Laboral

Movimiento sindical trata de rescatar su identidad tras 17 años de divisiones

Luego de 80 años el movimiento obrero criollo atraviesa uno de sus peores momentos. Con más de 6.000 sindicatos y siete centrales obreras, la búsqueda de una plataforma de lucha común se presenta como la meta a muy corto plazo.

Publicidad
Foto tomada de opcion-obrera.blogspot.com/

“El sindicato es como si no existiera. Hasta ahora no nos han dicho nada, así que no sabemos si vamos a ir a sembrar maíz o a trabajar en un central azucarero con ese decreto que sacó el gobierno”, comenta Mauro Escalona con otra persona en la cola para comprar pan, en alusión a la resolución 1.855, según la cual los trabajadores de las empresas públicas o privadas deberán contribuir al “reimpulso productivo del sector agroalimentario”.

En otras circunstancias, el comentario del hombre de mediana edad que trabaja en un hospital en Petare no tendría mayor importancia, pero en el contexto actual resume el estado de crisis que vive el movimiento sindical venezolano, uno de los sectores más duramente golpeados por la diatriba política de los últimos 17 años, y que ha repercutido negativamente en su desempeño como motor de las luchas de clase.

“El movimiento sindical no escapa de la realidad que vive el país y la polaridad ha incidido mucho para restarle fuerza. Además, desde el gobierno se emprendió una campaña sistemática de debilitamiento del sindicalismo con intenciones de acabarlo”, afirma el dirigente Froilán Barrios, ex secretario ejecutivo de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV).

Al igual que otros líderes gremiales y analistas, Barrios considera que es momento de sacudir las bases del sindicalismo criollo, un proyecto nada sencillo tomando en cuenta las peculiares características que signaron el nacimiento del movimiento gremial hace 80 años, y las condiciones de un país quebrado por una secular polarización impuesta desde el gobierno, que incluso ha terminado por anular a las propias facciones creadas para sus fines políticos.

– Caciques a montón –

¿Reestructurar, renovar o refundar? Aunque disímiles en su concepción, estas palabras figuran en la jerga sindical al momento de definir el rumbo que debe tomar el movimiento obrero venezolano para recuperar su poder de lucha y capacidad de toma de decisiones; una tarea nada sencilla pero que según varios dirigentes y expertos se plantea como urgente en aras de darle lustro a un estamento social hoy sumido en la opacidad.

“No sé si el tema es refundar, pues eso requiere echar por tierra todo y construir de nuevo. Creo que más bien se trata de replantear el papel del movimiento sindical en estos momentos”, señala el abogado experto en derecho laboral y profesor universitario León Arismendi, convencido de que es preciso presentar a los trabajadores un programa de acción que atienda sus intereses inmediatos como mecanismo que permita la necesaria reorganización.

Arismendi toca uno de los puntos focales del meollo actual: la atomización gremial. “La dispersión ha restado no solo importancia sino eficacia e identidad al sindicalismo”, dice el también director general del instituto de Altos Estudios Sindicales (Inaesin), al tiempo de señalar que es preciso enarbolar causas comunes como mecanismo de cohesión.

Barrios apoya esta postura al señalar la necesidad de plantear una agenda laboral completa que debe incluir temas de naturaleza teórica como libertad sindical, autonomía y la lucha por reivindicaciones, pero también aspectos más terrenales e inmediatos como la recuperación del poder adquisitivo del trabajador acosado por una precarización salarial sin precedente dada la difícil coyuntura económica que atraviesa el país, que por tercer año consecutivo padece la inflación más alta del mundo.

“Si estamos dispuestos a defender esos principios entonces podremos decir que el movimiento sindical ha logrado recomponerse”, acota Barrios, directivo del Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (Fadess), creado hace ya varios años como un ente que agrupa diferentes corrientes contrarias a la política laboral del chavismo.

“Hay mucha dispersión y eso dificulta cualquier acción”, señala la también abogada y experta en temas sindicales Jacqueline Richter, quien recuerda que de acuerdo con información suministrada por voceros del gobierno en foros internacionales –única forma de obtenerla pues el Ministerio del Trabajo dejó de suministrar data hace muchos años-, en Venezuela existen actualmente más 6.000 sindicatos.

Señala que desde el Estado se emprendió una política para crear sindicatos paralelos a la CTV que fueron debilitando al movimiento. “Ahora hay muchos caciques y pocos indios…Es muy difícil poner de acuerdo a tantos sindicatos y esa ha sido la ventaja del gobierno”, dice Richter, recordando que en la mayoría de los países europeos la fortaleza del movimiento laboral radica justamente en la existencia de pocos pero poderosos sindicatos.

En efecto, en Francia o Alemania, naciones donde existen movimientos laborales muy sólidos apenas existen siete y nueve sindicatos, respectivamente, mientras que en España, que tiene un “enorme” número de sindicatos, la cifra ronda los 40.

– Divide y vencerás –

Si el exceso de sindicatos ha resquebrajado la solidez del movimiento, la sobrepoblación de centrales obreras no ha dejado una sana huella. De hecho, en ningún país del mundo pululan tantas centrales como en Venezuela, donde hacen vida siete cúpulas: CTV, CUTV (Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela), Codesa (Confederación de Sindicatos Autónomos de Venezuela), CGT (Confederación General de Trabajadores), CBST (Central Bolivariana Socialista de Trabajadores), Únete (Unión Nacional de Trabajadores) y ASI Venezuela (Alianza Sindical Independiente de Venezuela).

“Si de algo adolece el sindicalismo venezolano es de una central que represente al movimiento, como en su momento lo fue la CTV”, señaló recientemente la abogada y experta Maryolga Girán, quien opina que en ello radica una de las grandes debilidades del tejido obrero venezolano pues “resta fortaleza y eficacia al sindicalismo”.

Fenómeno muy propio del país, el nacimiento de sindicatos y centrales estuvo marcado por la intervención de partidos políticos y gobiernos de turno, por lo cada organización política aupó el surgimientos de centrales que respondieron a sus intereses partidistas, por lo que la creación de la Central Bolivariana de Trabajadores por parte del presidente Hugo Chávez no fue más que emular una práctica de vieja data.

Pero ¿cuál es la fuerza de estas centrales? Carlos Navarro, presidente de ASI Venezuela y quien fuera secretario general de la CTV, es categórico al decir que es prácticamente nula. “No hay centrales sino siglas vacías, con cúpulas que tienen 20 años o más dirigiendo lo que queda de ellas”, dice.

Afirma además que seis de las siete organizaciones han introducido ante las autoridades laborales la documentación necesaria para legitimarse pues varias de ellas no cuentan con un solo sindicato afiliado. La única excepción sería ASI Venezuela, fundada a finales de 2015, cuya documentación sustenta la inscripción en sus filas de 207 sindicatos, cuatro federaciones y cuatro sindicatos nacionales que agrupan a más de 489.000 trabajadores.

“Eso nos constituye en la segunda central del país detrás de la CBST”, dice Navarro, quien aclara que justamente la falta de una central que realmente represente a los trabajadores venezolanos es la razón por la cual la el país no ha estallado. Sustenta su argumento en los datos del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, según el cual en los últimos siete años se dieron más de 8.000 conflictos sindicales, cantidad que considera suficiente para “incendiar” cualquier país excepto Venezuela. “No estamos articulados y eso es lo que debemos rescatar”, dice.

– Mirando el futuro –

¿Es posible reconstruir el movimiento sindical criollo? Marcela Máspero, fundadora y dirigente de Unete, asegura que es posible y necesario, pero para ello es preciso que los dirigentes “dejemos de vernos el ombligo y apostemos al país”.

La masa laboral requiere de una plataforma de lucha común y objetivos comunes que hagan posible la anhelada cohesión, y con esta idea varias organizaciones, corrientes y dirigentes de diferentes centrales han conformado la Unidad de Acción Sindical y Gremial, una tribuna que busca establecer un plan de acción único para el movimiento trabajador venezolano.

La opinión común se vuelca hacia la concreción de puntos específicos que permitan a todos los trabajadores, independientemente de su tendencia política, adherirse a un patrón de lucha. Y los puntos de cohesión sobran: precariedad del salario, rescate del poder adquisitivo, autonomía sindical, reconquista de la libertad sindical y gremial, e incluso alcanzar la realización del referendo revocatorio presidencial, lucen con los puntos de mayor consenso en los tiempos que corren.

“La meta es difícil: recuperar el poder de formular políticas públicas como en algún momento lo fuimos, cuando planteábamos lineamientos de aumentos salariales, por ejemplo, pero en estos momentos de crisis debemos encontrar puntos comunes que nos unan”, dice Máspero, cuya opinión es compartida por Arismendi y Barrios, para quienes es urgente pasar del debate a la acción.

Navarro, por su parte, plantea la necesidad de “embarcarse” simultáneamente en dos trenes: uno que rescate la identidad del sindicalismo, para lo cual se precisa “una propuesta de valor, una estrategia de lucha y un programa reivindicativo bien definido que no deje de lado la asistencia jurídica”, y por otro lado reagrupar las partes dispersas. “Necesitamos un programa de organización, sindicalización y afiliación que nos una. Solo en unidad lograremos que la lucha social recobre su puesto como eje del sindicalismo venezolano.

Publicidad
Publicidad