Venezuela

Ojalá me lea...

Esto no es un artículo. Es una carta dirigida a alguien que no conozco, cuyo nombre ni siquiera sé. Tuve noticias de él cuando escuché su voz en un video compartido en un chat de Whatsapp. No se me quita de la cabeza desde que lo vi y oí

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FOTOGRAFÍA: SEBASTIÁN GUIDO - ARCHIVO EL ESTÍMULO

En el video aparece un niño. Le calculo entre dos años y medio y tres, por su tamaño y como habla y se mueve. Este manipula una pistola automática de alta potencia. La voz a quien va dirigida esta comunicación, le pregunta “¿cómo le vas a meter al FAES?” y el niño responde manipulando el arma: “así: ¡paa, paa!”. La voz repregunta: “¿cómo le vas a meter al FAES ese diablo?” (al menos es lo que entiendo) y el pequeño responde de nuevo “así: ¡paa!”. Otra pregunta: “¿qué más les vas a hacer a esos gallos?, habla claro”. Otra voz le entrega el peine y le dice que lo meta en la pistola. El niño lo hace.

Al dueño de la voz que le ordena al niño le pregunto: ¿de verdad quiere usted que ese niñito, que debería tener la vida por delante, termine siendo un malandro, con una expectativa de vida corta, sin sueños y sin éxitos? ¿De verdad desea que crezca odiando, pensando que el mundo es una porquería, sin siquiera darle el chance de que lo aprenda por sí mismo?

El que usted no haya tenido oportunidades –casi apuesto que fue así- no significa que él no las pueda tener. Siento en el alma que usted no las haya tenido, créame. Pero su niño (no sé qué vínculo los une, pero definitivamente es cercano) sí las puede tener. Pero para ello debe crecer con amor, en un ambiente donde se le enseñe la empatía, no el odio. No voy a defender al FAES. Han cometido crímenes horribles porque se sienten empoderados. Pero eso algún día, más temprano que tarde, se acabará.

Ese pequeñito lindo puede ser músico. No le corte el destino. Puede ser científico y descubrir algo genial para la Humanidad. No le corte las alas. Puede ser arquitecto y diseñar muchas edificaciones grandes, hermosas y útiles. O ingeniero y que sea quien las construya. No le quite la ocasión. Puede ser un magnífico escritor, incluso contar su vida y la de su familia, para que quede la crónica para la posteridad. No le arrebate esa opción. Puede ser médico y salvar miles de vidas… ¡no le cercene esa posibilidad!

La vida en Venezuela se nos ha vuelto difícil y complicada. Más aún en los barrios, donde no se vive, sino que se sobrevive. Usted podría decirme que yo no paso trabajo y no puedo entenderlo, pero le aseguro que cada uno carga su cruz. Pero esto no es para hablar de mí, sino para hablar de usted y de su niñito.

¡Sálvelo! Si alguien puede hacerlo es usted. Un hombre que secuestró a una amiga mía le contó que sus hijas no sabían en lo que él “trabajaba”, porque quería que crecieran distinto a él. Usted podría hacer lo mismo. Incluso, hasta tratar de redimirse. No va a ser fácil, pero es posible. Ahí están El Sistema de Orquestas y Coros y el Proyecto Alcatraz para apoyarlo. Y si usted siente que ya es tarde para usted, hágalo por su muchachito.

¡Quítele la pistola de las manos! Ni siquiera debería jugar con una de juguete. Los niños se distraen con cualquier cosa porque les sobra imaginación. No se la limite, por favor. Yo estoy segura de que usted lo quiere mucho, cosa que me alegra porque me refrenda que usted no ha terminado de perder el amor. Y el amor todo lo puede. Incluso cambiar vidas. Si siente que ya no puede cambiar la suya, ¡cambie la de su niño!

Está comprobado que el cerebro de los niños es una esponja: absorbe todo. En vez de absorber odio, revanchismo, venganza, puede absorber amor, esperanza y sueños. Está en sus manos.

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