Venezuela

CAP 2 intentos

La nueva película de Carlos Oteyza, CAP 2 intentos, un magnífico y emotivo largometraje documental sobre los dos gobiernos del presidente Carlos Andrés Pérez, nos traslada al pasado reciente.

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Carlos Andrés Pérez

No sólo Carlos Andrés hubiera deseado otra muerte, también las víctimas de la masacre de la Operación para la Liberación del Pueblo (OLP) en Barlovento hubieran preferido fallecer de otra manera, al igual que la sociedad venezolana entera hubiera deseado continuar su ensueño de progreso en vez de esta muerte lenta a la que ha sido sometida por la revolución bolivariana, en lugar de este marasmo asfixiante, de esta absurdo proceso de involución y decadencia de un pueblo que no supo responder ni encarar sus conflictos fundamentales.

La nueva película de Carlos Oteyza, CAP 2 intentos, un magnífico y emotivo largometraje documental sobre los dos gobiernos del presidente Carlos Andrés Pérez, nos traslada al pasado reciente, desconocido ya por muchos jóvenes nacidos y crecidos en estos nuevos Tiempos de dictadura (nombre de la anterior película de Oteyza sobre Marcos Pérez Jiménez), y nos inserta de lleno en el núcleo del problema irresoluto de nuestro país y de nosotros mismos, en la disonancia entre “la emoción e ilusión del país que pudimos ser y no fuimos, y de la incapacidad, no solo del gobierno sino de la sociedad que no estaba preparada para cambios tan grandes después de haberse acostumbrado a gestarse en un país petrolero”.

El documental de Carlos Oteyza, producto de una minuciosa investigación de archivo, comentado con agudeza por protagonistas principales de la época o intelectuales tan diversos como Terry Lynn Karl, Diego Arria, Felipe González, Oscar Arias, Carlos Blanco, Arnoldo José Gabaldón  o Miguel Rodríguez, contrapone la imagen de dos países posibles a través de dos gobiernos de un mismo personaje, La Gran Venezuela y el Gran Viraje, fantasía y corrección de un mismo dilema histórico que permanece aún sin conclusión, la transición de una cultura de abundancia a una consciencia de escasez.

Carlos Andrés Pérez personificó un proceso creativo que ocurre con muy poca frecuencia en política, la disposición de un hombre a corregir sus propios entuertos, a liderar y recomponer un proyecto de país antípoda, absolutamente distinto y contrario al que él mismo había ayudado a forjar. Los intereses creados, la cultura rentista y clientelar convertida en estructura modal del carácter social, el miedo al cambio, lo dejaron sólo ante una sociedad que le dio la espalda.

Como señala Oteyza en la nota de prensa redactada para la presentación del documental que se estrena el próximo 2 de diciembre, “es una película inevitablemente dolorosa, por la manera en la que la abundancia embriagó a la sociedad venezolana y, cuando llegaron las dificultades, esta no supo responder a las inevitables exigencias de los nuevos tiempos.” Lo más doloroso, sin embargo, es vernos todavía reflejados en esas imágenes del pasado, es reconocer que aún no contamos con un liderazgo cohesivo decidido a afrontar el difícil viaje hacia las formas de convivencia que exige la contemporaneidad, que continuamos complacientes, divididos, sin brújula cierta hacia la transformación. El fin de la película es magistral: desenmascara el odio como el hilo argumental que nos queda por desenrollar en la película del futuro que habremos de rodar.  

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