Venezuela

Así se vive en El Cementerio bajo el gobierno de los delincuentes

Los atracos, secuestros, pago de vacunas (extorsiones), robos de vehículos y tiroteos, son la rutina en esta zona del sur Caracas donde mandan impunemente criminales que desafían al Estado venezolano y simbolizan la decadencia del sistema. Desde allí se planifican secuestros, robos  y sicariatos ejecutados en todo el centro del país, según fuentes policiales.

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La populosa zona de El Cementerio, en la parroquia Santa Rosalía, municipio Libertador, en Caracas, ya no es considerada por sus habitantes como zona roja, más bien señalan que es «una zona de guerra», en donde se lucha por sobrevivir diariamente.

Los atracos, secuestros, pago de vacunas, robo de vehículos (hasta 70 fueron reportados en un día) y los tiroteos, se han convertido en el pan nuestro de cada día, en este sector caraqueño, en donde las bandas delictivas mandan e imponen sus reglas en cerros y avenidas. Al igual que en otros sectores de Caracas, como la Cota 905 en El Paraíso, o barrio El 70, en la parroquia El Valle, las autoridades ni de lejos pueden controlar la situación.

Las personas viven con miedo, angustiadas. Dicen que en la zona se juntas los velorios con los novenarios y que siempre se mantiene el luto. Literalmente aseguran que salen de sus casas en la mañana, pero no saben si regresarán en las noches. Varios habitantes de la comunidad accedieron a contarnos sus experiencias para esta crónica para El Estímulo y se atrevieron a denunciar el estado de inseguridad, con una condición: mantener en secreto su identificación, por temor a represalias de los malandros. Estas son algunas de sus historias.

Por estas calles

“Cuando me toca caminar por las calles de El Cementerio, siempre recuerdo de la canción «Por Estas Calles», de Yordano. Aquí tú tienes que andar mosca, por delante, por detrás y de los lados. No es recomendable salir con ropa o zapatos de marca, el uso de celular está prohibido, a los chamos hay que tenerlos bien agarrado de las manos y si ves algo raro, hay que hacerse el loco para no meterse en problemas”, dijo uno de los vecinos.

Cuentan que hace pocos días una muchacha que bajaba de un barrio, rumbo a su trabajo, a la seis de la mañana, fue atracada por un par de motorizados, que la despojaron de su cartera y celular “después la golpearon e intentaron violar en plena calle”, contó otro de los vecinos.

Utilizar el transporte público es toda una odisea, los atracos son muy comunes, a cualquier hora del día y la noche. Señalan que los delincuentes se montan en las camionetas y «jeeps» de una vez amenazando con sus pistolas, exigiendo la entrega de carteras, dinero y celulares. A las mujeres le meten la mano por los sostenes y pantaletas, ya que se ha vuelto costumbre que las damas escondan en sus partes íntimas los celulares para evitar que se los arrebaten.

Cuando se camina por las calles y se escucha el ruido de una moto, ya es señal de peligro. “Lamentablemente son motorizados los que cometen la mayoría de los robos, cuando escuchas una moto se te acelera el corazón, comienzas a sudar, tienes que caminar rápido, tratando de no ser la próxima víctima”, comento una señora.

Comenzó el tiroteo

Los tiroteos por enfrentamiento de los delincuentes con otros malandros o con efectivos policiales, también son comunes.

“Yo trabajo en la calle como mecánico, hace un par de semanas quedé atrapado en medio de una balacera, todos corrieron y a mí solo me dio tiempo de esconderme debajo del carro que reparaba, allí me mantuve por casi una hora en medio del fuego cruzado entre policías y los malandros. Al salir el carro estaba perforado por las balas en distintas partes, me enteré que varias personas fueron heridas, yo me salve de chiripa”, explicó otro vecino.

De modo que cuando “hay fiesta de plomo”, en los barrios, en la parte alta, es preferible quedarse durmiendo en casa de amigos, familiares o pagar una noche en un hotel cercano a la zona. “Esos tiroteos son intensos, duran mucho tiempo, si es de noche cuando escuchamos los primeros tiros nos ponemos alerta, en muchas casas se tiene que dormir en el suelo. Si los enfrentamientos son de día, no se mandan los niños a la escuela y nadie sale de sus casas, se cierran los negocios, se suspende el servicio de transporte público, voluntariamente comenzamos un toque de queda”.

Aseguran los lugareños que las bandas delictivas tienen armamentos de todo tipos y calibre, que reciben las municiones todas las semanas y hasta sospechan que en alguna parte de algún barrio tienen una máquina para fabricar balas o reciclar los cartuchos disparados. “Lo que sí es verdad es que los choros (delincuentes) se encuentran mejor armados que la policía”, explicó otro de nuestros entrevistados.

Secuestros y pago de vacunas

Pagar vacunas (extorsiones) a los delincuentes en El Cementerio, es un secreto que todos conocen. Aseguran que las bandas delictivas tienen un censo de todos los comercios y actividad económica que realizan. Mensualmente tienen que dar un aporte, o en caso contrario pueden ser atacados por los delincuentes.

Dicen que por esta razón el 60% de los comerciantes han decidido cerrar y vender sus locales, pero el problema es que no hay quien compre. Los que quedan trabajan menor tiempo, detrás de las rejas.

“Aquí tuvimos un caso de un señor que abrió una taguarita para ofrecer desayunos y almuerzos, los malandros le pidieron el pago de una cuota mensual que no podía cancelar, y entonces le dijeron que tenía que colaborar con 300 empanadas semanales, igual tuvo que cerrar el negocio”, dijo una de las fuentes.

En cuanto a los secuestros, la situación es más crítica. Nos contaron que la noche antes de estas entrevistas fueron secuestrados dos comerciantes, pero que estos casos no son denunciados ante los cuerpos de seguridad.

“Aquí te secuestran y los familiares tienen que esperar que los delincuentes se comuniquen para negociar el pago del rescate, hecho que no te asegura la vida de la víctima, todo es cuestión del ánimo que tengan ese días los secuestradores”, dijo un testigo.

Contaron que entre los casos destacan un señor comerciante que fue secuestrado, pagado el rescate y lo encontraron en una calle salvajemente golpeado. También recuerdan el secuestro de otro ciudadano que vendía licor en el zona, los familiares pagaron el rescate, pero luego encontraron el cuerpo con varios disparos fatales.

Pranes reclutan a menores

Los testigos explican que los delincuentes han divido el sector en zonas, cada una comandada por pranes (jefes de bandas) diferentes, quienes son los que marcan las pautas, controlan la venta de drogas y licor, organizan las llamadas fiestas electrónicas, deciden a quien van a secuestrar, a quien van a matar, controlan el ingreso de armas, tienen todo un arsenal con granadas incluidas. También se han encargado de reclutar menores de edad, para que ingresen en las bandas.

“Muchos de los integrantes de los grupos delictivos son menores de edad , que son entrenados como delincuentes. Entran al mundo de las drogas y no les importa robar hasta a sus familiares, sacan de sus casas dinero, comida, electrodomésticos, ropa, zapatos cualquier cosa que puedan vender”, relató otro de nuestros entrevistados.

Muchos de estos jóvenes son probados en «rituales de iniciación», en los cuales tienen que demostrar «valor» asesinando de disparos certeros a víctimas elegidas al azar, inclusive a policías.

Igualmente hay muchas muchachas que ingresan al mundo delictivo, se hacen pareja de los pranes y sus secuaces, para ayudarlos a cometer sus fechorías. “Hay pranes que tienen varias mujeres, que pasan a ser algo así como una propiedad. Estas damas tienen que ser respetadas, nadie se puede meter con ellas, no pueden ser cortejadas por ningún otro hombre ya que se corre el peligro de ser sentenciado”, explicó esta fuente.

Señalan los vecinos de El Cementerio, que las veredas  de la parte alta son las más peligrosas, ya que colindan con los barrios de la Cota 905 y El Valle. Explican que cuando hay alguna acción policial en alguno de estos lugares, los delincuentes buscan refugio en zonas cercanas hasta que pase el peligro. “Imagínate aquí se dice que hasta «El Picure», ha venido a realizar reuniones con los pranes de esta zona”.

El Picure es uno de los jefes de bandas de más amplio prontuario en Venezuela y supuestamente  uno de los más buscados. Opera más bien en el sur del estado Aragua y en el noreste de Guárico y en Miranda.

Entierros rapiditos

Una de las recomendaciones que ofrecen los vecinos de la zona, es que si aún existen personas tan valientes de llevar a enterrar sus familiares en el Cementerio General del Sur, cumplan el sepelio rapidito, antes que bajen los ladrones y atraquen a todas las personas integrantes del cortejo fúnebre, como ha sucedido en varias oportunidades.

“Allí no se salva nadie. Solo el pasado 23 de febrero se reportó el asesinato de un carpintero que estaba con unos amigos dentro del Campo Santo y fue sorprendido por unos delincuentes que lo golpearon y le dieron varios tiros de perdigones para quitarle 600 bolívares. Diariamente se conocen historias de personas que visitan el cementerio y dicen haber sido robadas, por malandros que se esconden entre la maleza y las tumbas”, explica otra fuente.

Señalaron los vecinos del cementerio, que allí las personas tienen que rezar no solo por el eterno descanso del alma de sus deudos, sino también para que cuando regresen de visita encuentren el cuerpo, ya que las proliferaciones de tumbas se han agudizado en los últimos meses y los cuerpos se los llevan hasta con apenas un mes de haber sido enterrados. Por este delito acusan a los llamados paleros, que requieren el cuerpo para realizar sus trabajos de magia negra.

“Las denuncias de todo lo que pasa dentro del cementerio General del Sur ya la hemos hecho en distintas oportunidades, pero no hemos tenido respuesta. Nos decimos que si los funcionarios policiales no pueden darle seguridad a las personas que vivimos en Santa Rosalía, ¿se van a preocupar por lo que le pase a los muertos?», argumentó otra fuente.

Denunciar es peligroso

Después de escuchar estas y otras historias de los habitantes de los distintos sectores de la parroquia Santa Rosalía, especialmente de la zona del Cementerio, les preguntamos por qué no se denuncian la mayoría de estos problemas. Esta respuesta encierra una explicación común:.

“Mira, cuando uno denuncia, tienes que dejar tu nombre y dirección, el nombre o apodo del delincuente que quieres que detengan, pero resulta que en muchos casos las personas no han terminado de llegar a su casa desde la comisaria, cuando ya los delincuentes tienen toda la información del procedimiento legal que se ha realizado y toman venganza. Por esa razón no creemos en las denuncias, pues también se sospecha que dentro de los cuerpos de seguridad hay funcionarios que le pasan los datos a las bandas delictivas”, dijo otra de las vecinas.

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