Venezuela

Acechanzas del humor venezolano: “Unos mueren de hambre, otros mueren de risa”

El primer presidente de Túnez, Habib Bourguiba decía que: “afortunado es el hombre que se ríe de sí mismo, ya que nunca le faltará motivo de diversión”. El pequeño detalle está, en que, si todo el tiempo ese hombre afortunado se está riendo y divirtiendo, cuando todo alrededor se está derrumbando, podría ser arrastrado intempestivamente por los escombros.

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FOTO: REFERENCIAL

El humor es sin duda una válvula de escape, sobre todo en tiempos difíciles como los que vivimos. No tengo que agregar que el humor ha sido históricamente un instrumento muy sutil e inteligente de crítica de los males que moran en una sociedad y de sus promotores y ejecutores. El problema en mi opinión surge, cuando el humor se convierte en un psicotrópico con sus respectivas secuelas, que hace perder constantemente el foco y creer que se está alcanzando un objetivo, cuando en realidad éste está llevando los esfuerzos al inicio, al continuo reseteo.

Esa inadecuada aparición del humor, del chistecito ante las situaciones más dramáticas que se viven en el país, emulan a un sujeto que llega borracho y sin invitación a un evento formal, donde se discuten cosas serias, poniendo la torta, generando desconcierto, robándose alguna risa, pero dejando después un profundo desasosiego, porque a pesar que lo tragicómico, es el lado cómico de lo trágico, siempre es mas trágico, que cómico.

Cuando vi el vídeo de “La Serenata a Tibisay” pensé en que estuvo fuera de lugar, fue desafortunado, porque fue una contribución adicional a que no solamente no se tome seriamente en Venezuela a algunos representantes de la oposición, sino también en otras latitudes. Quien objetivamente ve el vídeo desde afuera podría pensar «estos tíos no la están pasando tan mal como dicen». Me imagino a quienes participaron en el video, riéndose y creyéndose que se la estaban comiendo. Alguno diciendo «chamo que vaina tan buena» risas y más risas. Otro agregando: «qué dirá la Rectora cuando lo vea? jajajaja» Igualmente, cuando escucho los comentarios burlones e irónicos o las respuestas fuera de lugar de los responsables de nuestros males (otra forma de hacer humor ¿más trágica?), también pienso lo mismo; no nos toman y tomarán en serio, como nación que debió entrar ya al siglo XXI, y se comporta como si estuviera en el siglo XIX.

Muchos estamos en una suerte de duelo porque el país del que nos hablaron nuestros padres, incluso abuelos, el que alguno de nosotros vimos vivir algo enfermo, pero con buen talante, murió. Murió por el derroche, la insensatez, la falta de cordura, la corrupción, la falta de planificación, la “farmacodependencia petrolera”, el crimen, la falta de comida y de medicinas, y muchas mas dolencias, pero sobre todo murió, porque algunos no quisieron salvarlo, cuando aún se podía.

Ciertamente nació otro país, pero tiene muchas deficiencias de cara al difícil futuro que le corresponderá enfrentar.  Entonces, me pregunto, si cabe la risa contínua en el medio de un duelo. Si tienen alguna cabida los chistes sobre la Venezuela que fue y no ha podido llegar a ser, a pesar de tener tanto potencial.

La psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross, describió las cinco etapas por las cuales una persona lidia con la pérdida. Negación, ira, negociación, depresión, aceptación. Después de superadas éstas etapas, viene a veces el olvido.

Al respecto, sobre ese particular olvido, otro gran escritor colombiano, después de García Márquez en Cien años de Soledad,  Juan Gabriel Vásquez, ganador del premio Alfaguara, y recientemente del premio Casa de América, éste último con su obra “Las Reputaciones”, sintetizó en un párrafo de la misma, sobre el olvido y Colombia; perfectamente aplicable a Venezuela que: “Nada sorprendente, por otra parte, en este país amnésico y obsesionado con el presente, este país narcisista donde ni siquiera los muertos son capaces de enterrar a sus muertos. El olvido era lo único democrático en Colombia, los cubría a todos, a los buenos y a los malos, a los asesinos y a los héroes, como la nieve en el cuento de Joyce, cayendo sobre todos por igual”

Pienso en tanta gente muriéndose sino de hambre, de pena, si no asesinada, por falta de medicinas, sino por el agua contaminada, por la risa injustificada, y concluyo que así es la vida, unos mueren de hambre, mientras otros mueren de risa.

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