Venezuela

Carlos Peláez, biólogo: “Siento que llegó la marabunta al poder”

Quitarle el yesquero a los dioses podría verse como otro acto de soberbia de los que tanto han recalentado al planeta. Pero su programa de radio, El Conuco de Prometeo, lo que trata es de llevarle ciudadanía a la gente mostrando que lo ambiental no es sólo ser consciente y hacer consumo eficiente, sino, igual que la política, algo inseparable de todo retoño humano en sociedad.

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Fotografías: Cristian Hernández

Carlos Peláez es un biólogo caraqueño de 34 años que, si fuera un árbol, mostraría en la mitad de su tronco el impacto de una extinción: antes y después del chavismo. La etiqueta fácil es compararle con un rockstar que, en vez de llevar camisa de monstruo, se ha unido a la banda verde. O quizás el mesías de un testamento en papel reciclado que elude invocaciones pavosas a la Pachamama.

Hijo de una científica y criado entre monte, matas y tierra en Choroní y el parque La Fila de El Cafetal, dice que estudiar Biología siempre fue una elección relativamente fácil: “Aunque mi mamá, que sabe lo que es hacer ciencia en Venezuela, prefería Administración o mi otra opción en la OPSU, Arquitectura”.

El incendio vino después: entender a fuerza de leñazo que no necesariamente debía enterrarse de raíz en la investigación académica. Ha hecho fotosíntesis en la divulgación: “Mi vocación es más lo que hago ahora, el conservacionismo y el mundo de las ONG”.

—Usted se acercaba a la mayoría de edad cuando Chávez llegó al poder. Se prometían cambios, si bien la izquierda nunca ha demostrado ser ecológicamente más sensible que la derecha. ¿Qué balance saca de estos 18 años?

—Lo normal en mi casa era estar insatisfecho siempre con el gobierno de turno: Lusinchi, CAP 2, Caldera 2. No tengo hermanos. Era un chamo muy tímido y me gustaba pasar tiempo en la biblioteca del colegio. Me hice amigo de la bibliotecóloga y hablábamos de estos temas. Luego del 27-F, yo le planteaba que la idea de los golpistas era que viniera alguien mejor a gobernar. Y la señora de los libros siempre me decía: “No, dar un golpe de Estado es violencia. No va a funcionar”. Y eso me marcó. Llegó 1999 y para mí Chávez jamás fue una opción razonable. Era violento, estaba automáticamente descartado para ser líder. Todo lo que ha pasado es absolutamente coherente con lo que sentí. Nada ha sido sorpresa.

—Podríamos haber aprovechado la bonanza petrolera para invertir en energías alternativas, por decir algo. ¿Cuál ha sido la mayor oportunidad ambiental que ha desperdiciado el chavismo?

—En ecología todo es válido: lo que importa es que sobrevivas y dejes descendencia. Hay formas de vida que sólo se ocupan de preservarse a sí mismas: en la naturaleza las ves todo el tiempo. Me siento en un ecosistema al que llegaron al poder los violentos. La comparación que hago es con las hormigas. Hay bachacos cortadores de hojas que van a un árbol, lo desfolian y alimentan a toda la colonia. Pero mientras visitan el árbol siguiente, permiten que el anterior rebrote y mantienen una explotación sustentable. Las hormigas guerreras o marabunta ni siquiera hacen hormiguero. Van a una zona, se comen absolutamente todo y se mudan. Donde caen no dejan nada, ni animal ni planta. En Venezuela siento que llegó la marabunta al poder.

“¿Oportunidades perdidas? ¿Lo que se pudo haber hecho? Millones de cosas, que nos habrían favorecido a los que nos desempeñamos mejor en una sociedad pacífica y libre.  Pero aquellos a los que conviene el caos y la violencia, lógicamente, no van a hacer nada que facilite un estado de equilibrio. Mientras más se destruya todo, mejor para ellos. No hay ninguna oportunidad perdida: ellos tomaron la oportunidad de robar, guisar y empastelar”.

—Chávez propuso un eje de desarrollo Orinoco-Apure para desconcentrar la franja costera. ¿Ese fracaso suyo fue una ganancia para los ecosistemas del sur?

—Todo desplazamiento es una invasión de nichos. Llega una especie más fuerte y todo lo que está ahí debe irse o morir: eso es lo que se planteó desde las visiones estratégicas del gobierno. Si quieres un país urbano de megaciudades que deje zonas protegidas para interés turístico, o un país más desconcentrado y espaciado, ambas opciones son válidas y las puedes diseñar sin alterar las funciones ecosistémicas. Todo es cuestión de planificar. Pero si lo que quieres es destruirlo todo porque ahí es que te mueves bien, nada de eso importa. Puedes destruir desde la ciudad o desde el campo.

—Creo que ya ha quedado respondido con lo de la marabunta, pero: ¿por qué este gobierno nunca escucha a los que más se han preparado?

—Porque no va dentro de su plan estratégico. No es que el gobierno no sepa que el calentamiento global es verdad. No es que el gobierno no sepa que pelar el arco minero impacta sobre las cuencas hidrográficas. Es que simplemente no le preocupa. No es que no te crea, es que no le importa. Pero a pesar de que todos los consejos lógicos son completamente desoídos, hay que seguir difundiéndolos desde los medios de comunicación, los que queden. Los científicos generalmente somos malos comunicadores. Uno no puede sentarse y decir solamente: “Es que este gobierno no nos escucha”. En el mundo intelectual, en general, no hemos encontrado la manera de que una suficiente cantidad de personas nos entienda y ejerza algún tipo de presión.

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Chávez versus la lógica

Si hay una palabra que puede hacerle sacudir la melena de furia a Carlos Peláez es “sagrado”. No en el sentido del respeto personal que uno puede sentir ante algo, sino de toda afirmación que no puede ser sometida a duda. “No hay nada que me haga sospechar más de una idea que me digan que es sagrada. Lo que es sagrado no puede pasar por el filtro de la lógica”.

—¿Mantiene contacto con científicos del chavismo, digamos, los que uno podría ver en Conciencia TV?

—Evidentemente hay intelectuales en ambos bandos. Los debates eran de ideas, pero Chávez se encargó de dinamitar sistemáticamente esa dinámica porque no le interesaba debate, sino guerra, odio y división. Se llega a un punto en que la discusión es “maldito chavista” contra “maldito escuálido”: eso es agotador y se deja de hacer. Nos hemos dejado de hablar, lo que en el fondo implica que todavía hay un respeto: ¿cómo esta persona, que es evidentemente inteligente, tiene estas ideas políticas? Siendo que ambos partimos de la lógica, ¿cómo nuestras lógicas son tan diferentes? Por cierto que una de las pocas cosas que me gusta del chavismo es Conciencia TV, porque en su programación hay relativamente poco contenido ideológico.

“¿Pero sabes qué pasaba con Chávez? Para uno que trabaja con la lógica, era desesperante ver que tomaba todas las malas decisiones y las cosas parecían salirle bien. Con Maduro, en cambio, las malas decisiones están teniendo las consecuencias lógicas y además en un lapso breve. Finalmente hemos llegado al punto en que otra vez podemos empezar a debatir ideas. Es lo que está pasando muy poco a poco en el mundo científico. La situación ya es desesperada”.

—¿Por qué se quedó?

—He tenido que responderlo millones de veces. Me estoy quedando porque básicamente he tenido bastante fortuna y me ha ido decentemente bien. Cuento con todo lo que quiero y necesito. No dispongo de una respuesta más elaborada. Amo vivir aquí, mi sueño es vivir bien aquí y me encanta la naturaleza venezolana, que es la que me hizo ser biólogo. Pero también hay un empecinamiento en quedarme porque me siento como un naturalista ante la posibilidad de explorar la Venezuela post-chavismo. ¿Recuerdas cómo Humboldt y Pittier se adentraban en selvas desconocidas a la espera de las maravillas que podían encontrar? Yo quiero explorar ese país al que no he llegado aún.

—Mientras tanto, en Estados Unidos ha llegado al poder un negacionista del calentamiento global.

—El slogan de Trump es Make America Great Again. El Estados Unidos al que Trump quiere volver es el de los años cincuenta, con el crecimiento absurdo de la posguerra y la mayor inversión presupuestaria en armamento. A los científicos de entonces no les parecía una mala idea. Pero el movimiento ecologista no empieza por un capricho de hippies. Puedes intentar volver a los cincuenta, pero no será sostenible, va a colapsar. Hay evidencia dura de que traerá problemas enormes. En aquel momento, a los científicos aquello les parecía una buena idea. Ahora tenemos que adaptarnos al mundo en que vivimos ahora.

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—Problemas científicos nos tocan la puerta todos los días. El agua sale sucia del chorro. La cebolla cuesta mínimo 3.000 bolívares el kilo y mucha gente sigue creyendo que la agricultura es tirar una semilla y ya. ¿A qué le daría prioridad si fuera asesor de un nuevo gobierno?

—La única perspectiva que te puedo dar es la de biólogo-ecólogo y la clave está en tu misma pregunta. El gobierno cierra las panaderías porque los panaderos no producen pan. Y la gente lo primero que dice es: “Sí, es que los panaderos se pasan”. Porque creen que hay una máquina mágica de hacer pan, que se prende y cuando estás arrecho con la gente, la apagas. ¿Cómo vas a pedir a las personas que tomen decisiones políticas correctas en democracia si no saben de dónde viene su alimento, si creen que crece mágicamente? Primero hay que sacar a la mayor gente posible del hueco de no entender. Por eso mi sesgo es hacia la educación en ciencias de la naturaleza. Vivimos entre dos fantasías muy locas: la del chavismo y la del opositor que piensa que tiene razón sólo por no ser chavista. Necesitamos un poquito de realidad.

—La palabra “héroe” se ha contaminado de verde oliva, pero… ¿tiene usted un héroe científico?

—Carl Sagan fue muy buen científico, pero sobre todo un excelente comunicador científico. Ha tenido impacto en mi vida. En Venezuela, mi heroína particular es Ingrid Roth: hizo e ilustró los libros con los que estudié botánica. También Jesús Hoyos, cura lasallista que dedicó su vida a comunicar sobre árboles.

Carlos Peláez nació en Caracas hace 34 años. Es biólogo egresado de la Universidad Simón Bolívar. Tiene un doctorado aún inconcluso de Ecología en el IVIC. Se desempeña como Director de Comunicaciones en la ONG Provita. Conduce el espacio radial El Conuco de Prometeo en la emisora RCR 750 AM.

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