Venezuela

Enero de dolor e incertidumbre

Escribo antes de que termine el mes de enero y ya estoy agotado. Si enero nos da luces sobre lo que vendrá el resto del año, nos esperan meses inciertos y dolorosos. La incertidumbre y el dolor han sido, según veo, las principales características de este primer mes de 2018.

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Los perniles no llegaron en diciembre, tal como lo había prometido el propio Nicolás Maduro. Sobre los que supuestamente estaban bloqueados en Colombia se desconoce su destino. Para muchos venezolanos, más allá del hambre (que no es un asunto menor), pasar las navidades engañados, terminó siendo un punto de inflexión. Es la primera navidad de la que se tengan noticias que hubo protestas callejeras en la historia contemporánea de Venezuela.

El malestar creciente busca causes. El más inmediato es la protesta vecinal, improvisada o espontánea. El malestar que se vive dentro de la sociedad puede ser ocultado en el campo de la comunicación masiva, ya que la televisión y en menor medida la radio censuran todo lo que tiene que ver con protestas. La radio y la televisión están reservadas a un Maduro que quiere apalancar su reelección justamente gracias a las cadenas nacionales por los medios radioeléctricos.

Perniles, saqueos, rebajas de precios bajo coerción… Todos son capítulos de una misma trama. No me produce alegría alguna que venezolanos estén en la calle porque no tienen comida, que comercios pequeños sea saqueados o que grandes cadenas de supermercados tengan anaqueles vacíos en estos días finales de enero. En realidad han sido imágenes tristes.

Y en este enero, también, Maduro comenzó a hacer campaña electoral. Usando a las jóvenes embarazadas y ese uso es cínico. Lo hace el mismo poder que generó una crisis y potenció las necesidades del pueblo. No veo alegría en esas cadenas, veo en realidad resignación.

Enero de 2018 ha sido dolor. No apoyé en ningún momento las acciones de Oscar Pérez. Sigo creyendo que no es un mesías cinematográfico el que podrá sacarnos de este pozo de una crisis que no parece tener fondo.

No apoyé sus acciones, pero eso no insensibilizó ante lo que fue a todas los luces una ejecución extrajudicial. Desde mi punto de vista es correcto hablar de la “La Masacre de El Junquito”. Esos sucesos están signados por el dolor, un dolor generalizado.

En Venezuela no es la primera vez que ocurre un hecho de esta naturaleza, pero es la primera vez que la sociedad asiste y presencia toda la etapa preliminar –antes de la ejecución- gracias al uso que hizo Oscar Pérez de las redes sociales. Tenemos un documento irrefutable que servirá para que se haga justicia, más temprano que tarde.

Tal como ocurrió con aquella convocatoria a una asamblea constituyente, cuando la lanzó Maduro el 1 de mayo de 2017 en medio de la etapa más álgida de protestas del año pasado, en este mes de enero de nuevo se ensaya una huida hacia adelante: adelanto de elecciones presidenciales.

Una acción desesperada, no cabe otra manera de llamarle, y suficientemente esperada (se habló de adelanto de elecciones durante todo diciembre), nos encuentra todos, sociedad y liderazgo en una suerte de desbandada.

¿Qué va a pasar en Venezuela este 2018? Pues en realidad podría pasar casi que cualquier cosa. Caminamos en medio de la oscura noche de la incertidumbre. No hay, lamentablemente, faros de liderazgo político que nos iluminen en este mes de enero.

La política es dinámica, cambiante. Yo personalmente apuesto a que la crisis ayude a forjar el liderazgo necesario en esta hora de dolor e incertidumbre. A los ciudadanos nos corresponde no rendirnos en este 2018.

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