Tres misiones que despegaron desde Venezuela con cierta carga de premura se produjeron esta semana, protagonizadas por las tres figuras más relevantes del poder chavista. El primero de ellos, de Nicolás Maduro, quien se fue a Rusia a tomar el pulso para asegurarse de cómo van los vínculos militares y económicos con Vladimir Putin. El segundo de abordo, Diosdado Cabello, lo hizo a Corea del Norte, a sumar como aliado a uno de los más peligrosos enemigos en la región asiática del mundo democrático. Y la tercera, Delcy Rodríguez, se fue al territorio de la democracia, en Nueva York, a la asamblea de la ONU a compartir escenario con dos de sus aliados, China y Rusia.
Mientras desde la ONU llueven informes sobre la violación a los derechos humanos en Venezuela, EEUU, Suiza y la Unión Europea amplían las sanciones contra figuras del gobierno de Maduro y la ONU abre el camino para investigar y sustanciar aún más, a través de nuevas instancias, dichas violaciones. Pero Venezuela sigue invirtiendo cuantiosos recursos para el juego de la guerra.
Es así que el ministro de la Defensa, mayor general Vladimir Padrino López, en tanto que sus jefes buscan ayuda internacional, en su rol de soporte de la revolución, muestra las imágenes de los nuevos radares de última generación, traídos desde China para la defensa aérea y desplegados en áreas “estratégicas” como si Venezuela estuviese al borde de una invasión militar.
El juego está en otro lado
Pero en este juego geopolítico, en el cual Venezuela es apenas una pieza de las circunstancias, el escenario de la guerra es el último escaño que podría producirse, según los intereses y los cálculos económicos de quienes ostentan el verdadero poder: China, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea.
Mientras Padrino López juega a la guerra, se invierten enormes recursos militares en un país con una severa crisis humanitaria y se desplazan tropas y tanques a la frontera, el ejercicio de poderes se sienta en otros tableros en el que Donald Trump y la alianza antioccidente disputan este territorio.
De allí que el gobierno chavista, se vio obligado a desplegar su estrategia en dos escenarios en los cuales profundizó: por un lado, la alianza militar y política con Rusia, China, Irán y los países no alineados; pero en otro, frenar el avance de un nuevo poder civil que avanza en Venezuela que ha alcanzado la alianza del presidente interino Juan Guaidó.
Una vez que se vieron obligados a cerrar ante la comunidad internacional las negociaciones en Barbados, debido a la imposibilidad para Maduro de acceder a unas elecciones libres y supervisadas por la comunidad internacional, el gobierno oficialista se retiró y optó por producir el acuerdo con el sector opositor minoritario de manera de mantener una puerta abierta con las democracias que aún apuestan a una salida negociada.
El poder dual
Pero en esta jugada observan con preocupación el avance que se ha producido en el sector opositor, liderado por la alianza mayoritaria del también presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, con el apoyo de 54 países, con representantes diplomáticos y delegados enviados a organismos internacionales como la OEA, ONU y el Grupo de Lima; a lo que se le suma ahora el acuerdo logrado en el TIAR respaldado por 16 países del tratado.
A este avance ahora se le agrega la exitosa reunión que se produjo entre los delegados de la alianza democrática, en el contexto de la asamblea de la ONU, entre líderes y presidentes latinoamericanos y el presidente Donald Trump, quien ratificó que el propósito es aislar más aún al gobierno de Maduro.
Poco después de esa reunión el gobierno de Trump anunció que está más que triplicada la ayuda de Estados Unidos a la oposición en Venezuela y por primera vez se aportará dinero directamente a Juan Guaidó, quien intenta formar un gobierno que reemplace al de Maduro.
Un paquete de 52 millones de dólares fue anunciado el pasado martes por el director de la Agencia para el Desarrollo Internacional, Mark Green tras una reunión con el enviado de Guaidó, Carlos Vecchio, a quien el gobierno de Trump reconoce como el embajador de Venezuela en Washington.
Estados Unidos usará fondos que le retiró a Honduras y Guatemala el año pasado por no hacer lo suficiente para contener el flujo de migrantes.
De este modo, Estados Unidos aumenta su apoyo a Guaidó, quien, tras el apoyo de los 54 países de la órbita democrática, ha comenzado manejar una influencia en los países más desarrollados de la economía mundial. Si bien el poder real en Venezuela lo ostenta Maduro con el apoyo de la Fuerza Armada Nacional y el control sobre las principales industrias del país, Guaidó ha ido ganando espacios también en el terreno financiero tomando el control de algunas empresas como la filial de Pdvsa, Citgo, en EEUU, el congelamiento de reservas de oro y fondos en la banca internacional ubicados y el manejo de gran parte de la deuda externa del país a través de mecanismos de reestructuración.
Sin embargo, el equipo de Guaidó, nutrido con representantes diplomáticos, jurídicos y técnicos en diversidad de países y organismos internacionales, no ha contado hasta ahora con una estructura financiera para operar con mayor eficacia a nivel internacional.
El apoyo de Estados Unidos y los fondos aportados podrían ayudarlo a organizar un aparato de Estado más eficaz, lo que podría interpretarse como el nacimiento de un poder dual en Venezuela. Uno apoyado por las fuerzas armadas y la alianza antioccidente y el otro sostenido en el apoyo popular venezolano y la alianza democrática internacional.
El chavismo se enfoca en Guaidó
De allí que en Venezuela la política interna del chavismo se ha orientado a desmontar el aparato político que se ha creado alrededor de Guaidó, perseguir a sus aliados, dirigentes y al entorno del liderazgo y a crear un sector paralelo que sustituya a la alianza de Guaidó.
El regreso de los diputados chavistas a la Asamblea Nacional no busca legitimar al organismo, sino entorpecer y destruir el único ente legítimo que queda en Venezuela y base de sustento del equipo opositor venezolano que se encamina a construir un poder dual en Venezuela.
Un balance de lo allí ocurrido nos lo ofreció recientemente la ONG Acceso a la Justicia, en la vocería de su directora Laura Louza, quien señaló que de los 112 diputados de oposición, al menos 86 son perseguidos “por el régimen de Nicolás Maduro”.
En entrevista sostenida en Vivo Play, Louza explicó que “de los 112 diputados, 24 de ellos podrían ser detenidos en cualquier momento, otros tienen proceso judicial, incluyendo al presidente de la Asamblea Nacional». Indicó que 25 diputados están exiliados y de los enjuiciados solo cuatro todavía continúan en Venezuela, entre los que se encuentra Henry Ramos Allup. Agregó que “hay otros diputados que les ha sido violado el derecho a la identidad, inhabilitados, perseguidos. De los 112 diputados, incluso, sumando a Germán Ferrer (ex chavista en el exilio) tenemos 86 diputados perseguidos por el régimen”, bien sea por grupos irregulares y organismos de seguridad, agredidos, enjuiciados por un tribunal, o porque han sido inhabilitados por la Contraloría.
De manera que el regreso de estos parlamentarios y el llamado a diálogo no se ha manifestado en el desmontaje de la política represiva contra los diputados y sus asesores; sino por el contrario, tras la salida propagandística del vicepresidente de la AN, Edgar Zambrano, los allanamientos y amenazas judiciales contra parlamentarios y contra Guaidó se han incrementado.
Las tres misiones
Las tres misiones referidas han arrojado algunos cambios. Nicolás Maduro se vio obligado a viajar a Rusia para hacer algunas demandas necesarias para Venezuela. Entre ellas reclamar la posición de algunas empresas rusas, como la petrolera Lukoil, una de las más fuertes empresas privadas de ese país, quien ha desistido de proveer a Pdvsa de insumos y transporte de derivados en sus operaciones. Es de recordar que curiosamente, tras las sanciones a Venezuela, Rusia ha aumentado las ventas de petróleo a Estados Unidos, lo cual ratifica esa premisa que recuerda que primero están los negocios que la amistad.
Otro aspecto ha sido la insistencia en el apoyo militar y de asesores rusos en la recuperación de las aeronaves y equipos de defensa suministrados por ese país que hoy están en precarias condiciones. Y desde luego Maduro fue a palpar de qué han tratado las conversaciones que el equipo de Guaidó ha comenzado a sostener con representantes rusos. ¿Qué les ha ofrecido?
Mientras el juego se mueve interna y externamente, Maduro envía al segundo de la revolución, Diosdado Cabello, con una carta y un regalo para el presidente eterno de Corea del Norte Kim Jong-un, cuyo contenido no se ha revelado, como tampoco cuál fue el regalo; pero se deduce que se busca una mayor alianza con esa dictadura que es un peligroso enemigo de Estados Unidos y de Japón, ya que ha emprendido una fuerte carrera armamentística en la que se incluyen ojivas nucleares y amenazas a la región.
La tercera misión ha sido la de Delcy Rodríguez, quien con presuntas 13 millones de firmas que piden el cese de las sanciones a Venezuela, emprende un viaje a territorio democrático para asistir a la Asamblea General de la ONU, y tratar de convencer de que Venezuela es aún un país democrático y para ello se apoya en presuntas firmas recogidas en las largas filas de pacientes con necesidad de medicinas, habitantes de viviendas asignadas por la revolución, en organismos públicos y empresas del Estado y entre beneficiarios de la caja de comida que reparte el gobierno en las barriadas populares que padecen de la crisis alimenticia que azota al país. Una suma de millones de personas necesitadas que superan en más del doble la votación más alta obtenida por el chavismo en elecciones generales.
Así pues dos gobierno paralelos han surgido en Venezuela en un escenario en el que ha desaparecido la voluntad popular y la posibilidad de que los venezolanos puedan escoger, a través de un proceso libre y justo, a los conductores de la nación.