Ciencia

Jurassic Park en Táchira

Llamado Laquintasaura venezuelae, no solo pertenece a un género nuevo, es uno de los fósiles más antiguos del planeta —201 millones de años— y su hallazgo acaba la hipótesis de que la zona paleoecuatorial estaba despoblada de estos animales. El biólogo venezolano Marco Tulio Badaracco tuvo bajo su cama las rocas con los fósiles durante tres años y aquí echa el cuento

Fotografías: Paul M. Barrett, Richard J. Butler, Randall B. Irmis, Torsten Scheyer, Roland Mundil, and Marcelo Sánchez-Villagra. 2014. Proceedings of the Royal Society, London.
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Es como un perro labrador. Mide metro y medio de largo y 40 centímetros de alto. El fémur es de apenas siete centímetros. El descubrimiento fue publicado en agosto del año pasado en la revista británica Proceedings of the Royal Society y ha despertado el interés de la comunidad científica internacional por las hipótesis que echó abajo.

Todo comenzó como un proyecto personal del venezolano Marcelo Sánchez-Villafaña cuando era estudiante de doctorado en Carolina del Norte en 1992. Este se enteró que, a finales de los años 80, paleontólogos franceses hallaron restos fósiles en la formación rocosa Laquinta al norte del estado Táchira y decidió emprender una excavación con dos de sus amigos. “Fue un plan muy hippie. Fui con mi novia a vivir la experiencia y a ayudar a Marcelo”, confirma.

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Más de 20 años pasaron entre el hallazgo y su publicación. Marcelo llegó a ocupar el puesto de curador de paleontología del Museo de Historia Natural de Londres, con las colecciones de Darwin a su cargo. Actualmente, es investigador de la Universidad de Zürich. Ambas experiencias le permitieron conseguir apoyos y sumar paleontólogos al estudio de las muestras.

Como si fuera poco, en octubre de 2014, el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) anunció que otra nueva especie fue hallada muy cerca de Laquintasaura venezuelae, recibiendo por nombre Tachiraptor admirabilis. No sería extraño que en el futuro se encuentren más huesos y pueda comprobarse que ambos coexistieron porque es muy probable que el Tachiraptor —depredador activo— se comiera a Laquintasaura —insectívoro vegetariano.

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—Esta historia está signada por la suerte…
—Sí. La verdad es que Marcelo hizo un primer viaje y encontró no solo huesos de dinosaurio sino que los mismos se trataban de una especia nueva. Para el momento él cursaba estudios de postgrado en Estados Unidos y recibió una subvención de 100 mil dólares para culminar la excavación y los primeros análisis, así que decidió y volvió con un plan más sistemático— comienza la historia Marco Tulio Badaracco.

—Fue así como te sumas a la excavación…
—Marcelo llega a Venezuela y me pide que lo acompañe. Nosotros habíamos entablado una gran amistad en la Universidad Simón Bolívar. Mi novia y actual esposa también se sumó y terminamos siendo el 66% del equipo de excavación— se ríe.

—¿Qué método emplean para hacer estas excavaciones?
—Es más rupestre de lo que se imagina la gente. A veces golpeas el fósil sin querer porque tienes una matriz de roca y vas rompiendo con un martillo hasta no encontrar más nada. Esto se cubre con yeso y tela para darle una capa protectora. En este caso tuvimos la extraordinaria suerte de conseguir centenares de huesos. Cada vez que Marcelo disponía de recursos enviábamos muestras para procesarlas en la Universidad del Zulia— vuelve Badaracco.

—¿Y cómo fue que los restos de Laquintasaura estuvieron tres años bajo tu cama?
—Marcelo era estudiante de doctorado y el procesamiento de los huesos cuesta mucho dinero y lleva mucho tiempo. Ciertamente, él había recibido un aporte para contratar a los primeros especialistas que aislaran los huesos de la matriz de roca, pero luego me mudé y quedaron bajo la protección de mi madre, quien lo amenazaba con hacer sancocho de dinosaurio todo el tiempo. La verdad es que siempre estuvimos en contacto. Actualmente, mi esposa le presta apoyo logístico en sus excavaciones en la zona de Urumaco, estado Falcón.

—¿Por qué pasaron más de 20 años para enterarnos del descubrimiento?
—Son procesos muy largos. Las muestras se analizaron en la Universidad del Zulia pero las rocas para determinar la edad radioactiva se hicieron fuera del país. Hay que decir que estos hallazgos forman parte del patrimonio cultural de la nación y están bajo el resguardo de la universidad.

— Sin embargo, las réplicas existentes fueron encargadas por la Universidad de Zürich…
— Sí, pero las hizo en Argentina un artesano-paleontólogo-artista a partir de datos digitales. Existen sólo tres. Una está expuesta en la Universidad de Zürich, otra está en mi poder (con ella imparte charlas) y la tercera la acabo de entregar al Museo de Ciencias Naturales de Caracas para una exposición que será anunciada muy pronto.

—¿Cuál es la trascendencia científica de Laquintasaura?
—Tumba algunas hipótesis de que la zona ecuatorial era muy poco propicia para algunas formas de vida. También ofrece nuevas pistas sobre la evolución de estos animales y del planeta. Además, se encontraron restos de cuatro individuos, dos adultos y dos jóvenes, así que puede inferirse el comportamiento parental de la especie.

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—¿De dónde viene el nombre?
—Significa saura réptil de la formación Laquinta en Venezuela; el Tachiraptor es depredador admirable del Táchira, Velocipartor significa ladrón veloz; y Tyrannosaurus rex, el rey de los lagartos tiranos. Los nombres siempre son simpatiquísimos.

—Terminaste siendo un embajador del primer dinosaurio venezolano…
—Para mí es un honor porque llevo casi 20 años trabajando en el Instituto Integral El Ávila como docente de ciencias. Es mi misión en la vida. Adonde me inviten voy con la réplica a contar su historia. Pronto estaré en la Universidad Católica y espero visitar muchos colegios. A los niños les encanta saber de dinosaurios. Es terrible de que no se enteren de que en su país hay dos—, concluye Badaracco.

**Los interesados en recibir una charla con la historia de Laquintasaura venezuelae, pueden escribir a Marco Tulio Badaracco a la siguiente dirección de correo: [email protected]

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