Maeca López Méndez llegó jadeante y sudorosa tras caminar durante diez minutos una empinada cuesta que enlaza el colegio Bárbaro Rivas con la entrada de Las Minas de Baruta, la barriada más poblada del municipio. Si bien conoce la zona, López no es vecina del barrio: ella forma parte de las 8.000 personas del Colegio Santa Rosa de Lima que fueron mudadas por el Consejo Nacional Electoral al colegio Bárbaro Rivas para ir a votar. Votó por conciencia, dijo, pese a que siente mucha desconfianza por los candidatos.
«Voto porque no quiero entregar espacios. No me agradan mucho (los candidatos) pero lo hago porque quiero una cambio. El ventajismo es un problema pero lo hago por conciencia», afirmó López con la respiración cortada. La hasta hoy directora social de Baruta dejó a varios compañeros en el colegio que llevaban horas esperando por la apertura de las mesas. De 14 mesas habilitadas por el Consejo Nacional Electoral, 8 estaban operativas a mitad de mañana, denunciaron a El Estímulo los electores.
El proceso se retrasaba más porque quienes esperaban la apertura de la mesa se negaban a ser testigos. Los votantes del Bárbaro Rivas, la mayoría provenientes de zonas de clase media como Santa Rosa de Lima o San Román, temían devolverse a altas horas de la noche caminando por Las Minas. La oposición no garantizaba su traslado, dijeron.
El problema agitó los caldeados ánimos de los votantes reubicados, que tenían cuatro horas esperando la activación del centro: «¿y esto no estaba previsto? A menos de una cuadra se están entregando volantes de (el candidato opositor) Darwin González y esa gente puede estar aquí?», expresó Johanna Pulido.
Tomando un café desde su balcón, Miriam observaba los problemas que reinaban en el Bárbaro Rivas, que se encuentra a pasos de su casa. Ella esperaba a que se solucionaran los problemas para bajar a votar. «Aquí muchos vamos a votar por la oposición porque estamos hartos del chavismo», afirmó. «Y eso que habían entregado las Clap (las cajas del gobierno para racionar comida) anoche», apuntó.
Lo menos que abunda en Las Minas de Baruta es la confianza. La barriada es clave para las matemáticas electorales. Por eso la maquinaria del chavismo y la oposición ignoraban la veda comicial para quemar toda la pólvora que queda en cada una de sus veredas y calles. Baruta cuenta con 220.000 electores. Según la firma Datanálisis, la disposición a votar este domingo es del 35%.
El ventajismo electoral se aplicaba a la vista de los militares encargados de velar por la transparencia del proceso. Camionetas 4×4 van y vienen para trasladar a los votantes. El transporte utilizado por el chavismo se identificaban con afiches de su candidata Georgette Toupolian. Menos transporte contaba la oposición.
En el colegio Adolfo Navas, 5.772 votantes están llamados a participar. Sin embargo, las colas no existían. Más había en los «puntos tricolor» activados por el chavismo para verificar los sufragios mediante el carnet de la patria, el mecanismo creado por Nicolás Maduro que está ganando popularidad porque con ellos el gobierno condiciona la entrega de alimentos, casas y hasta vacunas.
Jaime Álvarez, participa en uno de esos puntos de verificación, con un teléfono inteligente. Luciendo una gorra con el logo del servicio de migración, Saime, el funcionario recibía a la gente que se verificaba ante los toldos habilitados por el Partido Socialista Unido de Venezuela. El carnet fue sin duda uno de los grandes vencedores de la contienda.
La ausencia de votantes también se reflejaba en zonas de clase media del municipio. Las colas no existían ni en los colegios Los Arcos, del sector La Esmeralda o en el Alejo Fortique de Piedra Azul. Omar Villalba, candidato opositor que se retiró de la contienda, llamó a organizar una nueva «fuerza opositora» tras el «desastre» observado en el panorama político.
«Estamos enfrentando un grave problema político. La idea es relanzar las fuerzas y hacer una nueva oposición», dijo Villalba a El Estímulo.
Los baruteños no esperan muchos tras las elecciones. Julio Escalona, un estudiante de educación, dijo que votó para tener la conciencia tranquila. Subrayó que, a pesar de los problemas y los vicios que ha visto en la elección, insistirá en el voto como arma de cambio.
«No es lo mismo que te encierren con un candado, a que te dejen con ese mismo candado con la llave puesta», explicó el estudiante de la Universidad Católica Andrés Bello.
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