Arte

Andreina Acero, en cuatro patas

Su pintura, abigarrada en color y detalles gráficos, es casi una protesta callejera. Los personajes que Andreína Acero representa son perras. Ellas no sólo ladran sino que también aman, se maquillan y, sobre todo, cuentan una historia. Están la galería de la CAF para asombrar a sus interlocutores

Fotografía: Alejandro Cremades
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Los dedos de la pequeña Andreina desfilarían primero por las teclas de un piano antes de dar con su verdadero destino: el dibujo y la pintura. A los seis años de edad sus padres renunciaron a su deseo de tener una hija pianista y la inscribieron en el taller de artes plásticas del Museo de Bellas Artes, donde obtendría dos premios internacionales de peso y viviría gran parte de lo que sería una dulce infancia. Sin embargo, una gran frustración empañaría los días de dicha de Andreina: no contaba de la compañía de un perro. Como cualquier infante soñaba con el juego y los ladridos de la fiel mascota. Por tal razón, veinte años después esta carencia, quizás, se ha convertido en el elemento central de toda su obra: los canes.

Ilustradora, historietista y licenciada en artes plásticas –mención pintura en la escuela Armado Reverón−, Andreina Acero siempre estuvo inclinada al diseño gráfico, a los colores planos y a las líneas fuertes. Aunque siempre ha respetado el arte conceptual, siente firmemente que el género abunda, quizás en demasía, en la consideración de la curaduría actual. “Para mí la obra tiene que hablar solita, la puedes dejar en donde sea y ella es la que tiene que narrar”, explica convencida.

Una fijación persiste. El trabajo de Acero ha atravesado expresiones artísticas diversas, paseando desde la pintura hasta la escultura, pero su fascinación y la obsesión de su obra, hasta ahora, abarca un solo tema, las perras. “Todas son hembras porque en ellas consigo más elementos para crear. Les puedo poner pestañas, lazos, collares y muchos más detalles. He tenido interés en el macho pero no he conseguido la riqueza que las perras me dan”.

Más que por artistas, se encuentra influenciada por circunstancias de su vida, pero siente admiración por el neoyorquino Keith Haring –y su síntesis gráfica−, la cultura prehispánica y el arte colonial. Andreina persigue la estética de lo raro y retrata razas caninas muy propias, híbridos que solo existen en su obra e imaginario. Orgullosa, describe su trabajo como: “bastante kitsch”.

Las perras tropicales en CAF

En la búsqueda de perfeccionar su trabajo para darle una visión más concisa, la artista llevó a sus queridas perras a pasear por el trópico y a disfrutar de sus placeres. Este trabajo llegó a las manos Mariana Provenzali, curadora de la Galería de la Corporación Andina de Fomento (CAF). La invitó a formar parte de una exposición, junto al artista plástico ecuatoriano Patricio Ponce y su colega caraqueño Flix, llamada: Pintura Fresca —el montaje se mantendrá hasta enero de 2015.

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La exhibición tiene como motivo, de acuerdo a la curadora, traslucir el carácter urbano de los artistas —vinculado con expresiones callejeras. “En Pintura Fresca lo gráfico, lo geométrico y lo figurativo se ven enmarcados en un formato acorde con una sala limitada, queriendo huir hacia la calle, porque no se trata de mostrar las inquietudes personales de esos artistas, sino su intención de desplegarse libremente, como artistas urbanos, buscando involucrar al transeúnte en sus motivaciones personales expresadas sobre muros, pavimentos o mobiliario”, reza el catálogo de la colectiva. “Considero que es un poco de aire fresco para la Galería CAF, la cual siempre ha expuesto obras un poco más clásicas. Ahora que el molde se ha roto, hay un espacio para obras más urbanas, más de calle”, pondera la pintora.

“Busco un trabajo más limpio y sintetizado que tenga una unión armoniosa entre el perro, las frutas y palmeras. Lo tropical me carga loca”, afirmó la extrovertida Andreína.

Las perras de Acero son femeninas y coquetas, algunas de ellas se tiñen de colores llamativos entre palmeras y flores, enriqueciendo la obra y capturando las miradas del espectador. Incluso, una de sus queridas mascotas escapó de los lienzos para manejar sobre una Vespa. Con un outfit atrevido y original, plasma su personalidad y la invita a rodar sobre ruedas. Otras, sin perder actitud, se mantienen un poco más discretas en el típico black & white.

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Además, aprovechó la oportunidad para indagar sobre su propio código simbólico, integrando la idea de maternidad en cada una de sus propuestas. Composiciones de senos emanando leche u otros líquidos, o las mismas perras amamantando a sus cachorros, forman un papel protagónico en su propuesta.

Aunque tilda su obra como algo “un poco jalado por los pelos” considera que la idea logró su cometido. “Mi trabajo venía mucho del rococó, el ornamento, el uso de la imagen y lo tridimensional. Al romper esa etapa, me di la oportunidad de realizar obras más limpias y gráficas”, explicó Acero.

Chaqueta

Con un aire de Street Art, Andreína ha descubierto una forma en la que sus perras puedan convertirse en símbolos que habiten en el imaginario colectivo y puedan ser un mensaje de respeto y conservación de estos y otros animales.

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