Hora de definiciones

Escribo el día después de las elecciones. Y escribo reiterando mi convicción de que debió acudirse a las votaciones. Lo ocurrido el 15 de octubre en Venezuela contribuyó a que el chavismo montara su estructura de fraude, a que insistiera en ello y dejara nuevamente en evidencia ante el país el su carácter fraudulento.
La abstención, en mi opinión, no contribuía a desnudar cabalmente al régimen. Votar, en las condiciones adversas en que tuvieron lugar estas votaciones, era también una expresión de civilidad. E insisto en ello, no veo otra salida en Venezuela. Sean con el actual liderazgo opositor o con otro liderazgo civil que emerja en la actual crisis. No compro la idea de que un militar “honesto” saldrá a poner las cosas en orden.
La respuesta del régimen, de desconocer la voluntad popular, era uno de los escenarios posibles. Ocurrió también con Pérez Jiménez a mitad del siglo pasado, que creyendo tener todos los resortes del poder convocó a unas elecciones que finalmente le ganó Jóvito Villalba. Aquel fraude, ya que Pérez Jiménez “volteó” los resultados, desnudó a la dictadura. Empero, pasaron años antes de que el liderazgo entendiera que debía actuar al unísono frente al régimen.
¿Aprenderemos algo de nuestra historia en la lucha democrática?

En esta hora de definiciones no es el momento, en mi opinión, para apedrear a los que plantearon la ruta electoral. Yo como millones de venezolanos salí a votar este domingo no sólo porque me convocara la MUD sino porque genuinamente yo creo que como sociedad debemos apostar a una salida democrática y pacífica.
Los que plantearon la estrategia electoral pueden haberse equivocado en su estrategia. Yo como ciudadano insisto en que fue una decisión correcta. Claro, si asumimos que la lucha democrática se da en varios frentes, que esta lucha no ofrece soluciones mágicas y que es ganancia cualquier cosa que revele al mundo la naturaleza dictatorial del régimen. Yo asumí el voto como una herramienta de lucha y no estoy arrepentido de ello.]]>