Venezuela

Arráiz Lucca: Una revolución en Venezuela sería adoptar la democracia parlamentaria

El profesor de la Universidad Metropolitana considera necesario que el sistema venezolano establezca, tanto por cultura como por práctica, una mayor negociación política que lleve a consensos para poder disfrutar una verdadera democracia. A su juicio, el fortalecimiento del parlamentarismo es la mejor opción

Arráiz Lucca
Foto: Alejandro Cremades
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Escritor, abogado, doctor en historia e individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua. Rafael Arráiz Lucca es una de esas personas referente para la sociedad. Su voz se ha vuelto guía y conciencia para los ciudadanos.

-¿Cuál es la situación del Estado venezolano?

La situación política es muy compleja. Tenemos 20 años de un proyecto político en marcha al que un sector mayoritario de la población se opone.

Las tensiones se han agudizado porque el capital electoral del proyecto político chavista se ha reducido de 67%, que fue su nivel más alto en 2006, a alrededor de 15% a 18% en los niveles actuales, según las encuestas más serias.

Hay un proyecto político que se pretende implementar y hay una población, cada vez más abultada, de gente que no quiere ese proyecto político y que desea regresar a la democracia liberal representativa.

El regreso a esas prácticas democráticas pasa por los elementos centrales de la democracia, que son:

a) una separación de poderes, aunque imperfecta, pero de alguna magnitud;

b) la constitución de un poder electoral y de unas elecciones confiables y libres, para que la población sienta que se respeta la voluntad popular;

c) la suspensión de la judicialización de la política, no puede ser que los adversarios políticos sean perseguidos judicialmente;

d) la liberación de presos políticos;

e) lo más importante, la comprobación de que uno de los fundamentos de la vida venezolana, desde 1914 y hasta la fecha, que fue la producción de petróleo ha caído según el último reporte de septiembre a 680.000 barriles diarios.

Caída libre

Para entender la debacle petrolera hay que remontarse a 1999 cuando Caldera le entrega el poder a Chávez, la producción petrolera venezolana estaba en 3 millones de barriles diarios, 20 años después se redujo a una condición por la que Venezuela ni siquiera puede ser considerado un país petrolero.

Desde 1914 y hasta ahora el Estado venezolano fue el principal actor económico del país y en consecuencia el principal actor político.

Es evidente que si los recursos de la renta petrolera disminuyeron, la capacidad del Estado también se redujo enormemente.

Estamos a las puertas o estamos viviendo un cambio histórico de grandes proporciones. En lo inmediato no hay ninguna posibilidad de recuperar la industria petrolera, sin que el capital extranjero venga a reactivar la industria, y el gobierno actual (de Maduro) no pareciera estar dispuesto a esto, de modo que estamos en una coyuntura histórica de la mayor importancia.

– ¿Se puede seguir hablando de una democracia en Venezuela?

Hay una democracia formal. Cuando haces la lista de mercado de los elementos de la democracia vemos que hay algunos que todavía sobreviven. Pero es una democracia que en su funcionamiento deja mucho que desear.

Los elementos del sistema democrático no están siendo respetados en su totalidad, ni en un porcentaje importante. Lo fundamental de la democracia es que quien tiene el poder tiene una conciencia diaria de que va a abandonarlo.

El demócrata sabe que en un momento va a abandonar el poder, va a pasar a la oposición y se va a organizar para regresar al poder. Pareciera que un sector importante de quienes gobiernan no tienen en mente esa circunstancia, es una de las grandes dificultades. Volver a la idea de que el poder en la democracia es transitorio, es esencial para su funcionamiento.

Lo otro que he venido hablando con insistencia es que tiene que fortalecerse el poder del Parlamento.

Tenemos una tradición histórica, caudillista, personalista muy negativa y tenemos que fortalecer las instituciones. Uno de los caminos para eso es el Parlamento. Bien sea con un cambio radical, pasando a tener un régimen parlamentario, como los europeos, o manteniendo el sistema presidencialista, fortaleciendo las atribuciones del Parlamento y reduciendo las del presidente. 

Cualquiera de los dos caminos forzaría a negociaciones políticas y a la vuelta de la práctica democrática en Venezuela que ha estado adormecida en los últimos 20 años, porque las decisiones no son producto de consensos democráticos en el Parlamento como ocurre en las verdaderas democracias del mundo.

-¿En Venezuela hay un sistema totalitario y/o autoritario?

En Venezuela hay un gobierno con rasgos autoritarios, pero aún quedan respiros democráticos. Por supuesto, hay una persecución a los medios importantes, hostigado a la prensa escrita y digital, pero aquí estamos hablando y eventualmente vamos a votar en algún momento. De modo que no podemos decir que aquí hay un sistema absolutamente totalitario en el que no hay ninguna salida.

Estamos en una situación compleja para la definición de la vida que llevamos en Venezuela. Es un régimen de espíritu autocrático y hay un grueso de la población que sí tiene espíritu democrático que aboga porque la democracia no naufrague en medio de estas circunstancias.

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-¿Que sistema le ofrecería una mayor ventaja a Venezuela?

Una verdadera revolución en Venezuela sería adoptar la democracia parlamentaria, en la que el jefe de gobierno fuese un diputado electo en el Parlamento. Eso sí sería una revolución porque nunca lo hemos intentado.

Siempre hemos seguido el camino presidencialista que nos ha traído hasta aquí. ¿Eso se puede implantar en Venezuela? Siempre dirán que no forma parte de nuestra tradición histórica. Sí, pero hay una gran cantidad de tradiciones históricas que no han cambiado, porque no nos dan resultado, que no han servido.

Poner sobre la mesa la idea de una democracia parlamentaria es bueno e importante. Por lo menos ventilarlo, incluso en el caso que no se llegue a eso, por lo menos fortalecer el Parlamento sería un paso importante para reducir el cáncer del caudillismo y del personalismo que ha sido una constante histórica lamentable a lo largo de, prácticamente, toda nuestra historia.

-¿Qué le responde a los detractores del sistema parlamentario que afirman es menos representativo e incluso de segundo grado?

Una elección parlamentarista no es de segundo grado. Es directa, como las de España o los países nórdicos. Se vota por un diputado y se sabe quién es el jefe de gobierno. Habría que tener un jefe de Estado que es el caso alemán, pero este es el modelo que podría funcionar para nosotros.

-¿Cómo se debe educar a la población sobre el parlamentarismo?

En la pedagogía política que hay que hacer, si se quiere vender un cambio revolucionario en Venezuela instaurando una democracia parlamentaria, está la idea de que éste es el sistema más democrático, no solo por la elección de los diputados, sino porque después prácticamente todas las decisiones centrales de la vida nacional tienen que ser negociadas en el Parlamento.

La práctica democrática es obligatoria, no puedes dejarlo de lado, no puedes decir ‘no yo voy a hacer aquí lo que me da la gana y allá el Parlamento’ como si fueses un monarca o dictador, eso no puede ocurrir, es casi una democracia obligatoria que a nosotros nos vendría muy bien, porque no estamos acostumbrados a eso y porque nuestra tradición histórica es autoritaria, es un poco ‘aquí se hace lo que a mí me da la gana’.

Obligarnos a dialogar y practicar la democracia en un Parlamento sería algo muy interesante de ensayar.

-¿El sistema democrático de los 40 años es el más adecuado para la búsqueda de acuerdos y negociación?

En Venezuela existía una cultura política. Fíjate cuando Leoni gana las elecciones con 32% de los votos y empieza a gobernar en 1964. Él no podía gobernar solo, él tuvo que llegar a un acuerdo con otro partido político en el Parlamento que eran las fuerzas de Arturo Uslar Pietri y gobernaron juntos por dos años y tanto, porque si no, no hubiera podido gobernar Leoni. Eso ha pasado en Venezuela y eso es lo democrático. Allí hubo dos fuerzas que acordaron un programa común aunque eran fuerzas políticas distintas.

Cuando aquí empezó a pronunciarse el bipartidismo, que fue en las elecciones de 1973 que gana Carlos Andrés Pérez, la negociación política se redujo ostensiblemente, porque con que una de las partes tuviese 51% de los votos en el Congreso pasaba la aplanadora y aprobaba lo que les parecía fundamental. Salvo las leyes que te solicitaban tener las 2/3 partes o 66% donde si tenías que iniciar la negociación política.

Esa negociación política en Venezuela existió y esas son las prácticas democráticas. A eso es lo que se debe profundizar y volver si lo que queremos es tener una verdadera democracia en Venezuela, ahora si lo que se quiere tener es un régimen autoritario, esto no tiene sentido y convendría volver a la estructura tribal, en la que un cacique toma las decisiones por uno. Pero no es el destino que anhelan los venezolanos.

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-¿El federalismo nunca se implantó en Venezuela, debe ser ese un paso a seguir?

En Venezuela se instauró el federalismo con el nacimiento de la República el 5 de julio de 1811. Duró muy poco tiempo porque inmediatamente llega la guerra con el desembarco de Monteverde en 1812.

Después se reinstaura el federalismo con Juan Crisóstomo Falcón, con Guzmán Blanco… Ezequiel Zamora muere por el camino, pero también levantaba la bandera federal y allí hubo una instauración del federalismo, ese ensayo no fue feliz, no dio buenos resultados y quedó la idea en la cultura política del venezolano que el federalismo no nos convenía.

Felizmente esto ha ido cambiando. En 1989 se aprobó la Ley de Descentralización Política y Administrativa en tiempos del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y comenzamos a elegir de manera directa a gobernadores y alcaldes.

Dimos un paso federal, no todo lo grande que ha debido ser, pero creo que el destino federal para nosotros es apetecible y deseable, que da buenos resultados si se implementa correctamente y eso es perfectamente posible hacerlo.

La mayoría de los países desarrollados en el mundo, los primeros 20 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU son países federales.

El federalismo en el fondo es lo más democrático porque es acercar las decisiones al poder local, municipio, estados. Es el ciudadano entregando cuotas de su soberanía en distintas autoridades, en tres gobiernos, el municipio, la gobernación y el Estado nacional o federal o central. Ese es un camino que deberíamos seguir ensayando los venezolanos.

-¿Ve factible una transición política, qué debemos tener en cuenta para conseguir una democracia estable?

La experiencia histórica nos puede resultar interesante. Tuvimos una democracia estable con base en el Pacto de Punto Fijo, con problemas por supuesto, pero allí hay un ensayo de democracia estable.

Si pudiéramos construir un consenso alrededor de algunos puntos entre el chavismo y los vastos sectores de la oposición, yo no lo descarto, pero depende sobre todo no de la oposición, sino del chavismo, que quiera formar parte de una alianza democrática en la que haya un consenso alrededor de algunos aspectos básicos.

Lo veo muy difícil pero no lo descarto. ¿Es deseable? Por supuesto que es deseable, los países tienen crecimiento económico y desarrollo cuando hay consensos básicos en la sociedad, de modo que lograr eso sería extraordinariamente importante para nosotros, pero no es fácil.

-¿El cambio de modelo económico impactará fuertemente en la cultura venezolana?

Durante 100 años el Estado fue el actor principal, ahora recibe apenas los ingresos de 680.000 barriles diarios y muchos de esos ingresos están ya comprometidos en el pago de la deuda. Lo que el Estado venezolano está recibiendo es muy poco, de modo que podemos estar asistiendo a un desplazamiento del eje sobre el que gravita la nación.

La nación ha gravitado alrededor del Estado, pero si el Estado ahora no tiene recursos, la nación va forzosamente a empezar a observar otros ejes de crecimiento y desarrollo y obviamente deben ser al margen del Estado.

Quiénes son ellos, los ciudadanos, la gente organizada en asociaciones, emprendimientos y empresas privadas que van a empezar (y ya está ocurriendo) a producir los bienes que la sociedad necesita independientemente de la actividad del Estado.

El Estado venezolano estatizó dos grandes productoras de café hace unos cuantos años, desapareció el café porque la capacidad de producción de esas cafetaleras se redujo ostensiblemente, mientras el Estado venezolano controlaba los precios había una gran escasez.

Decidieron no controlar los precios, ahora en cualquier mercado se pueden encontrar 15, 20 productoras de café distintas a las que pasaron a manos del Estado.

¿Qué nos revela eso? Hay gente que cultiva café, lo procesa y lo vende que no estaba antes. Si eso empieza a pasar en todas las áreas de la economía, pues pudiéramos estar lentamente asistiendo a un renacer de la actividad privada en Venezuela, no porque el gobierno se lo haya propuesto, sino porque no hay otra alternativa porque los ingresos del gobierno se han reducido prácticamente a nada y su capacidad de acción se ha reducido extraordinariamente.

Pudiéramos estar asistiendo al comienzo de un cambio político y económico de gran importancia. 

-¿La incompatibilidad de sistemas entre lo económico y lo político podría causar un desplome de este último modelo?

No lo sé. Pudiera también suceder lo que viene ocurriendo, que convivan un modelo político autoritario y un modelo económico en el que la gente busca sus caminos.

Esto no está siendo propuesto desde el gobierno, esto es lo que está pasando en la realidad, es interesante observarlo porque la ideología gubernamental va por un lado y la realidad, con sus carencias, y necesidades comienza a ir por otro.

Es paradójico, complejo de entender e incluso muy discutible pero de eso se trata la discusión democrática, puede que me equivoque pero los temas se deben colocar sobre la mesa.

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