Con sus disposiciones, el chavismo ha decidido achicar al mínimo el contenido de los procedimientos institucionales, haciendo escaso el oxígeno para las estrategias políticas rutinarias. Las elecciones, la creación de las leyes, el acceso a la justicia la descentralización, la voluntad popular: todo ese poder terminar convertido en chatarra, si no lo está ya, si no se hace nada.
Conjura la Mesa con su postura, al menos momentáneamente, un entorno opinático orientado a responsabilizarla de un eventual estancamiento del Referéndum a partir de las maniobras que ejecuta el chavismo del CNE con el objeto de neutralizarlo.
Las arremetidas contra la MUD tienen como objetivo, muy probablemente, ocupar su puesto y conducir las cosas de otra manera. Cuando Henry Ramos afirma que la MUD “no es, ni pretende ocupar, todo el espacio de la Oposición” lo hace a sabiendas de que en las encuestas el espectro de simpatías de la Mesa, de la cual él es un representante conspicuo, sigue siendo muy alto. Habría que ponderar como positivo, en cualquier caso, que la posición de la MUD sea el resultado una consulta amplia, que incluye a sus sectores más críticos, como María Corina Machado, y que parece resumir el estado de ánimo de un espectro amplio de personas.
El “conejo” del Referéndum, ciertamente, puede traer costos. No se debe ni se puede quemar. La Oposición debe seguir haciendo respetar su fuero y evitar la imposición, o transarla con costos. Necesita la Unidad, a partir de este momento, de la empatía y la cabal comprensión de la población en torno a la importancia de manifestarse pacíficamente en las calles cuando toque salir a pedir elecciones justas, libres y limpias en Venezuela durante los próximos meses.
¿Podrán juntarse los hados, alinearse los entornos energéticos, hacer combustión la misma voluntad el mismo día, para lograr una manifestación popular del tamaño de la del 1 de septiembre? La escena del 12 de Octubre está servida. Si la agenda social se encuentra con la política el mensaje interno y externo puede tener un efecto contundente. Acá muchas cosas se cuecen a partir de las percepciones. Eso es, en buena medida, la política de hoy.
La pregunta no es retórica ociosa: no siempre las marchas quedan grandes. La zancadilla de Jorge Rodríguez estaba pensada, precisamente, para desactivar arrestos y enfriar expectativas. No han estado especialmente nutridas algunas manifestaciones fundamentales de este tiempo. Las cosas no siempre se logran, a pesar de que casi todo el mundo está harto y, además, dispuesto a votar por la MUD. La gente quiere llegar a alguna parte. Ha preferido, por eso mismo, por momentos, firmar y votar. Lo ocurrido el 21 de septiembre fue una demostración real de poderío, un despertar que, por eso mismo, puso a vibrar a mucha gente. Hay un agotamiento inocultable frente al problema venezolano. Los diagnósticos y las expectativas, aplazados, se han vuelto crónicos; todo empeora día a día y no hay formar de detener eso.
Lo hemos afirmado en otras ocasiones: el Referéndum hay que salir a buscarlo. No es una pizza que se pide por teléfono. Si de verdad vivimos una situación límite, una emergencia, tiene que haber un país entero pidiéndolo. Pedir elecciones no es pedir un golpe. Procurar que el chavismo se avenga y permita el Referéndum. Debe involucrar, entre otros elementos, criterio, vocación pacífica, presencia en las calles, volumen de personas, y, particularmente, en el trimestre que se aproxima, un objetivo con un destino concreto. Objetivo que puede mutar, en las circunstancias, tomar derroteros alternos o cesiones, sin desviar a la sociedad de la meta final.
Algún tipo de consulta, finalmente, podría terminar siendo el resultado del acuerdo luego de la lucha por una consulta.