El portavoz de Unicef Christophe Boulierac no pudo especificar en rueda de prensa cuáles eran exactamente esos «claros signos» más allá de algunos informes realizados por entidades como Cáritas que, si bien «son alarmantes», no son realmente representativos de lo que está sucediendo en todo el país.
Ese informe de Cáritas reveló que un 15,5 por ciento de los niños verificados tenían un peso bastante más bajo del que deberían para su edad.
«No es un estudio representativo, pero es una indicación del continuo deterioro de los niveles nutricionales de los niños venezolanos», aseguró Boulierac.
El portavoz concedió que el gobierno está reaccionando en cierta manera a esta emergencia para «mitigarla» a través de la distribución de bolsas de comida y de la transferencia de dinero a las familias más vulnerables, pero criticó la falta de una política «coordinada».
«Mucho más debe ser hecho», subrayó.
Consultado qué debería hacer el Gobierno, respondió que lo primero que el ejecutivo debería hacer es obtener datos fiables para tener una imagen real de los niveles de desnutrición en el país.
Explicó que Unicef tiene personal en el interior de Venezuela, pero que las autoridades son las que deben llevar a cabo estudios epidemiológicos de cómo «la hiperinflación y la crisis económica que atraviesa el país ha afectado a los niños».
«En mayo, el ministerio de Salud reveló algunos estudios epidemiológicos. Más información como esa es esencial y urgente», concluyó.