Cinemanía

Los objetos malditos del cine de terror: ¿realidad o ficción?

Muñecas, manos disecadas y hasta una casa hecha por espíritus. El cine de terror se nutre de un largo imaginario de objetos malditos: algunos son reales y el mes de Halloween es ideal para descubrirlos

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En la saga “Evil Dead” el terror se manifiesta a través de un libro. Se trata de un volumen arcano  -a más señas, un Grimorio o compendio de magia, a menudo de la más oscura y peligrosa - capaz de invocar a los demonios. Lo que provoca los horrores más escalofriantes y el advenimiento de los temidos Deadites. Estos, a mitad de camino entre un zombi y una posesión tradicional, son casi imposibles de matar y se convierten en puertas hacia el más allá. En el peor de los casos, hacia dimensiones de locura y dolor difícilmente comprensibles.

El libro, con tapas recubiertas de piel humana y escrito en sangre, es un viejo conocido de los amantes del terror. El Necronomicón es uno de los grimorios principales en la obra del genio del terror cósmico H.P. Lovecraft. Y aunque por décadas se ha debatido su existencia, en realidad, es una obra ficción que resume una larga tradición de libros malditos, o directamente, breviarios del miedo en la literatura y después en el cine.

En el caso del volumen imaginado por el escritor norteamericano, la cosa va más allá. Gracias a su relación con otros escritores, el Necronomicón se volvió parte de otros tantos cuentos y novelas de los últimos noventa años. Todo un fenómeno que invita a investigar en uno, incluso, más interesante: ¿cuáles son los objetos malditos en el cine y por cuál motivo lo son?

Parece una pregunta complicada hasta que se indaga en las largas tradiciones terroríficas que forman parte de varias de las franquicias y sagas más populares del mundo cinematográfico. Después de todo, el terror  como género   tiene una vasta capacidad para absorber todo tipo de hitos culturales, creencias y dogmas, lo que le brinda su rara mezcla entre horrores fantasiosos y una que otra historia cierta, tal y como las que te contamos a continuación. O al menos, varias de las que proceden de un lugar real y que han hecho las delicias de los amantes del género desde que Georges Méliès dirigiera en 1896 “La mansión del diablo”, la que se considera la primera película de terror de la historia. 

Muñecos del terror

Annabelle, Chucky y hasta la ultramoderna Megan, tienen algo en común: proceden de unas cuantas leyendas que apuntan a los muñecos como recipientes del mal.

Para entrar en contexto: a finales del siglo XIX y en plena euforia del espiritismo alrededor de las hermanas Fox, los muñecos pasaron a ser considerados objetos malignos que podían ser poseídos por fuerzas tenebrosas. La creencia puede rastrearse hasta la Irlanda del siglo II, en la que era habitual que las curanderas sanaran a niños muy enfermos a través de muñecos hechos con trozos de su ropa y cabellos.

La evolución de ese concepto se trasladó a buena parte de Europa como autómatas  -una versión primitiva de los robots de cuerda- hasta los maniquíes de madera que custodiaban los llamados gabinetes de curiosidades. Estos eran muebles en los que un conocedor de lo oculto guardaba los diversos objetos que podían considerarse de peligro espiritual. El mueble era custodiado por un espíritu que se invocaba para permanecer en la efigie de madera o, en el caso de los muy acaudalados, de porcelana. 

Una versión de un muñeco semejante puede verse en “Oddity” (2024), de Damian Mc Carthy. En la película, una médium sufre la muerte de su hermana e intenta comunicarse con su espíritu a través del objeto. Una historia parecida a la de Robert, el muñeco del pintor Robert Eugene Otto que inspiró a la saga “Chucky”. El artista recibió el juguete como un obsequio cuando era un niño en 1903, pero según descubriría más tarde  - y aquí se mezclan la leyenda y los hechos verificables - se trataba de una trampa. Eso, debido, a que una criada maltratada usó al objeto para hacer magia vudú y vengarse de sus empleadores, los padres de Otto. 

Se cuenta que el artista llegó a quemar al muñeco, solo para encontrarlo de nuevo  -intacto - entre sus pertenencias. Finalmente, al morir, el tenebroso juguete pasó a engrosar la colección de Fort East Martello Museum en Key West, Florida. Allí se le puede visitar todavía y se asegura que es capaz de mover la cabeza por sí solo y contemplar a los incautos que dudan de su misteriosa historia.

Si de colecciones hablamos, por supuesto, una de las más famosas es la de los Warren, los autoproclamados demonólogos que James Wan convirtió en estrellas de su saga “El conjuro”. La estrella de la serie de cosas siniestras que la pareja guardaba, era Annabelle. La muñeca de trapo de la marca Raggedy Ann, devino en hogar de un aparente demonio  -o así lo contaba Lorrainne Warren con todo el drama necesario - por lo que se convirtió en el objeto más temible del mundo. En la actualidad, es parte de la visita guiada a la casa en Monroe, Connecticut de la fallecida pareja, convertida en el Museo de lo Oculto. 

La mano de la gloria

Si hace dos años viste la exitosa “Talk To Me”, ya conoces a uno de los objetos malditos más famosos del cine.

La trama de la película de los hermanos Danny y Michael Philippou se enfoca en un macabro juego que lleva a cabo un grupo de adolescentes: invocar a todo tipo de espectros y almas en pena a través de una mano disecada. Al final y como era de esperarse, todo se sale de control.

En realidad, «la mano de la gloria» es un objeto mágico con una larga tradición en el ocultismo y en el mundo de la magia medieval. Según leyendas de Francia y España  se trataba de una parte del cuerpo de un cadáver que debía ser desenterrado durante la luna nueva y mutilado a la medianoche. Después, la mano era recubierta y momificada con cera de vela, lo que la convertía en un amuleto capaz de ocultar y proteger a quien lo poseía.

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Este terrorífico objeto tiene una larga estela de reinvenciones. En 1902, W.W. Jacobs describió un artículo misterioso muy parecido en su célebre cuento “La mano del mono”. Más adelante, el maestro del terror, Stephen King, incluyó el proceso entero para elaborar el amuleto en su cuento “La trituradora”, de 1978.

El mismo Harry Potter, en el libro “El misterio del príncipe”, cuenta cómo el malvado Draco Malfoy ansiaba tener una «mano de la gloria» para pasar desapercibido mientras cumplía órdenes de Voldemort. Un elemento que también se ha visto en Los Simpson  en dos de sus queridos especiales de Halloween  y que, claro está, es la inspiración para Dedos, la servicial mascota de la familia Addams.

Esos cementerios malditos

En 1982, “Poltergeist” de Tobe Hooper sorprendió y aterrorizó al público. Pero más allá de Carol Anne (Heather O’Rourke) anunciando que “ya están aquí”, una elemento de la trama le puso los pelos de punta a buena parte de la audiencia. Para el final de película y en el momento más duro de ataque, el personaje de Diane (JoBeth Williams), termina por caer en su piscina, inundaba con barro y llena de huesos humanos. Lo que terminó por explicar el motivo directo de las apariciones: la casa estaba construida sobre un cementerio indígena

A la distancia puede parecer un recurso trillado, pero lo cierto es que toda Norteamérica está llena de propiedades levantadas sobre terrenos baldíos que alguna vez fueron cementerios.

Las leyes sobre camposantos y espacios monumentales varían de estado en estado. Pero en específico, todos coinciden en que si no hay reclamaciones luego de un siglo, lo más probable es que pasen a terrenos municipales. Lo que supone que sea muy probable que un terreno que haya sido utilizado como cementerio sea expropiado, limpiado y vendido de nuevo, para otros usos.

Como es natural, las historias relacionadas con el tema sobran en el cine y la mayoría de ellas no son tan lejanas a la realidad. Un buen ejemplo es lo que ocurre con un mínimo cementerio enclavado en el centro del estacionamiento del estadio en la localidad de Orchard Park, Nueva York. Tan común es la situación que ya se habla de la gentrificación de los cementerios en EEUU, un raro fenómeno que deja claro que los límites entre muertos y vivos son más difusos.

Por cierto, ¿recuerdas la escena de “Poltergeist” que se describe más arriba? Todos los huesos eran humanos, un dato escalofriante que la producción reveló décadas después y que justificó como una forma de abaratar gastos en la filmación.

Casa tomada

Las mansiones embrujadas abundan en las cintas de terror. Y resulta que la gran mayoría tiene, al menos, una raíz real. En Europa es una herencia del romance gótico tardío y su uso del castillo/casa/mansión abandonada en los miles de libros que forman el género. Pero en Norteamérica se debe al espiritismo. 

A finales del siglo XIX, la creencia en rituales capaz de invocar a los muertos eran cada vez más populares y extendidos. Y la mayoría de las veces se llevaban a cabo en casas de familias acomodadas, capaces de brindar espacio — y comodidad — a las complicadas sesiones que podían tardar horas en completarse.

Según la mayoría de los rumores y leyendas asociadas a casa embrujadas, gran parte de las presencias macabras que años después se reportan en cualquiera de ellas serían consecuencia de invocaciones desordenadas y a menudo inexpertas.

Creas o no en esto, al menos tres de las grandes mansiones del terror son reales. Por un lado, la casa de los Winchester, que forma parte de los Lugares Históricos y del California Historical Landmark. Su origen es curioso: Sarah Winchester, heredera de la fortuna de la marca de armas del mismo nombre, quedó viuda y su hijo murió en el mismo año, lo que convenció a la acaudalada sobreviviente de que la perseguía la fatalidad.

Para expiar semejante destino, se dedicó a construir, desde 1884 hasta su muerte en 1922, una casa de arquitectura imposible. Al final y según explica la página web de la propiedad, la mansión consta de 160 cuartos, de las cuales solo 40 son habitaciones. La casa tiene 467 puertas  -lo que quiere decir que la mayoría no conduce a ninguna parte-  6 cocinas, 52 tragaluces y 2 salones de baile. Todo y siempre según Sarah, dictado por los espíritus. 

Otra casa con una historia terrorífica es la que es el centro de la trama de la película “The Haunting in Connecticut” (2009). En el argumento se cuenta la historia de los Parker, cuyo hijo terminó por ser poseído luego de que la familia se mudara a un edificio que resultó ser una antigua funeraria. El relato es  en parte   real. La verdadera casa se encuentra en Southington, Connecticut y según los Parker  -que escribieron un libro sobre sus vivencias - se trataba, en efecto, de una vieja casa de velatorios que albergaba presencias malignas. 

Por supuesto, como también es real Amityville, propiedad en la que Ronald DeFeo Jr asesinó a sus padres, a sus dos hermanas y a sus dos hermanos. En el juicio, que tuvo una amplia cobertura mediática y fue explotado hasta el delirio por Ed y Lorraine Warren, se aseguró que el criminal había sido influenciado por presencias malignas. La historia, con todos sus puntos oscuros e irracionales se convirtió en un libro y después en una serie de películas.

Libros de brujas 

Los hay en “Charmed”, en “Sabrina, la bruja adolescente” y el melodrama “El descubrimiento de las brujas”. Incluso, las graciosas brujas de la saga “Abadacadabra” y la madrastra de Blancanieves. Todas las brujas cinematográficas tienen un libro que antes o después consultan para hacer magia o encontrar consejos en medio de situaciones.

Quizás te sorprenda saber que este libro  -o en el mejor caso, este cuaderno de anotaciones -  tiene una base verídica.

Durante los siglos XV y XVI, las curanderas de pueblos y aldeas acumulaban en tomos restos de todas las plantas que alguna vez habían utilizado. No tenían palabras  -escribir y leer era un lujo - pero sí dibujos bastante detallados de la manera de usar todo tipo de plantas y semillas.

Los llamados Libros de las Sombras se convirtieron también en códices familiares, que usaban las brujas de sangre o familia, en lugares como el País Vasco, Nápoles y Rumania.

A lo largo de los siglos, el primitivo libro lleno de hojas e indicaciones pasó a convertirse en una recopilación de saber popular y familiar, que cada bruja guardaba con mimo. De hecho, el término “de las sombras” tiene relación con su carácter oculto. Eso, al estar la brujería y cualquier práctica pagana prohibida con la muerte en buena parte de Europa.

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