Venezuela

Salir de la pobreza con oficios aprendidos del instituto Henri Pittier

En El Consejo, estado Aragua se ubica el Instituto Henri Pittier, justo al lado de la hacienda Santa Teresa, quien le prestó los terrenos a cerca de 15 empresas para que en conjunto con la embajada de Suiza fundaran un espacio para brindar herramientas a jóvenes entre 14 y 18 años provenientes de las barriadas aledañas a la zona, para labrarles un futuro productivo en los campos de la mecánica y electricidad. En 2012 abrieron sus puertas. Leonardo Cordone, director académico del centro llegó al proyecto en 2010 como el ingeniero que fue a evaluar el terreno donde se levantaría el instituto. Ocho años después, Cordone es testigo del desarrollo del Henri Pittier como centro de formación para el talento humano.

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FOTOGRAFÌAS: ARMANDO DÌAZ

«El primer ingreso fue de 30 jóvenes, luego 30 más y así hasta que conformamos la totalidad de 90», dijo Cordone, quien aseguró que la oferta ha aumentado, pero, advirtió, que sobrepasar la capacidad del espacio significa bajar la calidad de la institución.  «Todo está diseñado para esa cantidad».
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El Instituto Henri Pitier es el único del tipo técnico-teórico que funciona en Aragua, una entidad golpeada por altos índices de desempleo y criminalidad. Cordone recuerda que antes existían cuatro con ese perfil en la entidad. Pero tres han cerrado por la crisis.
La realidad venezolana también ha provocado un éxodo entre la población estudiantil. A pesar de este fenómeno, el instituto resiste. «Hasta febrero fuimos 96, pero se nos fueron 14 por las condiciones del país, 10 de estos solos y en condiciones terribles, mientras que los restantes se fueron con su familia», explicó.
La fuga del talento obligó a la directiva de la institución organizar charlas paras mostrarles a los jóvenes que significa abandonar el país sin oficios aprendidos ni otras herramientas cognitivas. «Eso logró que retuviéramos a los restantes para que terminaran su capacitación», explicó Cordone.
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El instituto depende del capital privado, pero hacen un trabajo en conjunto con el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces). El complejo está compuesto por tres edificaciones. Allí se encuentran talleres, salas, dos vestuarios y un área dedicada a labores administrativas.
En un enorme taller se encuentran alumnos que visten bragas azules con sellos del Inces. Esta institución es la que se encarga de captar a los jóvenes para que aprendan en oficios como mecánica y electricidad.
La empresa suiza de alimentos Nestlé, es uno de los patrocinantes del proyecto. La firma otorga cada mes a cada estudiante un subsidio  equivalente a  cuatro veces más del sueldo mínimo, para que los jóvenes cubran las necesidades de su hogar.
Aunque el instituto sólo ayuda a personas de las ciudades y pueblos de los Valles de Aragua, hay estudiantes que provienen de otras partes del país. «Tenemos jóvenes de El Tocuyo, estado Lara, Guacara, estado Carabobo y otro del Distrito Capital».
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Muchos de los alumnos provienen de zonas plagadas por la delincuencia y la droga. Entrar al instituto Henri Pitier significa para muchos un trampolín para escapar de peligros y trabajar para la empresa que los patrocina, explicaron estudiantes a El Estímulo.
Una mujer entre hombres

Aunque no hay muchas mujeres dedicadas a los oficios de la mecánica y la electricidad en Venezuela, Carla Puerta, se prepara a sus 17 años para ser técnico en estas áreas. Es una de las tres jóvenes aprendices del instituto. Puerta recordó que su mamá, una obrera en Nestlé, le comentó de la propuesta y se animó.
La estudiante contó que siempre le gustó el oficio de la electricidad por lo que entrar al instituto significó una oportunidad para aprender los conocimientos del oficio. Una vez, intentó entrar a la universidad pero no lo logró, así que se inscribió en el Inces. «De 27 postulados quedamos tres y cuatro eramos mujeres». explicó.
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A Puerta n0 le importo el que diran porque siempre ha logrado lo que se propone «No me siento inferior a un hombre, me veo en igual de condiciones».
Vive en la localidad de Cagua en una casa de bloques sin frisar. Se debe despertar a las 4:30 a.m. para tomar varios autobuses que la lleven hasta El Consejo.
Como muchos jóvenes, Puerta recordó que comenzó a estudiar el 17 de octubre de 2017. En un principio, dijo que sentía temor por la electricidad. Con lo que gana en Henri Pitier, la chica comentó que ayuda a su familia.
Puerta espera que Nestlé la envíe a planta y no la deje en administración. «Me instruyo para poner los conocimientos en practica, no para hacer trabajo de oficina», apuntó.
Ser el soporte con un papá preso

Michael Machado, de 17 años, coincidió con Puerta sobre el rol de la mujer dentro de este campo laboral. «Creo que son tan capaces con nosotros. Ellas son las que sacan las mejores notas», explicó.
Machado cursa estudios sobre procesamiento de alimentos. Vive en el casco histórico de Turmero en una casa que le otorgó el gobierno mediante la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV). Contó que desde hace seis años debe cubrir con los gastos de su casa  porque  su papá está preso por un caso de robo.
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Machado se tarda más de dos horas para trasladarse desde su casa al instituto. Un esfuerzo que, dijo, vale la pena enfrentar. «Esto me cambio la vida, antes del Henri Pittier no tenía claro que hacer en mi futuro «, contó.
«Estoy feliz», agregó.]]>

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