Venezuela

#GlobalDebout y la economía colaborativa: el atraso del Estado

Antes de la teoría del meteorito, otra de las hipótesis sobre la desaparición de los dinosaurios era que esos animales tenían un cerebro muy pequeño para poder adaptar un cuerpo tan grande a los cambios climáticos y otras transformaciones exigidas por la evolución.

Publicidad

Era una forma sencilla de decir que las unidades de manejo centralizadas y de gran escala no tienen la variedad de respuestas suficiente para coordinar sistemas complejos. Es, precisamente, lo que le sucede al Estado en la sociedad contemporánea.

El Estado, como sistema de regulación, no cuenta, ni puede contar, con la variedad de acciones y dispositivos necesarios para controlar la diversidad de comportamientos del inmenso cuerpo social que pretende regular.

El reclamo de sistemas de regulación policéntricos, interactivos, de asambleas populares abiertas, de movilización y coordinación ciudadana, es lo que da pie a muchas de las protestas y reivindicaciones de los indignados. Sus resultados son, sin embargo, otra cosa.

La Nuit Debout (Noche en Pie), el movimiento de indignados franceses que nació con la marcha convocada por los sindicatos para protestar por la reforma laboral propuesta por el gobierno socialista de Francois Hollande, ha reunido en París a todas las fuerzas anticapitalistas del mundo para llamar a una protesta internacional el 15 de mayo, el #GlobalDebout.

Muchos de los colaboradores de la gran jornada y el llamado al Rève General (el sueño general) son activistas de Barcelona en Comú y del partido español Podemos.

Y como señala la prensa mundial, “las movilizaciones de la #GlobalDebout pueden favorecer especialmente el movimiento en España. Por un lado, favorecer la victoria de la herramienta Podemos ante unas elecciones inminentes en junio.”

Llama la atención, entonces, que una tendencia que se supone defensora de los derechos ciudadanos y de la libertad, aúpe a un movimiento político chavista o a activistas con una visión marxista trasnochada, aproximaciones veladas hacia la centralización del poder.

Vivimos, todos, momentos de cambio y de confusión. Los sindicatos que organizaron las marchas contra la reforma laboral en Francia son los mismos que se oponen al progreso y expansión de la economía colaborativa, el gran invento y reto de la economía contemporánea.

Las nuevas plataformas de negocio como Uber, Airbnb, Facebook, no encajan en los modelos interpretativos de la economía política del siglo XX. Menos en el marxismo decimonónico.

Representan un mundo distinto, un universo ágil y móvil que no puede ser coagulado por las formas rígidas de las organizaciones gremiales ni por el Estado. Muestra de ello es el caos legal al que se enfrentan los nuevos modelos de negocio.

Ciegos a su velocidad de crecimiento, los Estados intentan atraparlos con legislaciones distintas de ciudad en ciudad, corsets que las poblaciones sueltan y adaptan a su cuerpo real.
@axelcapriles

Publicidad
Publicidad