Venezuela

Venezuela: un país sin energía paralizado por la oscuridad, la escasez y el temor

Colas enormes por agua y gasolina. Desesperación en las calles, una ciudad a medio andar que se silencia en la penumbra. Cuatro días después del peor apagón en la historia de América Latina la crisis apenas se calma o por el contrario es solo el principio de algo aún más grave que esta por llegar.

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Fotos: Daniel Hernández
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Las pérdidas humanas son mayúsculas y aunque las cifras varían son 21 personas las que según el diputado José Manuel Olivares han fallecido por no poder contar con energía eléctrica durante sus operaciones o procedimientos médicos -6 de ellos neonatos-, mientras que otras 15 han muerto por falta de diálisis y con el temor de que la cifra aumente.

Hospitales emblemáticos como el JM de los Ríos está a oscuras y colectivos armados han impedido se les lleve comida y agua a niños que clamaban en las ventanas por lo más básico.

Sin agua no hay vida

En las orillas de la autopista Francisco Fajardo las personas cruzan a las riberas del Guaire para tratar de hallar un poco de agua. Evidentemente la calidad de esta agua no puede ser buena, pues este río es el lugar donde desembocan todas las aguas servidas de la capital, Caracas.

Sin embargo, no hay otra posibilidad para muchos desesperados que intentan paliar la sed luego que el servicio del líquido fallase desde el sábado, ya para algunos el viernes, y no tengan otra posibilidad. Escenas similares se ven en otras zonas de la ciudad.

En otros lugares como la bajada de Mecedores al pie de la montaña El Ávila, un cerro emblemático que acompaña a todos los caraqueños, también les brinda agua de sus manantiales. Allí enormes filas se hacen a la espera de que el servicio de energía se reestablezca sin embargo la esperanza es poca ante la fluctuación de la energía.

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Las cisternas están cobrando hasta 100 dólares por llevar agua a residencias y edificios, cuando el sueldo mínimo de los venezolanos es de poco menos de 6 dolares.

Poco convincente

Héctor Rodríguez, último vocero oficialista que se ha referido al tema, tras la desaparición del ministro encargado del área Luis Motta Domínguez, señala que en el estado Miranda, que tiene dos municipios en la capital, afirmó en la ya acostumbrada defensa gubernamental el haber sufrido un ataque cibernético desde el extranjero. Sin embargo, ingenieros eléctricos señalan que esto es imposible pues el sistema es analógico y no está integrado a ninguna red externa.

Rodríguez en una especie de pobre mea culpa también asevero que el servicio es insuficiente y que tomará más tiempo solventar la crisis, en especial cuando hay apagones y explosiones de subestaciones que afectan a comunidades enteras como la ocurrida en la madrugada en la subestación La Ciudadela que afecta a Santa Paula, Los Naranjos, Santa Fe, Santa Rosa de Lima y el Cafetal por nombrar algunos sectores de la ciudad.

Mientras tanto la certeza es que en por lo menos en 16 estados del país no hay electricidad, regiones como Zulia, Lara, Mérida, Trujillo por solo nombrar algunos llevan más de 90 horas sin energía ni esperanza de que llegue. Guárico, Apure y Yaracuy también han sido afectados, la gente ha debido regalar la comida para no verla descomponer pues sus refrigeradores no funcionan.

Intermitencia

En los otros 9 estados la intermitencia amenaza todos los equipos eléctricos de los venezolanos. De hecho ya han habido conatos de saqueos y amenazas, mercados han sido vandalizados y sus vidrieras y aparadores destrozados en la oscurana.

Tanto en el estado Zulia, Miranda y Apure ha habido conatos de saqueos y muchos residentes han expresado su temor a que la situación pase a mayores. En las calles grupos de paramilitares armados y encapuchados han salido a “contener” la situación ante las protestas de la población que exigen sus derechos a lo más básico, agua, electricidad, alimentación.

La escasez abunda

La electricidad y el agua no es lo único que escasea. Las colas para poner gasolina, en el país con las reservas de petróleo más grandes del planeta, son una oda a la contradicción. Los venezolanos, ante el temor de un apagón general que se extienda más en el tiempo han optado por buscar abastecerse de todo a como dé lugar. Los ciudadanos pueden pasar más de dos horas a la espera de obtener el combustible para su vehículo aunque esto no es garantía puesto que dependen de la electricidad o las plantas eléctricas de estas instalaciones.

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En los supermercados, algunos porque muchos no abrieron, hay largas colas para poder comprar. Ante la inexistencia de servicio con puntos de venta, la dolarización se ha hecho mucho más evidente. Nadie tiene suficientes bolívares para pagar por lo más básico, el dólar fue la moneda de curso legal en el país del chavismo y socialismo del siglo XXI. En varios puntos de la capital la gente buscaba desesperada alimentos no perecederos, la situación no es de guerra, pero el ambiente es el mismo que se ve luego de desastres naturales.

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Incomunicados

Más de 90 horas sin energía eléctrica muchos venezolanos expatriados no han podido contactar con sus seres queridos. En especial si viven en estados del interior del país como Monagas, Anzoátegui, Sucre, Guárico. Cientos temen que la situación vaya a peor y que sus familiares no tengan conexión a internet o telefónica.

Muchos piden a sus amigos que hagan llamadas a teléfonos fijos pero las redes están caídas, otros intentan con mensajes de whatsapp o incluso se le pide a conocidos y a desconocidos que intenten contactarlos.

La desesperación está a la orden del día. Los voceros oficiales hablan de tranquilidad y calma, pero cada noche a oscuras pone a prueba esta «pacífica» espera de la vuelta a la normalidad en Venezuela.

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