Venezuela

Salario contra béisbol: ponchao y sin tirarle

Los 300.000 bolívares que garantiza el sueldo mínimo en Venezuela se miden ante una tarde en el estadio de béisbol. Contando entradas, comidas y bebidas, el salario pareciera escurrirse como agua entre los dedos. La distorsión económica que agobia al país convirtió al deporte rey en un lujo que solo pocos pueden disfrutar en vivo.

Béisbol en Venezuela durante 2019
Betania Ibarra | El Estímulo
Publicidad

Desde hace algunos años, ir al estadio para disfrutar de un partido de béisbol en Venezuela pasó de ser un plan familiar económico a un lujo para pocos.

Con el sueldo mínimo integral de 300.000 bolívares (salario más bono de alimentación) con el que actualmente se vive en el país, es casi imposible que una pareja disfrute una tarde de béisbol.

Para el partido en que Leones del Caracas se enfrentó contra Tigres de Aragua el 29 de noviembre, en el Estadio Universitario de la capital venezolana, las entradas más económicas costaban 25.000 bolívares.

Si una familia de cuatro integrantes deseara ir a disfrutar del partido y dispusiera de solo un sueldo mínimo, únicamente con las entradas se gastaría un tercio del presupuesto.

Ir al estadio no es solo ver béisbol

La Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), tradicionalmente, solía ser un torneo interesante y de los mejores reputados del Caribe. Esa mezcla de jugadores que buscan fogueo para alcanzar las Grandes Ligas, los que esperan recuperar el ritmo y los veteranos asentados hacían un digno espectáculo para los aficionados del deporte rey en Venezuela.

Sin embargo, desde hace un par de temporadas la Liga se convirtió en una obligación de los equipos y organizadores para garantizar la atmósfera de “normalidad” que busca recuperar el país.

Fueron varias las ocasiones en que se pidió no se realizara, pero la inyección de capital a través de patrocinios estatales impulsaron las zafras.

Mercancía de los equipos fuera del estadio

Cuando la mayoría de los venezolanos no puede ir al estadio por no disponer de suficiente dinero para disfrutar la experiencia, lo “normal” desaparece.

Desde la entrada al estacionamiento empieza la distorsión económica: en efectivo, punto de venta o pago electrónico puedes cancelar 40.000 bolívares para aparcar. Sin embargo, un (1) dólar también cubre la cuota.

La Plaza de los Estadios, donde antes los fanáticos hacían su “pre-despacho”, sigue llena de improvisados establecimientos con mercancía y de comidas rápidas, pero sin personas que consuman o compren los productos.

Evitar el gasto

La mayoría de los fanáticos se dirigen rápidamente a la taquilla, evitan distracciones y esquivan a revendedores que, en algunos casos, ofrecen mejores precios.

Los boletos más económicos, después de gradas, son las «sillas verdes» en los laterales del Estadio Universitario que valen  80.000 bolívares.

Con la baja asistencia que registra el béisbol esta temporada -un promedio de 3.832 asistentes por juego-, los equipos han optado por hacer promociones “2 por 1” que potencien la compra de entradas.

A pesar de ello, el partido entre Leones del Caracas y Navegantes del Magallanes, clásico del béisbol en Venezuela, con mejor asistencia de la temporada no superó a los 12.000 espectadores, cerca de la mitad de la capacidad máxima del Universitario. En el último encuentro entre los eternos rivales apenas superó los 8.000 asistentes.

La tarifa más alta por una entrada es de 280.000 bolívares, para ubicarse en las privilegiadas «sillas azules» detrás del home.

Es importante tomar en cuenta que todos estos precios pueden variar según el encuentro: trabajadores de las taquillas aseguraron que las entradas son más caras cuando hay juegos “importantes” -las rivalidades clásicas de los melenudos son con Magallanes y La Guaira y más recientemente con los Tigres de Aragua-.

Si una pareja decide ir al estadio en su carro particular, gastaría 200.000 bolívares solo en estacionamiento y entradas.

Béisbol con hambre no dura

Un partido de pelota dura, en promedio, tres horas. Pasar todo ese tiempo sin siquiera tomar agua o comer golosinas es difícil.

En el Estadio Universitario de Caracas las ofertas de comida son variadas: gyros griegos, conos de pizza, tequeños, choripanes, perros calientes, hamburguesas, pepitos y comida mexicana se exhiben en stands alrededor del estadio.

Las opciones varían, pero los precios no tanto. La mayoría de los puestos ofrecen su producto más económico en 85.000 bolívares, o dos (2) dólares en efectivo -unos 90.000 bolívares al cambio actual-, sin incluir la bebida.

Son pocas las opciones por debajo de este precio. Lo más económico entre las comidas rápidas es un perro caliente normal por 57.500 bolívares -poco menos de dólar y medio- que puede ser compartido por dos personas.

Los famosos «tequeñones», en porciones individuales, cuestan 80.000 bolívares -poco menos de dos dólares-, lo mismo que una entrada al estadio y casi un tercio del salario mínimo.

Otras opciones como los pepitos o shawarmas rozan, y en algunos casos sobrepasan, la línea de los 200.000 bolívares.

Combos en dólares

Algunos puestos de comida publican ofertas que solo pueden ser aprovechadas en dólares. Los “combos divisa” van desde 2 dólares (Bs. 90.000 al cambio del día) hasta 5 (Bs. 207.500).

Las arepas, clásico plato en Venezuela, no está ni cerca de ser la alternativa más barata del estadio: sus precios oscilan entre los 95.000 y 100.000 bolívares, dependiendo del relleno.

Acompañar una comida con una bebida gaseosa cuesta en la mayoría de los puestos 25.000 bolívares (medio dólar), mientras que el agua mineral embotellada promedia los 20.000 bolívares.

Las golosinas y helados tampoco se quedan muy atrás: una paleta puede costar 43.000 bolívares -casi un dólar-, si es solo de frutas o sabores cremosos.

Si compras una paleta rellena con leche condensada o algún sirope, el precio aumenta hasta los 69.000 bolívares.

Los altos precios de la comida han desviado – aún más – la atención del público hacia dos cosas: el espectáculo deportivo y las cervezas.

La segunda gran atracción: la cerveza

Los precios de la cerveza en el estadio son solo comparables con los precios de las licorerías.

Cuando en algunos restaurantes de Caracas la cerveza cuesta entre 28.000 y 41.000 bolívares, en el Universitario se consigue en 17.500 bolívares, o 22.000 si la llevan hasta su asiento.

Los asistentes al estadio, en su mayoría jóvenes universitarios, consumen cerveza durante gran parte del partido.

Un vendedor indicó a El Estímulo que cuatro personas puede llegar a consumir hasta 20 cervezas por partido.

Esto equivale a cinco cervezas por persona que, llevadas hasta su asiento, se traducen en 110.000 bolívares para cada uno.

Explicó que la dinámica de pago con las cervezas es distinta en comparación a la comida, porque hay mucha diferencia en la tasa de cambio a la que reciben los dólares.

“Hay personas que quieren pagar en dólares, pero nosotros les recomendamos no hacerlo porque a veces lo reciben cuatro puntos por debajo de lo que está en la calle”, explicó el joven vendedor que prefirió resguardar su nombre.

Esto significa que cuando el dólar se está cotizando a 41.500 bolívares en la calle, los vendedores de cerveza lo reciben a 37.500 aproximadamente.

¿Por qué lo hacen? El vendedor explica que en muchos casos los vendedores de cerveza aprovechan de cobrar en dólares, pero pagar usando sus tarjetas de débito.

De esta manera obtienen dólares a una tasa muy por debajo de lo que cuesta en la calle e igual aseguran los ingresos a la empresa que vende las cervezas.

Las mafias se mueven por todos lados

Los revendedores de entradas trabajan con un método similar. Aunque en ocasiones pueda salir «bien» transar con un revendedor, es riesgoso pues la entrada puede ser falsa.

Igualmente, muchos revendedores obtienen sus entradas a través de organizaciones asociadas a la UCV. Otros las obtienen como trabajadores de las organizaciones que administran los equipos.

Identificados con el logo de un equipo, un joven revendedor explicó rápidamente que esta temporada es costoso ir al estadio. Para él, el espectáculo no vale la pena.

“Yo recibo entradas de la organización, pero no he venido ni a los partidos ‘buenos’ porque los partidos parecen una caimanera (un partido de aficionados)”, dijo el vendedor.

Béisbol en Venezuela se pone bueno

El joven indicó que regala las entradas porque cree que nadie va a pagar las tarifas oficiales para ver el juego desde los mejores asientos.

“Mira, yo vendo asientos detrás del home a 100.000 bolívares porque sé que nadie va a pagar los 280.000 que piden allá”, indicó mientras apuntaba a la taquilla.

Igualmente, la mayoría de los asistentes al estadio prefiere comprar entradas oficiales para evitar ser estafados, aunque la calidad del espectáculo no esté garantizada.

Publicidad
Publicidad