Venezuela

Vargas tiene mayor situación de riesgo hoy que hace 20 años

Los expertos aconsejan retomar los planes para la creación de una plan de mitigación y prevención de riesgos que cubra todo el estado Vargas y otros estados del país

Vargas tiene mayor situación de riesgo hoy que hace 20 años
Daniel Hernández
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Pasaron 20 años de la tragedia de Vargas, el mayor deslave de Venezuela y uno de los peores del planeta. Destrozos, damnificados y fallecidos estuvieron a la orden del día en 1999.

Carmen de Uria uno de los sitios más afectados por las lluvias es hoy una zona de casas destruidas, algunas pocas en pie, como un fiel recordatorio del desastre ocurrido.

Una gran montaña, que se formó con el lodo y piedras del deslave se erige sobre la comunidad. En esa gran montaña hay restos de casas que el agua destruyó hace dos décadas. Trozos de concreto, vigas, cabillas, bloques son parte de la nueva formación en la calle principal de Carmen Uria.

Bajo la montaña, reposan los restos de algunos de los habitantes de la zona que perdieron la vida en el deslave.

En las ruinas de una de las casas está Luis Martínez. El no estuvo allí durante el desastre, llegó de Higuerote y se adueñó del espacio, pues no tenía donde vivir.

“Tenemos viviendo aquí unos dos años, estamos tranquilos, nos dedicamos a la pesca, estamos registrados en un Consejo Comunal, que nos entrega la caja con los alimentos y los niños van a escuelas cercanas a la zona”, indicó.

Carmen de Uria

Rafael Garate, vecino de la zona, afirmó que unas 26 familias pisatarias de Carmen de Uria, se devolvieron a las ruinas de sus casas. Las volvieron a construir pues no se acostumbraron a las zonas a las que los trasladaron en el interior del país. Especialmente porque no consiguieron trabajo, alguna estabilidad para mantener a la familia.

Antonio Carmona y su familia también volvieron a Carmen de Uria, después que paso la tragedia. “Aquí tenemos nuestra vida, nos formamos y tenemos la esperanza de rescatar nuestra comunidad, a pesar de todos los problemas”.

Lo que fue

Hace 20 años en la zona había carreteras asfaltadas que permitían el paso vehicular hasta la parte alta. Hoy solo hay dos caminos rústicos de tierra, rodeados de las ruinas de las hermosas quintas que allí existían. Las estructuras están invadidas por la vegetación, los escombros y basura que se deposita desde hace dos décadas.

“Por la gran cantidad de personas que murieron y quedaron enterradas en esta zona de Vargas, Carmen de Uria fue declarada Campo Santo, pero en realidad es un basurero, un botadero de escombros, permitido por las autoridades, aquí traen basura de todo el estado” dijo otro de los vecinos.

Y así, además de las montañas y escombros que dejaron las lluvias, también se crearon sobre ellas montañas de basura y escombros. Los lugareños pidieron a las autoridades se mejoren algunos servicios públicos, pero estas aducen que no se invertirá en el lugar por la declaración de Campo Santo y zona de riesgo.

En lo alto de la montaña

Teófila Rosa de Díaz, de 88 años de edad tiene una mente lúcida y la memoria fresca de la tragedia. “Recuerdo los gritos de mis vecinos, el ruido del agua del río, la tierra que temblaba y la lluvia incesante”.

Teófila se encontraba en la casa, que le construyó su esposo Candelario Díaz, su único novio, su único amor, con el cual estuvo casada por 50 años y con el que tuvo 6 hijos. “Mi casa está en una de las colinas, en la tragedia no sufrió sino el techo, por la cantidad de agua que cayó”.

Teófila Rosa Díaz, Carmen de Uria

Después de la lluvia, los cuerpos de rescates desalojaron a los sobrevivientes, a Teófila y su familia la llevaron hasta el primer refugio en Maiquetía. Luego la llevaron hasta otro refugio en Caracas, y posteriormente al estado Yaracuy donde recibió una casa.

En su salida de Carmen de Uria, cuenta Teófila que vio los cuerpos de sus vecinos muertos, otros estaban mal heridos, y donde fuera solo veía restos de cuerpos humanos.

Sorangel Rodríguez, sobreviviente de la tragedia y nuera de Teófila afirmó: “Dos años más tarde ella nos pidió que la trajéramos a visitar la comunidad, solo por un día, pero al llegar a su casa, no quiso volver a salir y allí está en la casa que le construyo su esposo, donde dice que solo saldrá muerta”.

Teófila Rosa Díaz

En la zona también están los restos de la Iglesia, en donde hace 20 años se refugiaron gran cantidad de vecinos tratando de salvarse de las aguas, pero la fuerza del río se llevo la mitad de la estructura y con ella gran cantidad de personas.

La iglesia abre sus puertas una vez por año, el 16 de diciembre para conmemorar una misa especial por el descanso de las personas fallecidas.

Los Corales: el hogar de los maracuchos.

Los Corales también es un lugar en ruinas. Enormes piedras bajaron de lo más alto de la montaña junto a las aguas del río San Julián cuando se desbordó.

A pesar del derruido panorama el sector fue repoblado nuevamente. No solo por residentes que vivían allí antes de la tragedia –que fueron trasladados al interior del país, y volvieron a sus casas. Ahora también viven allí muchas personas del estado Zulia, que prefirieron arriesgarse allí que seguir sufriendo las carencias económicas y falta de servicios públicos en la entidad del oeste del país.

El canal del río está lleno de escombros, monte y basura, señalan los vecinos que desde hace mucho tiempo no se le hace el debido mantenimiento. A los lados del cauce se levantaron improvisadas viviendas, donde viven una gran cantidad de niños. Los menores juegan sobre las mismas piedras que ocasionaron la muerte de muchos infantes hace 20 años.

Los Corales

En uno de los edificios que fue desalojado, medio demolido por las autoridades, y con prohibición para habitar por el alto riesgo que presenta después de la tragedia encontramos a Sol Pacheco. Al hablar se le nota el acento zuliano.

“Este edificio es conocido como Los Maracuchos. Somos un grupo de familias que nos vinimos del estado Zulia, de Maracaibo, por los graves problemas que padecíamos por la falta de servicios públicos, la falta de trabajo y de oportunidades. Aquí llegamos y como pudimos, levantamos las paredes de los apartamentos, tratamos de reparar las cañerías y las tuberías de agua potable, pero es muy difícil”, dijo Pacheco.

Penurias y necesidad

A pesar de los esfuerzos realizados, la mayoría de las familias viven en situación de pobreza extrema. Hay casos severos de desnutrición, los niños sufren de sarna, por las aguas servidas en la planta baja de la estructura.

“La mayoría de nosotros trabaja en la playas vendiendo comida, pero la situación es muy dura. La gente que viene al litoral no compra. Conformamos un consejo comunal, a través del cual nos llega la caja de alimentos. La mayoría de las veces solo llega pasta y arroz, y eso le damos a los niños, que no toman leche, ni comen carne, tampoco pescado”, dijo otra vecina.

Damarys Vargas, hace 20 años vivía en Guanape, otra zona de Vargas afectada por las lluvias. “Quedamos damnificados. El estado nunca nos entregó una casa. Tuve la oportunidad de comprar esta casa en Los Corales y aquí estoy, impulsando el rescate de la comunidad, para hacer nuestra nueva vida aquí”.

En lo alto de la montaña aun están los surcos que dejó el agua a su paso. Abajo donde estaban las calles hay grandes piedras que obstaculizan el paso. En las calles, edificios ruinosos y precarias casas nuevas, construidas cerca del cauce del río que hace 20 años provocó tantas muertes.

Ana Acero, una de las líderes comunitarias y vocera del consejo comunal Los Corales afirmó que en la zona hay 350 familias que viven en zona de riesgo.

“La mayoría somos personas que no tenemos donde vivir, algunos somos vecinos del estado, otros del interior del país. Tratamos de recuperar la zona, pero sin apoyo es una meta imposible. Hemos recibido ayuda en la entrega de tanques de agua, mangueras, tubos, pero eso es insuficiente”, dijo.

Estas familias tienen la esperanza que les ofrezcan una solución habitacional, pues allí sigue latente el peligro.

Vargas zona de riesgo

El ingeniero José Luis López, es uno de los investigadores del instituto de mecánica de Fluidos de la Universidad Central de Venezuela. López también fue coordinador del foro “Los aludes torrenciales de 1.999, en Vargas 20 años después”, que se realizó entre los días 4 y 6 de diciembre.

En su ponencia el experto advirtió que en la actualidad existe una situación de alto riesgo en Vargas y que de hecho es igual o peor que hace dos décadas.

Explicó que después de la tragedia de Vargas, las autoridades del gobierno, Corpovargas y otros organismos llevaron a cabo estudios de las zonas afectadas y construyeron una serie de obras de mitigación ante una situación similar.

“Después de la tragedia se realizaron varias obras de mitigación entre ellas, 63 represas, para detener sedimentos, se canalizaron muchas quebradas, pero hay un descuido posterior y no se le ha hecho mantenimiento a las obras, y lo convierte en un nuevo peligro latente” dijo López.

López manifestó que las represas construidas cumplieron su función de retener los sedimentos, desde lo alto de las montañas, como por ejemplo paso en la vaguada del año 2005.

“Pero actualmente estas estructuras están llenas de sedimentos, algunas con graves daños estructurales y en estas condiciones pierden la capacidad de ser una obra de prevención, de mitigación de desastre. No tienen la capacidad de retener nuevos sedimentos que puedan producirse en futuras lluvias”, explicó López.

Señaló que las autoridades nacionales y regionales, debieron sentarse en una mesa de trabajo y acordar cuales serían los organismos que realizarán el mantenimiento a las represas y el monitoreo de estas obras.

La Guaira

Reducir riesgos

Igualmente declaró que hay una serie de obras que fueron planificadas para reducir los riesgos de un nuevo deslave pero que no se construyeron. En su opinión es necesario construir, otras 100 represas en todo el estado Vargas.

“Es necesario, revisar y poner en funcionamiento otras estructuras hidráulicas, las estaciones de medición de lluvias, la limpieza de los cauces de las quebradas y lluvias. La mayoría de estas obras tienen sedimentos, basura, escombros y vegetación que impiden el paso de las lluvias y pueden ocasionar nuevas emergencias, en las zonas que fueron afectadas en 1999”, explicó López.

El ingeniero manifestó que en los recorridos realizados en las zonas devastadas por las lluvias, nota un repoblamiento de los lugares declarados como alto riesgo. Zonas como Los Corales, tienen grupos familiares que reconstruyeron los edificios y estos tienen bases dañadas, que los hacen inhabitables.

“Debemos llamar la atención sobre las ‘soluciones habitacionales de interés social’, en zonas cercanas a los lugares afectados por las lluvias. Se cree que las obras ejecutadas aguas arriba, están protegidas, pero no es así, las obras no han recibido mantenimiento y corren un grave peligro, igual o peor que en 1999”, señaló.

Mitigación y prevención

Por último, el investigador de la UCV, dijo que se tiene que retomar los planes para la creación de una plan de mitigación y prevención de riesgos que cubra todo el estado Vargas y donde no solo se piensa en la construcción de obras, de infraestructura.

También insistió en la educación de los vecinos, para que conozcan la situación de vulnerabilidad de sus sectores, para que puedan crear sus propios mapas de riesgos y las acciones a tomar en caso de alguna contingencia.

“Vargas es una zona de alto riesgo, en donde se pueden repetir los deslaves que se presentaron primero en 1951, en 1999 y en 2005. La gente y las autoridades deben estar preparados para cualquier eventualidad, especialmente porque el calentamiento global, ocasiona una serie de fenómenos meteorológicos, entre ellos fuertes lluvias, en distintos países del mundo y Venezuela no está exenta”, señaló.

El académico también invitó a acercarse a las universidades, científicos y expertos que puedan orientar para enfrentar cualquier nueva emergencia, en especial ocasionado por las lluvias en Vargas.

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