos de Hugo Chávez hacían presumir un duro trajinar para remontar la cuesta. Entre otras consecuencias, en agosto de 2004, Hugo Chávez derrotó la hegemonía de la televisión comercial venezolana y se consagró como una amenaza internacional.

Los factores de Oposición decidieron mayoritariamente transitar de forma disciplinada, y casi doctrinal, la ruta constitucional, no sin desarrollar varios debates traumáticos de carácter interno, y de soportar toda suerte de provocaciones del chavismo. Sin dudas que se tomó una decisión acertada; claramente fértil para llevar adelante iniciativas de carácter mixto que hicieran expandirse el mensaje del cambio democrático entre la gente.

Después de la candidatura de Manuel Rosales, los partidos de Oposición obtuvieron, gracias a su esfuerzo, varios haberes. La Oposición derrotó a Chávez por primera vez, en la tentativa de Reforma de 2007; obtuvo 6 plazas fundamentales en las elecciones de gobernadores, conquistando definitivamente centros urbanos grandes, en 2008, y le otorgó todo un susto al chavismo en las controvertidas parlamentarias de 2010, sobrepasando al PSUV en votos y obteniendo una nutrida bancada, que, tristemente, luego presentó un desempeño modesto.

Ya creada la MUD, la sociedad democrática tenía objeciones de forma, y quizás de fondo, pero todo el mundo sentía que objetivamente se estaba avanzando. El 2012 era un horizonte a conquistar. La calidad política de la plataforma mejoró con Aveledo; se realizó un importante trabajo programático y se ejecutaron unas elecciones primarias perfectas, de carácter masivo; con un liderazgo renovado, que supo atenerse a los resultados.

Fue muy duro haber tenido que encararse con aquella derrota de 2012, luego de haber hecho su mejor esfuerzo y presentado un muy buen candidato. Venezuela como criterio entró en crisis para todos. El país no estaba listo para el trasiego emocional con la Oposición y eso profundiza la crisis. Con su enfermedad, Chávez supo envolverse emocionalmente con los sectores desposeídos.

Con Nicolás Maduro las cotas de deterioro sembradas por el chavismo han conocido un carácter sistémico. Los elementos fundamentales que alimentaban el poderío del oficialismo están muy deteriorados. El poderío popular chavista ha prescrito, y el país tiene que saber interpretarlo. Ya no está el caudillo, que ha fallecido, y ha dejado un heredero de facultades limitadas; ya no hay dinero, y ya no hay solución alguna qué anteponer ante este pandemonim inflacionario. La crisis se respira en todos lados, y no es sólo de orden económico: es una crisis social en expansión, con la delincuencia irrespetando las disposiciones del gobierno.

La MUD presenta un acuerdo político estable, que descansa en una única tarjeta, y aspira a conquistar un volumen tal de escaños que le permita asumir la Directiva de la Asamblea Nacional, producto de una mayoría que podría ser absoluta, fruto definitivo, su vez, de una nueva voluntad en Venezuela.

Es un escenario probable; en modo alguno seguro. Ha quedado dicho: si, durante todos estos años hemos observado una correspondencia más o menos literal entre lo que han venido diciendo las encuestas y lo que termina sucediendo el día de las elecciones, lo aconsejable es que le otorguemos próximo 6 de Diciembre su oportunidad.

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