Venezuela

Liderazgo de Juan Guaidó marcha contra reloj en busca de cambios reales

Los analistas políticos Óscar Vallés y Félix Seijas aseguran que el presidente de la Asamblea Nacional, - que es reconocido por más de 50 países como presidente interino de Venezuela hasta tanto haya elecciones libres-, sigue aglutinando a quienes adversan al régimen de Nicolás Maduro, pero advierten sobre la necesidad de cambios en el accionar y la necesidad de logros concretos.

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Por José Luis Carrillo/El Estímulo

La efervescencia del liderazgo del presidente de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó, parece haber disminuido con respecto al auge que alcanzó hacia el mes de febrero del presente año, cuando luego de juramentarse como presidente encargado de Venezuela lideró el intento de ingreso de una ayuda en alimentos y medicinas proveniente de diversos países. La iniciativa estuvo acompañada por los amagos que hicieron altos funcionarios de EEUU, incluido el propio presidente Donald Trump, para hacer ver que era posible que intentaran acompañar el ingreso de los auxilios con una acción militar.

Sin embargo, el intento falló ante la determinación del gobierno de Nicolás Maduro de bloquear el ingreso de la ayuda y el caso omiso que hicieron los altos oficiales de la Fuerza Armada Nacional a los llamados que les hizo el dirigente opositor para que se rebelaran contra el gobierno y permitieran que pasaran a territorio venezolano los camiones apostados en los puentes fronterizos con los productos que tanto  necesitan los venezolanos.

A pesar del fallo, Guaidó comenzó a tener una mayor notoriedad al regresar a Venezuela y no ser aprehendido por los cuerpos de seguridad, al contrario de lo que habían anunciado varios dirigentes del chavismo, que amenazaban con encarcelarlo debido a la prohibición de salida del país impuesta sobre el jefe del Parlamento por la justicia chavista.

Guaidó desoyó las amenazas para llegar a Colombia a promover el ingreso de la ayuda humanitaria, algo que llevó a sus partidarios a asegurar que el chavismo “tenía temor” de actuar contra él. Poco después el diputado comenzó a recorrer Venezuela para promover la llamada “operación libertad”, exhortando a la población a protestar y a los militares a ponerse de su lado.

El 30 de abril, fecha para la que se adelantó la operación, y a pesar de la sublevación de algunos cuadros militares, principalmente la del jefe de la Dirección General de Inteligencia Militar (Digecim), Christopher Figuera, significó otro descalabro para Guaidó, pues apenas sirvió para sacar de su casa (donde cumplía una medida de arresto domiciliario) al fundador del partido Voluntad Popular, Leopoldo López.

Así las cosas, comenzaron a surgir críticas desde diversos sectores de la propia oposición contra el ingeniero devenido en diputado y juramentado presidente encargado; cuestionamientos que se multiplicaron al conocerse que representantes de Guaidó mantenían conversaciones con los del gobierno para una iniciativa de diálogo promovida por el gobierno de Noruega y que apuntaban a la negociación de una salida electoral para la crisis política que vive Venezuela. El intento fue cuestionado duramente por los opositores más radicales.

Analistas políticos consultados por El Estímulo coincidieron en señalar que el liderazgo de Guaidó se mantiene en alza a pesar de los traspiés, aunque también señalaron que la ciudadanía ya no está muy convencida de que el dirigente pueda realmente lograr el cambio político que se desea.

Demolición

El politólogo y profesor de la Universidad Metropolitana (Unimet) Óscar Vallés, explicó que la oposición lleva varios años en un movimiento pendular que pasa de la aclamación de un líder de la oposición a su desestimación como dirigente, algo que han sufrido Manuel Rosales y Henrique Capriles anteriormente.

“Hemos tenido unos 15 años al menos con esa estructura pendular demoliendo líderes donde se tiene la oportunidad de tener un referente, y luego se pasa a épocas donde no hay un liderazgo claro y la reflexión de la oposición en general es hacer las cosas lo más certero posible, para evitar cometer errores. Esto genera una expectativa sobre cuál será la próxima acción o el líder que la intentará. Y cuando se consigue nuevamente, al poco tiempo los voceros de diversos sectores como del arte, la academia, industria y hasta la gran prensa, empiezan a exigir resultados en relación de tiempo, de querer algo rápido, inmediato, como si salir de esta revolución es un proceso muy sencillo”, sostuvo Vallés.

Resalta que precisamente quienes más exigen inmediatez al líder son los que llevan años señalando que Venezuela está bajo un régimen tiránico y terrorista.

Vallés recalcó que esta demolición de líderes viene ocurriendo porque quienes han tenido este rol no son capaces de lograr resultados en el cortísimo plazo frente a un “leviatán revolucionario”, como hubiera ocurrido en esta misma situación con cualquier líder político mundial.

“Le hubieran exigido a Mandela resultados en 30 días y éste nunca hubiera hecho lo que hizo”, apuntó.

Félix Seijas, estadístico, analista político y director de la firma Delphos asegura que los números que maneja en sus sondeos de opinión indican que el liderazgo de Juan Guaidó no se está desinflando, aunque sí ha mermado un tanto en su popularidad.

“Por supuesto que aquél boom inicial de apoyo y respaldo en cifras ha disminuido un poco, pero es una porción pequeña que era esperable porque al principio el apoyo que consigue es el de todo el mundo y al pasar el tiempo, al ver los defensores de algunas posiciones que Guaidó no los representa, que es la de los más radicales, le retiran su apoyo, porque se lo habían dado esperando que él fuera la persona que movilizara o hiciera realidad lo que ellos visualizaban”, explicó Seijas, añadiendo seguidamente que el presidente de la AN sigue representando la renovación y la esperanza para conseguir el cambio.

Vallés es tajante en este sentido: “No hay nada en el escenario que indique que Juan Guaidó se está desinflando. El único que puede creer que se está desinflando es el propio Guaidó, es un tema de psicología que Guaidó debe manejar”.

Correcciones

En opinión de Félix Seijas, que el lierazgo de Guaidó se mantenga depende de factores fundamentales:

“La primera mostrar que está presente, que está en las calles, que se está moviendo. La segunda es mostrar que tiene control de la situación, y la tercera que lo que se está haciendo forma parte de un plan que se está llevando a cabo, por lo que hay que mostrarle a la gente que se está avanzando, ir obteniendo logros, aunque sean pequeños, porque la gente tiene que sentir que se están dando pasos hacia adelante”.

Considera el analista que en la medida que cumpla con estos tres elementos, el poder de convocatoria de Guaidó como representante del movimiento opositor se va a mantener alto, pero que si al menos una de estas tres cosas falla, tendrá un impacto en su liderazgo ya que –resaltó- si la gente siente que se estanca todo y no se dan pasos hacia adelante y no hay un plan encaminado, dejarán de tener confianza en que Guaidó está conduciendo hacia el cambio político.

Vallés aseguró enfáticamente que el presidente de la AN tiene cosas que corregir y que el equipo que asesora al dirigente debe modificar algunas estrategias o simplemente colocarse a un lado.

“Un aspecto fundamental que tiene que cambiar es su política comunicacional con las redes sociales. Tiene que hacerlo de inmediato. La única posibilidad que tenemos de aún mantener algún atisbo de institucionalidad es la Asamblea Naiconal, es el único organismo fiel a la Constitución y a la tolerancia democrática y no puede ser que la única rendija institucional que nos quede, se dé el lujo de que su vocero oficial no preserve el discurso y mensaje presidencial para lo realmente importante que debe conocer el país, y siga manejando su cuenta de Twitter como si fuera un estudiante de la Universidad Católica. Quejarse porque se fue la luz en un sector no es algo de un presidente de la AN”, indicó.

Añadió que Guaidó debe manejar mejor el discurso, que exige mucha prudencia y sensatez al dar una declaración así sea a través de Twitter. “Ha entrado en francas e inocultables contradicciones como en el caso de las reuniones con Noruega. No tiene política comunicacional”, señaló el politólogo.

Además, estima que Guaidó tiene que abrir canales de comunicación con el resto de la sociedad venezolana. “No basta con tomar decisiones continuamente con los partidos políticos de la alianza; es cierto que los diputados son su primer equipo, pero hay que entender que tiene una responsabilidad con la expectativa que se ha generado no solo en el seno de los 118 diputados de la oposición sino con el resto de la sociedad. Es deseable que se reúna con la Conferencia Episcopal y con las iglesias con más frecuencia de lo que hace para recoger opiniones, consejos y ver qué piensan; hacer más reuniones de consultas con el sector empresarial de manera más estructurada, con los directorios de Consecomercio, Fedecamaras, las universidades. Necesita airear, oxigenar su entorno”.

Llamado necesario

Sobre el fallido intento de sumar a la Fuerza Armada Nacional a la acción de iniciar una transición política en Venezuela, Vallés y Seijas admiten que se trató de un traspié, pero niegan que esto haya incidido sobre el ascendente del líder opositor en sus simpatizantes.
“No se trata de un error político, es algo que tenía que hacer. ¿Cuál fue el error de Guaidó? generar la expectativa de que esa ruptura era posible. Si el discurso se hubiera mantenido como un llamado firme a plegarse a la Constitución y a las grandes mayorías del país porque de lo contrario están violando la Constitucón, hubiese sido diferente. Es algo distinto a decir ‘tengo amigos en la Fuerza Armada, la Fuerza Armada está debilitada, se fueron 10 por la frontera, están listos’, eso sería jugar a dirigente estudiantil”, opinó Vallés.

A juicio de Vallés sencillamente era una fase que se tenía que cumplir. “En Venezuela es primera vez que tenemos varias condiciones que confluyen para un cambio político y se trata de condiciones muy nítidas, como tener un presidente que no es reconocido por un buen número de países del hemisferio occidental, así como el tener a un grupo de países que buscan que se legitime el gobierno y reconocen a Guaidó como interlocutor de la oposición. Ninguno de los candidatos presidenciales anteriores, ni Rosales ni Capriles tuvo ese reconocimiento internacional”, señaló.

Explicó que ante esas condiciones era natural que el presidente de la AN haya visto que le correspondía hacerle el llamado a los sectores que no se habían pronunciado a favor de él, como el de la administración pública y el de seguridad y defensa, siendo el factor que faltaba para lograr el cambio político el que la Fuerza Armada se plegara a la Constitución apoyando la transición o solicitando un nuevo proceso electoral.

Seijas, por su parte, insistió en que en números duros el llamado fallido no afectó la aceptación que tiene Guaidó. “Las personas tienen confianza y esperan a ver cuáles serán las siguientes acciones, empieza sí la duda la preocupación de si se tiene la fuerza o no para vencer al gobierno. Eso no tiene que ver con si tiene capacidad o no, o si es leal o con buenas intenciones, es que empieza la duda de si pasado el tiempo y no se logran los objetivos, saber si podrá derrotar al gobierno. Es lo que tiene que contrarrestar para mantener en alto el ánimo”, precisó.

Desgaste

El otro tema que despierta polémica actualmente sobre el accionar de Guaidó es el de las movilizaciones de calle, que algunos analistas han señalado ha perdido fuerza en Caracas, aunque no en el interior de la República, pero que en términos generales estaría siendo percibido por la población como una estrategia que no produce resultados.
Félix Seijas señaló que la sociedad venezolana no es la misma de 2007, 2014 o 2017, cuando hubo importantes protestas a nivel nacional, sino que está más a la expectativa y sabe el costo que tiene estar en la calle y que permanecer en ella sin sentir avances claros no termina sino en desgaste.

“No es una sociedad a la que se le puede mantener en la calle tanto tiempo como en 2017, es una sociedad que para movilizarla tienes que irle mostrando que tiene sentido hacerlo y la movilización tiene que ser más creativa. Lo único no son marchas y concentraciones, hay otro tipo actividades como asambleas de vecinos, de profesionales, de sindicatos, en comunidades, cada una de estas reuniones que se hagan forman parte de esa movilización y hay que combinarlas para no gastar a la gente”, detalló.

Vallés piensa que hasta ahora las concentraciones han cumplido un papel muy importante, pues han reiterado nuevamente al mundo, a la Fuerza Armada y a la administración pública que siguen leales a Maduro que la inmensa mayoría de los venezolanos tienen desafección de que ellos continúen en el poder. “Las manifestaciones de calle tienen un propósito por sí misma que es mostrar poder. La única manera en que el rechazo a este régimen político se demuestre es con la movilización y es algo que debe reiterarse todo el tiempo que sea posible”.

En este sentido, considera que es necesario salir a manifestar cada dos o tres semanas “así sea a las aceras de las urbanizaciones aunque sea media hora”, porque es una manifestación de poder. “Si la gente empieza a ser escéptica porque no cree en las marchas significa que no tenemos más forma de expresar que somos mayoría y si no quiere ir a las urnas no hay posibilidad de expresar poder y no existimos políticamente”, subrayó.

“Juan Guaidó sigue siendo el referente de la esperanza para las personas, sigue representando la renovación y la esperanza para conseguir el cambio. Sí hemos encontrado es que empieza a existir un poco la duda de si este movimiento tiene suficiente fuerza como para lograr los objetivos, pero es una duda natural por el tiempo que ha ido pasando, pero no deja de ser eso, una duda, el respaldo, credibilidad y confianza de Guaidó se mantiene”, aseveró Seijas.

“La única manera que se desinfle –acotó Vallés- es porque el propio Guaidó crea que esto es así y no porque las circunstancias son más grandes que él”.

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