Hacemos país

Yadira Castillo, la mujer que obra con optimismo frente a la pobreza

Empapada de agua hasta la cabeza por estar arreglando el baño de una casa hogar y con una escandalosa alegría, Yadira contó la historia del apostolado Puentes de Esperanza, que ella misma dirige y con el que alimenta a más de 70 personas en situación de calle

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Yadira Castillo
Daniel Hernández |El Estimulo

«No lo llames altruismo», sostiene Yadira Castillo, cuando habla de lo que hace. Yadira es una mujer venezolana de 59 años, contadora retirada. Y es de esas personas que impele el futuro o, al menos, no lo deja suspendido en lo imposible. «Yo siempre he sido muy extremista: o doy todo o no doy nada», dice con gran firmeza y alegría.

Yadira Castillo tiene dos años buscándole un nuevo sentido a su vida, desde que sus hijos decidieron formar su propia familia. Trabaja incansablemente buscando donaciones y preparando comida para más de 70 personas en situación de calle, especialmente de la tercera edad. Todos los domingos a la una de la tarde, Yadira va a un punto ya definido en Boleíta, en la Francisco de Miranda, con 70 raciones de comida caliente y las entrega a gente que, desde temprano, la espera.

Yadira Castillo
Todas las fotos de esta nota son de Daniel Hernández /  @danielimagengrafica

Su loable labor inició en enero del 2019, cuando fue a la iglesia que queda frente a su casa en El Marqués, como un refugio a su soledad. Ahí conoció la cara de la bondad. Creció espiritualmente junto al padre José Gregorio Hernández y dice que no es casualidad que lleve el mismo nombre del recién beatificado médico, pues asegura que él también irá «derechito al cielo».

Explica que, desde que conoció al sacerdote, logró entender las necesidades de esas personas que viven en situación de calle y que antes le tocaban la puerta y, de manera egoísta, se las cerraba con molestia e improperios.

Yadira Castillo

Ahora no solo prepara los domingos platos de comida para más de 70 personas de la tercera edad, sino que también les lleva arepas entre semana y las veces que puede ayuda a bañar a las señoras de la Casa Hogar Nuestra Señora del Carmen en Los Chorros, donde hasta plomería hace para que puedan tener un baño operativo. Y así, empapada de agua hasta la cabeza y con una escandalosa alegría, contó su historia sobre el apostolado Puentes de Esperanza, que ella misma dirige y el cual nació en Caracas y ahora también funciona en Anaco bajo la dirección del padre José Gregorio Hernández.

Yadira Castillo

«En 2019, el primero de enero yo crucé la calle. Vivo frente a una iglesia en El Marqués. Y hasta ese entonces, en mi vida había ido pa’ misa ni nada de esas cosas. Pero estoy muy sola y de ahí nació una bonita amistad con un padre llamado José Gregorio Hernández, ¡qué casualidad! El padre José Gregorio me enseñó a tener empatía con la gente de la calle. Te juro que antes de él, alguien llegaba a la puerta pidiéndome algo y yo le tiraba la puerta en la cara y lo insultaba porque no dejo de ser normal como somos todos, antipáticos. Pero él me enseñó a tener empatía con esa gente y me enteré por casualidad que daba comida los domingos en el cercano Parque Sanz», comenta.

Yadira cuenta que en esa época en la que empezó a ir a la iglesia había un grupo de viejitas encargadas de hacer la comida que repartían a un grupo bastante mixto entre los que había prostitutas, personas mayores, todo tipo de personas.

Yadira Castillo

Al que madruga…

A las 5 o 6 de la mañana del domingo empieza la faena de Yadira Castillo. Comienza preparando una gigantesca olla de sopa. Luego hace granos, los que tenga: lentejas con arroz, caraotas. Cuando tiene les prepara panqueques, huevos y plátano sancochados, ensalada, jugo y arepas. Les sirve la comida caliente y las bebidas frías, con gustosa sazón, como si fueran sus hijos a quienes está sirviendo.

Yadira Castillo

«Uno de los pocos mandamientos que yo procuro cumplir es tratar al prójimo como a mi misma. A mí me gusta la comida caliente, todo bien preparadito. Y, si me van a dar jugo, que me lo den frío, no caliente. Así que a ellos los trato como si fuera yo», relata, añadiendo que cuando inició esta travesía, las viejitas de la iglesia preparaban la comida sin sal ni gusto. Su excusa era que esas personas estaban acostumbradas a comer de la basura.

Pero la cosa no ha sido fácil. La sacaron del Parque Sanz, y de otras zonas. La amenazaron con la cárcel. Hasta sus vecinos llamaron a la Alcaldía por intentar darles la comida en su casa, pues reclamaban que estaba llevando a «malandros y malvivientes» a la urbanización. Finalmente consiguió ubicarse en la salida de la avenida Francisco de Miranda, donde está el edificio Giorgio, y allí lleva ocho meses dándole comida a personas mayores, especialmente a hombres porque, según considera, son la población más susceptible.

Yadira Castillo

«Los minusválidos, niños y mujeres ya tienen preferencia en otras partes. A los viejitos los dejan hasta sin comer. Aquí la prioridad es del más viejo al menos viejo», sentencia con carácter, pues dice que tiene que hablarles fuerte para evitar los abusos.

Llueva o truene, ella va

Si se le pregunta a Yadira sobre su retribución o gozo, no titubea en decir que esta labor es un trabajo fuerte que amerita dedicación. Y que, además, la situación económica está difícil para todo el mundo. Sin embargo, asegura que es gente que realmente siente hambre y así llueva, ella les lleva su comida caliente para que, aunque sea una vez a la semana, tengan una buena comida y sosiego.

Yadira Castillo

«No tengo ahorita dinero, ni posición, ni nada. Yo solo le pido a Dios, hasta que yo pueda, seguir haciendo la labor que Él me manda todos los domingos. Si Dios me puso en esta tarea de darle comida a la gente de la calle, lo hago lo mejor que puedo con lo que tengo. Y Dios tiene que ayudarme», dice la mujer que conserva entre sus retribuciones la cara de satisfacción de esos seres que reciben un trato humano porque, aunque no pregunte, asegura que sus realidades conmueven y entristecen.

Yadira Castillo relata: «Gracias a Dios yo siempre tengo mucho de todo. Yo no les pregunto nada. Yo doy comida y eso me lo ha enseñado la experiencia y el padre José Gregorio. Uno cuando da no tiene que estar juzgando. Uno tiene que dar sin pedir nada a cambio, como hizo Jesucristo con nosotros».

Para esta venezolana, joven de alma y alegría constante, la vida se lleva mejor haciendo el bien, venciendo la pobreza con trabajo y optimismo.

Yadira Castillo

«Nunca me he dejado derrumbar. Siempre he tenido una línea: lo correcto es por aquí, lo bueno es por aquí. Desde niña he sentido optimismo dentro de mí. Yo misma me impulso. He sido rebelde contra las cosas negativas. Me rebelé a la pobreza, me rebelé a mi mamá porque siempre era negativa, me rebelé contra las cosas malas y siempre he tratado de hacer el bien. Siempre he buscado ayudar a la gente que me rodea. He sido optimista ante cualquier situación. Ahora Dios me manda a darle comidas todos los domingos. Y me manda a hacerlo con el mismo amor que si fueran mi familia».

Yadira Castillo

Entre tanta precariedad, Yadira siempre consigue ayuda y donaciones para su apostolado Puentes de Esperanza, el cual lleva a pulso, con una coordinación expedita, entrega, entereza y alegría.

Coordenadas

Yadira Castillo. Si quiere contactarla o ayudarla con su labor puede llamarla al 0414-253.0646

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