Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que el hablar mal de Chávez sólo representa un “comentario jocoso”, cuando vemos cómo un gobierno indolente abandona a nuestra población indígena que muere de hambre o porque simplemente se ha permitido hasta la destrucción de sus hábitats, vendiendo al mejor postor todos los espacios naturales del mal llamado “arco minero”, desde donde contaminan toda la fauna, flora y reservorios hídricos del país.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que el hablar mal de Chávez sólo representa un “comentario jocoso”, mientras vemos que durante el ejercicio del madurismo, pasamos de una inflación anual de dos cifras, hasta superar los tres dígitos por año, lo que pulverizó los salarios y liquidó por completo la posibilidad de que el pueblo pueda llevar una alimentación digna y balanceada.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que el hablar mal de Chávez sólo representa un “comentario jocoso”, cuando jefes militares son acusados de corrupción por importación de alimentos, sin que existan responsables ante la escasez de comida que ha obligado al pueblo a ser humillado en severas colas para encontrar productos de la llamada cesta básica.
Dicen que una imagen vale mal que mil palabras, así que el hablar mal de Chávez sólo representa un “comentario jocoso”, cuando “magistrados” y “abogados constitucionalistas” justifican las “sentencias” que han convertido en papel higiénico la Constitución promulgada por el líder de la llamada «revolución bolivariana», violando hasta el derecho al voto como principio fundamental de cualquier democracia; verbigracia, dejando en evidencia ante los ojos del mundo que Venezuela está controlada por un gobierno neototalitario.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que el hablar mal de Chávez sólo representa un “comentario jocoso”, mientras bajo la égida del madurismo, vimos cómo la oposición ganó de manera abrumadora la Asamblea Nacional en 2015, precisamente cuando finalizaba el mandato de quien la había dirigido de manera férrea, y ahora en actitud hipócrita, se queja de quienes por diversas razones fustigan lo que fue el gobierno del presidente fallecido.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que el hablar mal de Chávez sólo representa un “comentario jocoso”, cuando vemos la delincuencia, la guerrilla, el paramilitarismo, las mafias del oro, bachaqueros, especuladores financieros, corruptos, y toda forma de organización al margen de la ley, quienes cuentan con el aval de los cuerpos de seguridad del Estado y tribunales para delinquir a sus anchas, robando y asesinando, mientras los jefes maduristas, se han convertido en sus mejores aliados desde el manto de la complicidad y la impunidad.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que el hablar mal de Chávez sólo representa un “comentario jocoso”, cuando vemos que miles de pacientes, entre ellos niños y ancianos, mueren dentro o fuera de los hospitales por ausencia de medicinas, incluso afectados por enfermedades que eran epidemias hasta principios del siglo XX, en aquella Venezuela rural.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que el hablar mal de Chávez sólo representa un “comentario jocoso”, cuando comparamos los grandes logros sociales que fueron desarrollados y construidos entre 1999 y 2012, y fueron destruidos por Maduro y Cabello entre 2013 y 2016, al ver que tenemos un país que fue liquidado en su signo monetario, empobrecido con venezolanos que comen de la basura, azotado por una implacable red de malandros y asesinos, con una acelerada destrucción de sus autopistas, carreteras, puertos y aeropuertos, con pésimos servicios públicos de agua, electricidad y transporte, con un aumento desproporcionado de la mortalidad infantil, el número de embarazos por adolescentes, la delincuencia juvenil, así como al ver a pensionados y jubilados sobreviviendo con ingresos infrahumanos, y una permanente emigración de venezolanos, quienes al tener que vivir esta desgraciada realidad, perdieron cualquier esperanza por un futuro mejor en la patria de Bolívar.
Con callar a quienes hablan mal de Chávez, el madurismo no va a cambiar la nefasta historia que estamos viviendo como pueblo. La pregunta sería: ¿También van a prohibir hablar mal de Maduro y sus huestes ramplonas ante la gigantesca crisis moral, ética, política, económica y social que confrontamos quienes aún nos sentimos identificados con Chávez, y de aquellos que por sus razones ideológicas siempre han estado en contra de la «revolución bolivariana»? A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.