La natalidad bajó tanto en ese país que el gobierno decidió permitir las familias numerosas, hasta de tres hijos. Sin embargo, no se sabe si la sociedad responderá positivamente porque, incluso tener dos, resulta sumamente costoso
China anunció que permitió a sus familias tener un tercer hijo. El férreo control de la natalidad causó un grave desequilibrio poblacional. Así lo reveló el censo realizado este año, cuyos resultados asustaron a las autoridades chinas.
La natalidad está controlada por el régimen chino desde hace 42 años. Desde 1979 y hasta 2005 las familias chinas solo podían tener un hijo. Desde 2005 se permiten dos. Ya en 2019, medios especializados como The Economist habían advertido que la mentalidad controladora del gobierno chino estaba afectando la sociedad.
Las autoridades tomaron la decisión de suavizar su política de natalidad para «responder de manera activa al problema del envejecimiento». Es un poco tarde para actuar «activamente». En todo caso será de manera apurada.
El censo se elabora cada 10 años. El 11 de este mes presentaron los resultados. Según ellos, China cuenta ahora con casi 1.412 millones de habitantes, aunque el envejecimiento poblacional y la baja natalidad han hecho saltar las alarmas en Pekín.
Sin embargo, no es seguro que la familia responda a esta «invitación» para tener más hijos. De hecho, pocos buscan el segundo porque es sumamente costoso mantenerlos.
El gobierno de Pekín está al tanto del desdén de las parejas a buscar tres hijos, debido a los costos. Así que enfiló su propuesta a dos aristas. Primero, criticó que los jóvenes gasten «tanto» en fiestas, dotes y regalos. Según el gobierno son «malos hábitos sociales».
Pero, en segundo lugar, asumió parte del costo y prometió «reducir el gasto de las familias en educación» y a mejorar las licencias de maternidad.
En paralelo, las autoridades exploran soluciones al problema del envejecimiento poblacional. Probablemente retrasen la edad de jubilación.
Entre algunas minorías étnicas ya era posible concebir tres hijos, algo que no se les aplicaba a los han, la etnia mayoritaria en el país. Las mujeres que salían embarazadas de un tercer hijo, sin tener permiso, eran forzadas a abortar. También les imponían cuantiosas multas.
En octubre de 2015, el país había autorizado a sus ciudadanos a tener dos hijos al relajar la estricta y polémica política del hijo único que había regido en China desde 1979 para mitigar el crecimiento alentado bajo el primer presidente de la República Popular China, Mao Zedong.
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