Venezuela

Por la huelga del 58 chavismo considera peligroso a Enrique Aristeguieta Gramcko

El dirigente político Enrique Aristeguieta Gramcko se pronunció públicamente luego de pasar 24 horas detenido en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).

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Foto: Gabriela González

Al leer un comunicado, en el que agradeció a líderes políticos como Henrique Capriles, Henry Ramos Allup, María Corina Machado, Luis Florido; al secretario general de la Organización de Estados Americano, Luis Almagro y hasta a los policías que «lo trataron bien», destacó lo afortunado que es por haber vivido y luchado contra «dos dictaduras».

Aristeguieta relató que, una vez trasladado al Helicoide, le ofrecieron un colchón para descansar en un área de oficinas en el que también habían otros detenidos.

A primeras horas de la mañana, le efectuaron un pequeño interrogatorio para luego ponerle en frente un documento en el que debía colocar sus huellas, cosa a la que se negó ya que no sabía que se le estaba imputando.

Tras unos minutos en que los funcionarios lo instaban a firmar y él se negaba, apareció uno de «alta jerarquía», según recuerda, señalándole que le estaban abriendo una investigación por «instigación al odio» sin precisarle algún hecho puntual.

Aristeguieta relata que en el informe, se le señala como convocante de una huelga general en 1958, por lo cual lo consideraban como una persona «peligrosa».

En tono de burla, recordó que no fue el único que la organizó, «lo que pasa es que todos los demás están muertos».

Una vez trasladado al Palacio de Justicia, contó que lo mantuvieron en los calabozos y que, antes de entrar, los funcionarios del Sebin le dijeron que les entregara el reloj porque sino, los guardias se lo quedan».

Una vez allí, le pidieron que se quitara las trenzas de los zapatos, las medias, el cinturón y la chaqueta.

Nuevamente en tono de burla, le respondió a los militares que «no estaba en sus planes ahorcarse con las medias».

Ya en el Tribunal, se leyó el informe del Sebin. Un escrito que, según cuenta, la fiscal indicó que no contemplaba argumento alguno, por lo que se abstenía de formular cargos.

Aristeguieta, después de resumir sus horas detenido que califica de «secuestro», sostuvo que tiene una «sospecha» de quién estaría detrás de su detención pero no quiso decir nombres.

También cree que es por lo que ha expresado públicamente y sus críticas al gobierno.

Rechazó que se le pretendiera imputar por instigación al odio, mediante una ley que considera ilegal pues fue aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), cuando a su juicio, «este gobierno instiga al odio todos los días».

Hizo referencia a las futuras elecciones presidenciales, al señalar que, aunque exista una candidatura unitaria, no hay garantías electorales porque el Consejo Nacional Electoral (CNE) «actúa como un ministerio de elecciones».

Y haciendo suyas las palabras de la Conferencia Episcopal Venezolana, indicó que sería un «despropósito ético y humano».

Incluso, comparó estás elecciones con el plebiscito organizado por Marcos Pérez Jiménez en 1958. Para él, «ha habido trampas» en todas las elecciones.

«No tiene sentido concurrir a un acto que les va a lavar la cara», insiste aunque contrariamente considera que es «inútil» que el gobierno trate de «disfrazarse».

Llama a una verdadera unidad aunque «por ahora», no electoral hasta que se logre «depurar» las instituciones.

A sus 84 años dice: «No tengo aspiraciones pero me gustaría ver una Venezuela libre» y aseguró que dicha liberación «está cerca».

Sobre las personas que estaban detenidas con él en el Sebin, mencionó a dos menores de edad que se encuentran allí desde las protestas de 2017 y un abogado que tiene seis meses sin que se le imputen cargos.

Por otro lado, denunció que al ser detenido le quitaron sus teléfonos, cartera y una libreta de teléfonos que no le han sido devueltos, por lo que acudirá este lunes para exigir le entreguen sus pertenencias.

Aristeguieta cree que más que un mensaje para la organización «Soy Venezuela», es un mensaje para toda la oposición que, «lejos de amedrentar, debería llenar de ánimos para seguir la protesta», concluyó.

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