Cargado por funcionarios del Cuerpo de Bomberos de San Antonio del Táchira, el cuerpo inerte de Ubaldo Aguilar, de 56 años, ingresó al cementerio municipal de esta localidad venezolana fronteriza con Colombia, el viernes 17 de julio.
Horas antes se registró su deceso en el hospital Samuel Darío Maldonado, de la misma población. No se le hizo autopsia.
Ubaldo fue enterrado sin parientes, sin amigos, sin ceremonia. Nadie le dio el último adiós. Vivía en uno de los refugios que las autoridades de Táchira habilitaron para que los migrantes que retornan cumplan su cuarentena.
El cadáver de Ubaldo fue enterrado en una improvisada caja de madera delgada. Esa especie de urna era, en realidad, la caja donde venían los toldos que Acnur dona en las comunidades fronterizas.
El venezolano, oriundo del estado Yaracuy, habría fallecido luego de sufrir un infarto. Padecía cáncer pulmonar con metástasis, señaló una fuente hospitalaria a El Estímulo.
Días antes el connacional había regresado de Colombia y estaba cumpliendo la cuarentena obligatoria en el Punto de Atención Social Integral, (PASI) ubicado en el liceo Manuel Díaz Rodríguez.
Un segundo migrante fue sepultado la tarde del jueves en la población fronteriza de San Antonio. Se trata de Julián Pérez Pinto, nativo del estado Anzoátegui, en el oriente venezolano.
Julián era considerado como «migrante interno». Padecía de tuberculosis pero fue sepultado con los protocolos de bioseguridad contra covid-19 que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Vivía en un galpón cerca del terminal de pasajeros.
Hasta ahora ninguna autoridad local o regional se ha referido al deceso de ambos migrantes.
Temor en la población
Fernando Cáceres, vecino de San Antonio, fue consultado por El Estímulo en relación a la situación en la población fronteriza . Señaló que existe nerviosismo y preocupación por las muertes registradas en el hospital local.
«Nos preocupa porque han fallecido por problemas respiratorios. Se desconoce si fue por covid-19», precisó.
Cáceres cree que pudiera estar ocultándose una realidad latente con respecto a los contagios por coronavirus. En la última semana, sin embargo, se conoció que siete personas, vecinos de la zona, dieron positivo en las pruebas de descarte.
Los resultados de la prueba PCR no se han entregado a quienes dieron positivo en la prueba rápida, a pesar de haber transcurrido una semana, agrego el habitante de San Antonio.
«Estamos indignados con las autoridades. Pueden estar ocultando información que afecta a toda la población de la frontera».
Las muertes registradas en las últimas horas son motivo de alarma, teniendo en cuenta que los decesos fueron por «enfermedades pulmonares», como cáncer de pulmón y tuberculosis.
«El hospital de San Antonio no tiene morgue. No hay médico patólogo que realice autopsias. No podemos saber qué fue lo que en realidad produjo estas muertes».
El fallecimiento de los migrantes ocurrió justo cuando José Manuel Villasmil Rincón, jefe del Distrito Sanitario 3 de San Antonio del Táchira, renunció irrevocablemente a su cargo ante la Corporación de Salud. Entre otras cosas argumentó que «como venezolano y sanitarista veo con profunda preocupación cómo se anarquizan los procesos sanitarios», tal como detalló en su carta.
El Estímulo conoció que, en los últimos meses, tres profesionales de la salud han renunciado ante la referida Corporación de Salud de Táchira.