Internacionales

La muerte de Gabriel Cruz o el horroroso caso que conmociona a España

El  pueblo de Las Hortichuelas debe ser uno de los lugares más seguros del mundo. Es un pequeño caserío de Almería, en España, conformado por dos bloques de casas, con un kilómetro de distancia entre uno y otro: Las Hortichuelas Altas y Las Hortichuelas Bajas. Entre ambas suman poco más de 100 habitantes censados pero, en época de colegio y trabajo, son muchísimos menos. Ni qué decir que entre todos se conocen porque suelen ser vecinos de toda la vida.

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Fotos: The Objective y familiares

Esta triste historia se desarrolla en Las Hortichuelas Bajas.
Allí desapareció Gabriel, de ocho años, el 27 de febrero. El domingo apareció su cuerpo, sin vida, en el maletero de un carro. Durante 12 días lo buscaron con un intenso despliegue, con centenas de voluntarios comandados por la Guardia Civil (policía uniformada) y otras autoridades, y con medios de comunicación acampando en el caserío. Nadie entendía cómo pudo perderse en un sitio como ese que, al momento de su desaparición, contaba con 18 personas viviendo allí.

gabriel cruz

Gabriel estaba pasando unos días en casa de su abuela paterna, aprovechando un feriado con fin de semana. Hijo de padres divorciados, le tocaba con su papá Ángel Cruz. Cómo tenía que trabajar, dejó a Gabriel en el pueblo con su abuela paterna, un sitio que al niño le gustaba y conocía de sobra. El plus era que, en otra casa a 100 metros, estarían sus primos, con quienes siempre jugaba.
Gabriel desapareció a las 3.30 de la tarde precisamente yendo hacia esa casa, en un trayecto que no le tomaba hacer más de un minuto. A Gabriel lo mató ese mismo día su madrastra, la pareja de su padre desde hacía un año, una de las 18 personas que en ese momento estaba en el pueblo, concretamente, en la casa de la abuela.

gabriel la asesina
Ana Julia Quezada, de nacionalidad dominicana, con 43 años y más de 20 viviendo en España, es hasta ahora la única imputada como culpable en la muerte de Gabriel. La atraparon trasladando el cadáver desde un pozo, donde lo había  escondido, hasta otro lugar. Lo llevaba en la maleta del carro, que manejaba ella sola. Apenas vio a la policia, comenzó a gritar que “no era una asesina” para evitar que la revisaran. Enseguida encontraron al pequeño, con signos de descomposición, cubierto con cobijas.
En este video de El Otro Lado de la Verdad se ve el momento de la detención de Quezada.

La autopsia, realizada esta mañana, reveló que Gabriel murió asfixiado el primer día que desapareció. Durante los 12 días de búsqueda (y de agonía para sus padres) la mujer mantuvo el cuerpo escondido, mientras aparecía llorando notoriamente en todas las cámaras de televisión que podía. Incluso llegaba a interrumpir las entrevistas que daba el padre, su novio. Y, en el súmmum de su desesperación por figurar o despistar (quien sabe qué pasaba por esa cabeza), al cuarto día de búsqueda “encontró” una camiseta del pequeño tirada cerca de un embalse.
Aunque ese “hallazgo” obligó a cambiar todo el procedimiento, pues se vació el embalse y se interrogó a comunidades hippies que viven desde hace décadas en los alrededores, también puso el foco de los policías sobre ella. El sitio donde “apareció” la camiseta ya había sido rastreado. Tampoco se encontró ninguna otra señal del chiquito. Y la prenda no estaba en la lista de ropa que vestía Gabriel al desaparecer. Por otra parte, Ana Julia tampoco había colaborado con la investigación pues se negó a entregar su teléfono móvil, alegando dos veces que lo había perdido.
gabriel busqueda the objective
Las sospechas eran fundadas. Hoy se le está interrogando para saber qué pudo motivarla a estrangular a un pequeño de ocho años y se busca reconstruir los hechos en lo que se supone fue la escena del crimen.
Pero hay más.
Ana Julia Quezada tiene un pasado turbio que ahora, tras lo ocurrido con Gabriel, comienza a revisarse.
Hace más de 20 años llegó de República Dominicana a España, con su novio de entonces y sus dos hijas, de 4 y 2 años. Sólo la menor era hija biológica del hombre que, sin embargo, había adoptado a la grandecita. Esa niña también murió, al poco tiempo de estar en España, al caer desde la ventana del apartamento donde vivían en una populosa barriada de Burgos. Aunque en ese tiempo lo ocurrido fue catalogado por la policía como un accidente, a los vecinos siempre les pareció raro que la chiquilla hubiera podido caerse sola. Lo dicen ahora.
La Guardia Civil cree que Quezada secuestró y mató sola a Gabriel. También lo cree la mamá del niño, Patricia, quien mantiene excelentes relaciones con el padre. Una de las hipótesis sobre cuál habría sido el motivo del crimen es precisamente esa, que Quezada estaba celosa de esa cercanía de su novio con la ex mujer. Otra hipótesis es que pensaba obtener algún beneficio económico simulando un secuestro, pero esa teoría pierde fuerza al saber que mató al niño el primer día.
La sociedad española, conmocionada con este caso, piden cadena perpetua para la supuesta asesina, con manifestaciones en las calles y en las redes sociales. En paralelo honran a Gabriel, a quien llamaban «pescaito» por su pasión por el mar, con dibujos e imágenes de peces y emotivas frases de despedida. La sonrisa del pequeño, inmortalizada en las fotografías de búsqueda, quedó tatuada en el corazón de los españoles.

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