Venezuela

Todo suma, si la mayoría sigue

Precipitar un conflicto de poderes es regalare al chavismo el único instrumento institucional para neutralizar los efectos de su derrota. 

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Foto: EFE

La Asamblea Nacional ha decidido dar por buena la sentencia de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia en torno a la desincorporación de los cuatro diputados electos por el estado Amazonas. La concesión puede que no ha haya caído demasiado bien. Digamos que el chavismo no se la merece.

El país entero sabe que la directiva del Poder Legislativo tiene un fuero lo suficientemente hondo como para hacer valer sus atribuciones en este circunstancia, sobre todo si tomamos en cuenta la forma chapucera y apurada con la cual que estos magistrados, controlados políticamente por el PSUV, fueron electos en los días de Navidad.

Todos los repartos podrán hacerse. Hay, con toda seguridad, y ahí estarán los abogados y los expertos para explicarlo, muchas  razones de carácter legal que asistían y asisten a la MUD en la Asamblea Nacional.  Entre otras cosas, además del peso indiscutible del constituyente, que se expresó en unas elecciones, una sentencia de años atrás de la propia Sala Electoral, en la cual se establece que los poderes constituidos no pueden revocar mandatos producto de la voluntad popular.   No puede producir placer alguno, además, andar haciéndole miriñaques y concesiones a dirigentes que aprobaron leyes fundamentales con mayoría simple, y que han evidenciado tanta escasez de honor para admitir su derrota.

Priva acá, como siempre, la razón de la política.  Precipitar un conflicto de poderes es regalare al chavismo el único instrumento institucional para neutralizar los efectos de su derrota.  La Oposición, en cualquier caso, sigue controlando la mayoría calificada con los 109 diputados. Es muy probable que la MUD vuelva a triunfar en Amazonas si toca repetir las elecciones.  Ni uno sólo de sus intereses parece quedar afectado con la concesión hecha. Se avecina una exigente tarea legislativa, que está esperando un país sediento de soluciones y esperanza. Eso es lo que el chavismo necesita: una Asamblea Nacional neutralizada, sobre todo si todavía no ha ejercido funciones. Una situación intermedia que le permita gobernar de facto.

Son momentos muy tensos. Pedro Carreño plantea que será el TSJ quien le apruebe los recursos al gobierno.  Luis Almagro se ha dirigido a Maduro planteándole abiertamente la posibilidad de invocarle la Carta Democrática de la OEA, un dispositivo del cual Venezuela, con Hugo Chávez, fue firmante en 2001. El chavismo, cercado, marchito,  ya bajo sospecha para demasiados en la comunidad internacional, acaricia mecanismos directos o directo para desconocer a la Asamblea Nacional.

Habiendo superado este escollo con habilidad, a la todavía existente mayoría calificada de la MUD le espera un enorme trabajo, y un exigente debate, en torno a los problemas de Venezuela.

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