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Día del Teatro: ¿por qué es todo un reto llenar una sala en Venezuela?

En el Día Mundial del Teatro hay que traer a escena un tema espinoso en Venezuela: la escasa asistencia de público, incluso a obras de alta factura, honestidad y compromiso de productores, actores, actrices y patrocinadores. ¿Dónde se ha metido el espectador venezolano? ¿Por qué hay tan poca taquilla? Varios representantes del medio arriesgan algunas respuestas.

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El teatro en Venezuela necesita público

Ver las salas de teatro de Caracas completamente llenas se ha convertido hoy en un reto para los artistas, productores y patrocinadores, quienes a pesar de la inflación y otras adversidad económicas se mantienen “resistiendo”.

No en todas, pero sí en muchas de las salas, el ambiente es más de invitados que de espectadores que llegaron a la taquilla y compraron sus entradas. Factores como la economía, el desinterés y nuevas formas de entretenimiento, son parte de las aristas que resaltan los teatreros como obstáculos que van más allá del propio arte.

Los escenarios son variados. Están las salas que se llenan de invitados y amigos que celebran la nueva puesta en escena y aquella donde el público, incluso pagando sus entradas, es en mayor medida gente del mismo gremio de artistas, amigos y familiares.

“Toda la conversación actual de la crisis del teatro está concentradaen que la gente no está yendo a los teatros ni comprando entradas. ¿Y dónde está la reflexión sobre el tipo de teatro que se hace?, ¿Dónde están los clásicos en la cartelera?, ¿dónde se están montando los dramaturgos venezolanos?, ¿por qué son tan pocas las líneas temáticas? Parece que hay una homogenización de las producciones. Todas las obras se parecen mucho entre sí (…) Eso también conspira. Si no hay una oferta variada y diversa poco aliciente tendrá la gente para acercarse al teatro”, opinó el dramaturgo José Tomás Angola.

"César y Cleopatra"
José Tomás Angola como César. El actor, productor y director es uno de los principales activistas del teatro en Venezuela hoy.

El panorama económico es solo uno de los factores sobre el que coinciden los artistas al identificar los principales problemas que golpean a las salas teatrales.

“Si reducimos la problemática o lo meramente económico, entonces la respuesta podría ser directa, dura y franca: la gente ya no va a los teatros y compra entradas porque no tiene dinero. Y si lo tiene lo invierte en otra cosa más relevante para ellos».

José Tomás Angola

«Cuando en la cartelera se ofrece fundamentalmente teatro de entretenimiento, las personas tienen en verdad miles de opciones más baratas y cercanas para conseguirlo. Desde Netflix hasta las redes sociales (…) ¿Qué busca un espectador?, ¿qué le preocupa?, ¿qué le pasa en su ánimo y espíritu?, luego de tantos años ¿sabemos realmente quiénes son nuestros espectadores?”, cuestiona el artista.

Angola considera que se deben buscar mecanismos de producción diferentes. “Nuevos esquemas y nuevas búsquedas (…) Actué en «Luces de Bohemia» de Valle-Inclán, dirigida por Ángel Pelay. La última función que hicimos fue en el Centro Cultural BOD, gracias a la Embajada de España. Era por invitación y gratuita. Se llenó. Teatro clásico español de hace 100 años, un texto complejo y retante. Dos horas y tanto sin intermedio, y la sala se abarrotó. Entonces, si bien el asunto del dinero es importante, también tiene que ver lo que se le está ofreciendo al espectador. Un teatro sin público es un sinsentido. Casi tanto como un teatro que no pretenda el arte”.

Luces de Bohemia, temporada en Trasnocho Cultural / Foto: Gleybert Asencio

En el caso de «Romeo y Julieta”, versión y traducción de Angola, que se presentó en la Asociación Cultural Humboldt el año pasado, ninguna de las funciones, en cuanto al aforo, bajó de la mitad de la sala que tiene 302 butacas.

Hay también la experiencia de puestas como «César y Cleopatra» en la Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, donde entre todas las funciones alcanzaron un poco menos de 1.800 espectadores en la temporada de tres días, según datos proporcionados por Angola, quien actuó y dirigió el clásico teatral. La sala Ríos Reyna tiene unas 1.197 butacas y este aforo puede ampliarse, sumando 146.

“Se podría pensar que al eso representar una media de 600 personas por día, no se llegó ni a la mitad del aforo. Y es cierto. Pero tener 600 espectadores cada día, viendo teatro clásico, con sus cinco actos y sus dos horas y cuarto de duración, para mí fue un triunfo”, se enorgullece Angola.

César y Cleopatra en el Teresa Carreño / Foto: Ygnacio Narea

¿Dónde está el público?

Si bien algunas funciones tienen la fortuna de llenar sus salas en ocasiones puntuales como en los carnavales 2023, donde la mayoría del aforo se cumplió para funciones como Evangélicas, divorciadas y vegetarianas, dirigida por Pedro Borgo en el BOD e incluso remontajes como Sangre en el Diván o Laponia en Trasnocho Cultural, el escenario común es preguntarse: “¿dónde está el público?”. El comentario que se escucha hasta en boca de los propios directores al salir de función.

Este no es el mismo escenario para las obras gratuitas que se han visto en Caracas, como La Monstrua, de Ariel Mastandrea, dirigida por Rossana Hernández (2023) o La Ternura de Alfredo Sanzol y dirigida por Basilio Álvarez (2022) en La Concha Acústica de Bello Monte, funciones del año pasado como Luces de Bohemia en el BOD, Molière Malgré Lui que formó parte del Franco venezolano, entre otras producciones.

Alejandro Bello, director y actor de teatro, considera que el contexto ha sido más complicado para las nuevas generaciones de artistas que para aquellos que tenían a su disposición además de las tablas, la televisión, que era otro medio para darse a conocer y que luego siguiendo la trayectoria, fueran a verlos en espacios como el teatro.

“Otra cosa que podría estar afectando drásticamente la asistencia del público a las salas es que ya no hay telenovelas en el país. Muchos actores que están haciendo teatro no han tenido la oportunidad de dar a conocer su trabajo por ese medio que tiene un mayor alcance. Eso también quedó en evidencia cuando hace poco se presentó La Monstrua, con Gledys Ibarra. La asistencia fue numerosa y es porque Gledys, además de ser una gran actriz, es un icono de la televisión nacional”, considera Bello.

La Monstrua estremeció en el Centro Cultural BOD / Foto: Gleybert Asencio

Bello afirma que el teatro venezolano “no está pasando por su mejor momento” y calificó como un reto llevar público a las salas.

“Muchas cosas influyen en cuanto al público. Desde el tema económico hasta el éxodo que ha vivido nuestro país en los últimos años. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya público, sí lo hay. Eso queda en evidencia cada vez que se hace algún concierto o evento masivo donde las entradas pueden llegar a costar hasta 30 veces más de lo que cuesta una entrada para una obra de teatro. Lo que quiere decir es que debemos trabajar en hacer que ese público también asista a las salas”.

Alejandro Bello

Luis Alberto Rosas, director y miembro de la Asociación Venezolana de la Crítica Teatral (Avencrit), señala que no se trata de un factor netamente económico, sino de un abandono de las salas ante otras opciones de entretenimiento.

“De vuelta”, una pieza dirigida por Rosas (también conocido como Flores) en Rajatabla, llegó a su última semana de funciones con siete personas en sala en su penúltimo día. Aunque en la primera semana el público sí atendió al llamado.

De vuelta, dirigida por Luis Alberto Rosas, temporada en Rajatabla / Foto: Gleybert Asenci

“Han abierto muchas opciones de entretenimiento para el público. Eso ha hecho que abandonen las salas, hay otras opciones de diversión. Ha vuelto una normalidad aparente y la poca recuperación ha hecho que el público opte por otras cosas y el teatro está un poco abandonado. Creo que también las propuestas de los artistas deben contribuir a hacer un punto de reflexión para atraer con propuestas más interesantes para llamar el público a las salas”, menciona Rosas.

El público venezolano ha cambiado “muchísimo” en los últimos 20 años y “es un público al que le falta educación teatral”, opina el artista.

“Yo creo que la educación es fundamental. En los años 90 teníamos las salas llenas porque había un público que respondía a las obras que estábamos montando y es un tema de cómo ha bajado la formación, la cultura de la gente. Darle todo gratis al público también ha sido un daño en algunos casos”.

Luis Alberto Rosas

Además de los problemas que enfrenta el teatro venezolano en la actualidad, no existen datos oficiales sobre los aforos. Es decir, no hay estadísticas sino las que lleva cada teatro por su cuenta y que en algunos casos son de consumo interno, pero no por parte del Estado como política cultural, observa.

“Uno de los graves problemas es que en las políticas culturales del gobierno no existen los indicadores culturales, no hay estadísticas salvo que puedas sacar datos de los propios teatros, perono existe oficialmente porque no se han preocupado por la política cultural del teatro. No hay ni subsidios. Esto es grave porque los indicadores te permiten hacer las políticas culturales”, advirtió.

Funciones de éxito

«Ahí hay un tema de qué se está haciendo y qué le estás ofreciendo al público y cómo lo estás comunicando», acota la productora Carolina Rincón, con el bagaje de sus 25 años montando espectáculos.

Observa que «La Monstrua» no solo fue un éxito en la Concha Acústica, sino que las cinco funciones que se hicieron en el Centro Cultural BOD también se agotaron, como se agotaron las cinco funciones de La Casa de Los Gómez, en el Teatro Chacao. Ella fue la productora general de ambas piezas cuyos precios incluso no fueron muy accesibles, comparando con otras obras que hay en Caracas.

«Las cinco funciones que se hicieron en el BOD de la Monstrua se agotaron, y las cinco que hicimos de la casa de Los Gómez en el Teatro Chacao también se agotaron», observa.

«Ésa es más bien otra pregunta», dice Rincón, al mencionar que pese al precio de los boletos ambas producciones fueron un éxito de taquilla paga. «Es muy fácil decir ‘es que el el público no está yendo a las salas’. No. También nosotros como creadores tenemos que preguntarnos qué le estamos dando al público y como lo estamos comunicando», dice Rincón.

«En los dos espectáculos hubo una gran campaña comunicacional, independientemente del resultado, de si gustó o no, se comunicó muy bien. Allí es donde está el tema…eso es lo que hay que hacer primero, aportar espectáculos que deverdad hablen de la parte que necesita el espectador, de su contexto, y comunicarlo sin lugar a dudas».

Con ayuda de patrocinadores

Anakarina Fajardo, jefa de prensa de la Asociación Cultural Humboldt y de distintas producciones teatrales como “César y Cleopatra” y “Hamlet”, señaló que si el teatro solo dependiera de la taquilla, no sería rentable ante la inflación del país.

“Sí, hay un público que quiere distraerse, entretenerse, pero antes de pagar entradas para una obra entre cinco, 20 dólares y hasta más, la gente prefiere pagar otras cosas (…) Creo que las personas que van al teatro es porque tienen gente allí o que tienen la costumbre de asistir, pero un público no tan cercano a ese medio, pone todo en una balanza y no lo ve como una necesidad”.

Fajardo explicó que los artistas dependen más que todo de patrocinadores y organizaciones para poder cobrar por su trabajo.

Sara Valero Zelwer, actriz y directora, dice que el teatro no es rentable “en ninguna parte del mundo”, sin embargo destaca que la diferencia con otros países es que tienen políticas culturales establecidas.

“Un porcentaje muy pequeño del teatro a nivel mundial es rentable, quizás Broadway, habría que ver si el National Theatre en Inglaterra, porque el teatro siempre está subvencionado en una medida por el Estado, esa ha sido la naturaleza del teatro. También lo es en Latinoamérica (…) En muchos lugares la obligación del teatro no es ser rentable. Por ejemplo, el año pasado hicimos una función de Kassandra, en Buenos Aires, en un espacio no convencional y la entrada se cobró en 800 pesos, pero en el Cervantes, uno de los teatros más bellos de la ciudad, un teatro cuya gestión la lleva el gobierno argentino, la entrada costaba 600 pesos, es decir, que para alguien era más barato ir a este gran teatro, porque el Estado subvenciona el espectáculo”, explicó Valero, quien dirigió hace unos meses La Persistencia en el Centro de Creación Artística TET.

Valero siente que el teatro “ha perdido conexión con su público”, dice que un poco por el efecto de la pandemia y la inflación. “La gente prefiere ir y comerse algo que ir al teatro. Quizás es porque el teatro está alejado de la sociedad”, señala.

Falta de promoción

Rafael Barazarte, director teatral, dice que hay un factor de comunicación importante y que hay un mensaje que no le está llegando a los espectadores. Mucho menos a la juventud, las próximas generaciones.

“Falta mucha promoción para incentivar la juventud, pero también me pregunto si en verdad les importará”, cuestionó Barazarte, quien piensa que el público en general está divorciado del teatro.

“¿Al público realmente le interesa el teatro? Yo siento que hay algo comunicacional que no pasa, que no termina de llegar”, añadió

A juicio de Barazarte el público no quiere encontrarse con propuestas que reflejen su realidad.

“El público quiere drenar, pero no drenar reflejándose, no viendo historias que reflejan nuestra realidad, pareciera que el público quiere más bien reírse, una comedia. Hay un público, pero hay que conectarlo, atraerlo”.

Rafael Barazarte

Guillermo Díaz Yuma, director del Centro de Creación Artística TET, cree que en Venezuela el ciudadano no ve el arte como una necesidad, cuando en realidad “el arte es una necesidad para el espíritu”.

“El teatro en Venezuela no es algo de primera necesidad, inmediatamente se refleja en las salas, en la asistencia. De noviembre para acá ha venido un bajón. El teatro no es algo de primera necesidad para el venezolano (…) Hay bajones y subidas a partir de la crisis y el único remedio es resistir (…) Es una lástima que esto pase porque el teatro, más allá de lo económico, es un alimento para el alma y la reflexión de los seres humanos”, reflexiona.

Díaz Yuma también considera que uno de los problemas es la falta de promoción. “Se necesita más boca a boca”.

El más reciente montaje del TET, además de “La Persistencia”, es “El Círculo de Tiza” de Bertolt Brecht. La segunda pieza mencionada logró llenar salas en su primera temporada en agosto de 2022. Este año tienen una nueva temporada que culmina el próximo fin de semana. La sala del Teatro Luis Peraza tiene 104 sillas, de las cuales el 12 de marzo se llenaron unas 36.

Círculo de Tiza en su segunda temporada en el Centro TET / Foto: Gleybert Asencio

Este año también regresó el Festival de Jóvenes Directores en su octava edición. Por ejemplo, El Efecto, en su segundo día de función, llenó 11 sillas de 90 en el Espacio Plural. Mientras que ese mismo día, que era la penúltima función de La muchacha de los libros usados, llegó a 34 espectadores.

Entre los más recientes montajes el Alberto de Paz y Mateos contó en su programación con Hamlet, versión de Rufino Dorta, con sala llena en su día de estreno y en su segunda semana de tres, con obra de jueves a domingo, contó con 11 visitantes.

La segunda versión de Hamlet presentada en Caracas es la de Luis Domingo González, que se presenta en la fundación Rajatabla los jueves, sábados y domingos hasta el 26 de marzo. El sábado 18 en su segundo día de función la sala no se acercó ni a la mitad de espectadores.

“Como actriz creo que lo primero que debemos hacer es aceptar qué hay muy poco público interesado en el teatro. Y es más que todo por la falta de información de lo qué hay en cartelera. Las personas no pueden ir al teatro si no se enteran de qué hay teatro”.

Nathalie Tablante
Nathalie Tablante, como Ofelia, en el Hamlet de González. Foto: Gleybert Asencio

Tablante usó de ejemplo a Los Miserables, que se presenta este 30 de marzo en la Ríos Reyna, y la campaña de información ha sido tan grande como la producción del montaje.

“Eso es gracias al despliegue de información que han desarrollado para que las personas se enteren. Las obras en general deben hacer eso, deben esforzarse por hacer llegar la información de las presentaciones a más personas”.

Nathalie Tablante

“Actualmente es un reto llenar las salas de teatro porque hay demasiada competencia en cuanto a conciertos, restaurantes, fiestas. Lamentablemente vivimos en un país en el que la cultura teatral se ha perdido. Y cada vez es más difícil llenar las salas”, sentenció.

(Los números de espectadores fueron recopilados de forma presencial en las salas para este trabajo periodístico)

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