Cultura

El incidente Gleiwitz: la farsa nazi que inició la Segunda Guerra Mundial

Se conoce como “falsa bandera” a aquellas maniobras diseñadas por gobiernos u organizaciones con el fin de que parezcan hechas por sus enemigos. Ha habido numerosas operaciones así a lo largo de la historia, pero ninguna tuvo consecuencias tan fatales como la que desencadenó la guerra más mortífera de la historia en 1939.

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Fotografìa: historynet.com

Este 2019 se cumplen ocho décadas del inicio de la peor conflagración bélica que la humanidad haya conocido: la Segunda Guerra Mundial, cuyo saldo final fueron 60 millones de muertos, un continente devastado y dividido, otros dos severamente afectados, dos bombas atómicas y el mayor genocidio de todos los tiempos.

Muchas fueron las causas que llevaron al estallido del conflicto. Sin embargo, el detonante inmediato fue un burdo montaje que nadie creyó, pero que sirvió de excusa perfecta al régimen nazi para iniciar la invasión de Polonia y llevar al mundo a un infierno.

Antecedentes

A finales de la década de 1930, las potencias europeas tenían grandes motivos para sentir preocupación. Adolf Hitler había llegado al poder en Alemania en 1933 y no tardó en llevar a cabo una agresiva política expansionista con base en la doctrina del “espacio vital” (“Lebensraum”), que defendía la necesidad de incrementar el territorio del estado germánico para atender sus necesidades poblacionales.

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En ese contexto, el régimen nazi efectuó la anexión de Austria (“Anschluss”) en marzo de 1938 y meses después se apoderó de los Sudetes, una región de Checoslovaquia (actual República Checa) habitada por población alemana. Esta última acción contó con el aval de Inglaterra y Francia, quienes contaban con apaciguar así a Hitler y garantizar la paz en Europa.

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Pero no podían estar más equivocados, pues el Fuhrer tenía la mirada puesta en otra futura conquista: Polonia.

Los hechos

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial en 1918, las potencias vencedoras impusieron durísimas condiciones a la derrotada Alemania. Le hicieron pagar costosas reparaciones y la despojaron de parte de su territorio. La región de Prusia fue dividida para crear un corredor con el fin de que la recién conformada república polaca tuviera un acceso al mar Báltico.

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La ciudad alemana de Danzig (actual Gdansk), ubicada en dicha zona, obtuvo el estatus de “ciudad libre”, con Polonia como encargada de su seguridad y relaciones exteriores.

Estas medidas supusieron una enorme humillación para Alemania, y Hitler supo capitalizar ese descontento desde su ascenso al gobierno en 1933. Aunque firmó un pacto de no agresión con Polonia en 1934, en la práctica se dedicó a hostigarla mediante constantes reclamos por supuestos maltratos a los ciudadanos alemanes que vivían en el “corredor polaco” y en Danzig, quienes por cierto simpatizaban fuertemente con el nazismo.

La tensión fue aumentando y para 1939 Adolf Hitler ya preparaba en secreto la invasión del país. En tal sentido, Alemania firmó en agosto de ese año un pacto de no agresión con el dictador soviético Joseph Stalin, el cual incluía una cláusula secreta que estipulaba el reparto de Polonia cuando ésta fuera sometida. La mesa estaba servida.

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Asimismo, se optó por simular supuestos “sabotajes” en la frontera para dar la impresión de que Polonia hostigaba a Alemania y que, por ende, se justificaba una respuesta armada. Estas acciones a menudo se tradujeron en actos terroristas como la explosión de dos bombas en la estación ferroviaria de Tarnow por un agente alemán el 28 de agosto de 1939 y que causó la muerte de 20 personas.

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Dichos ataques estuvieron a cargo de las SS, la temible agencia de seguridad del Tercer Reich, y fueron organizados por uno de sus principales jerarcas, Reinhard Heydrich, quien por cierto fue la probable inspiración de Quentin Tarantino para el personaje de Hans Landa, el carismático coronel nazi interpretado por Christoph Waltz en la película “Inglorious Basterds” (2009).

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La “falsa bandera” definitiva se planificó bajo el nombre de “Operación Himmler” (en alusión a Heinrich Himmler, máximo líder de las SS) y Heydrich encomendó su ejecución a su ayudante, Alfred Helmut Naujocks. Al mediodía del 31 de agosto de 1939, Naujocks recibió un escueto mensaje: “La abuela ha muerto”. Era la señal para entrar en acción.

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Al atardecer, Naujocks y otros seis miembros de las SS se dirigieron a la estación de radio de Gleiwitz, ubicada en la región de Silesia, entonces parte de Alemania y cercana a la frontera con Polonia. Los agentes iban maquillados y vestidos con uniformes del ejército polaco.

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Al llegar al edificio de la emisora, flanqueado por dos enormes torres de madera, eran las ocho de la noche y se transmitía la edición vespertina de radio Breslau. Los falsos polacos ingresaron en el lugar y sometieron sin mayor problema a los tres operarios y al guardia de turno.

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A continuación, uno de los conspiradores, Karl Hornack, conectó un micrófono y empezó a emitir un mensaje en polaco: “¡Atención! Esto es Gliwice. La emisora está en manos polacas” y siguió proclamando consignas patrióticas y llamados a luchar contra la Alemania nazi. Pero solo pudieron emitirse las primeras nueve palabras, pues por problemas técnicos la transmisión se cortó a los pocos segundos.

De todos modos la tarea estaba hecha y Alemania ya tenía su excusa bélica. Para darle mayor realismo a la situación, los agentes de las SS fingieron un combate con gritos y disparos y sembraron una “escena del crimen” con los cadáveres de prisioneros traídos del campo de concentración de Dachau y vestidos con trajes militares polacos.

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También trajeron a Franz Honiok, un agricultor alemán de ascendencia polaca de 43 años de edad que había participado en protestas en Silesia a favor de Polonia y al que la policía secreta había detenido el día anterior. Honiok estaba sedado, por lo que no sabía lo que pasaba. Le pegaron un tiro y lo dejaron en la sala de transmisión con los demás cuerpos. A menudo se lo considera la primera víctima de la Segunda Guerra Mundial.

Radio Gleiwitz - Franciszek Honiok, the first victim of World War II, Poland - Aug 2009

La toma de la estación de Gleiwitz había durado en total 15 minutos. Horas más tarde, a las 4:45 de la madrugada del 1 de septiembre, empezó la «Operación Caso Blanco”: 50 divisiones del ejército alemán invadieron Polonia desde tres puntos. En la mañana Hitler le declaró la guerra a Polonia. Dos días después Francia e Inglaterra le declararon la guerra a Alemania. El 17 de septiembre la Unión Soviética invadió la zona oriental de Polonia en virtud del pacto firmado con Alemania. El horror había estallado.

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El incidente de Gleiwitz no se conoció hasta seis años después, durante los Juicios de Nuremberg, en los que se juzgó y condenó a los criminales de guerra nazis.

¿Qué fue de los involucrados en el hecho?

Reynhard Heydrich, el jerarca de las SS que organizó la “Operación Himmler”, fue uno de los principales responsables del Holocausto judío. Murió asesinado en Praga en 1943.

Alfred Helmut Naujocks, cabecilla del grupo de las SS que asaltó la estación, nunca pagó por sus crímenes. En 1958 contó su versión de los hechos al periodista inglés Comer Clarke, quien lo presentó como “el hombre que empezó la última guerra”. Naujocks se dedicó a los negocios en Hamburgo y murió en 1966.

Franz Honiok, el campesino germano-polaco asesinado en Gleiwitz, fue enterrado en un lugar desconocido. Hasta hoy no existe un monumento en su honor. A juicio de Pavel Honiok, su único pariente vivo, “es como si Polonia estuviera avergonzada de la forma en que usaron su cuerpo para iniciar la guerra”.

Gleiwitz, el lugar de los hechos, se denomina actualmente Gliwice y es parte de Polonia. Todavía sobrevive una de sus torres de transmisión, cuyos 111 metros la convierten en la estructura de madera más alta del mundo. El recinto alberga un museo dedicado al incidente que lo hizo famoso.

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