Economía

El pernil que no llegó en realidad nunca existió

Nicolás Maduro volvió a prometer perniles navideños, y no cumplió. Esta vez ni Portugal ni Colombia fueron señalados como culpables. Sin explicaciones oficiales, pero tampoco excusas, basta hacer una radiografía del sector porcino nacional para encontrar algunas respuestas

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Mildred Noguera* se siente afortunada. Ella forma parte de ese grupo de venezolanos al que el pernil que prometió Nicolás Maduro sí le llegó, a tiempo y sin sorpresas. No lo esperaba porque alega que “a veces dicen que viene algo y nunca llega”. Al igual que el año pasado, su mesa el 31 de diciembre tuvo la carne que es común servir en la temporada decembrina.

Mildred vive en el kilómetro seis de El Junquito, y desde que comenzó la distribución de alimentos por los CLAP se ha visto beneficiada. En su barrio, comenta, les anunciaron que el pernil sería vendido solo a quienes asistían a las reuniones del consejo comunal, pero luego de molestias y reclamos se resolvió vender uno por casa. Por su pedazo, en los primeros días de diciembre, Mildred pagó 60 bolívares soberanos, menos de lo que en otros lugares cobraron. No tuvo que dividirlo con nadie. Tampoco supo su procedencia. El día 20 llegó.

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Javier Padilla vive en el centro de Caracas. El 15 de diciembre entregó 250 bolívares al consejo comunal. Hasta la fecha no tiene conocimiento de qué pasó con la carne por la que pagó, ni con el dinero. “Eso es como un plus que si llega, llega. Honestamente lo pago como por no dejar, porque sale a un costo irrisorio”. En su casa no se hacían ilusiones, sabían que existía la posibilidad de no recibir la comida para la fecha prometida pues en 2017 el pernil arribó en enero. Para la cena de Nochebuena decidieron degustar un pollo asado.

El mismo menú sirvió en su mesa Alicia Marcano. Residente de Catia, tampoco tuvo mayor información sobre el pernil desde el primero de diciembre, cuando ella y sus vecinos hicieron el pago de 250 bolívares. Ella sí debía compartirlo con algún vecino. Pero no hubo entrega alguna para el 24 de diciembre. “En el grupo de Whatsapp una señora se quejó y la sacaron. No hay derecho a réplica”, cuenta. El lunes 31 en la mañana recibieron un pollo entero que supliría al cerdo. Al preguntar por qué recibió un “bueno, a resignarse con eso”.

Volvió a pasar

En noviembre de 2017 el gobierno nacional prometió entregar perniles a 30 mil Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) registrados hasta el momento. No ocurrió. El gobierno apeló al “saboteo” como justificación. Acusó a Portugal y a Colombia. En 2018 el gobierno tropezó con la misma piedra. El 28 de noviembre, Nicolás Maduro anunció que “este año no vamos a fallar con el pernil; viene el pernil completo, grande y gordote, para todos los CLAP del país. Pernil bolivariano”. Serían un total de 20 mil toneladas, con una mitad de producción nacional. Pernilcita3Y no llegaron. Hubo protestas. Hubo reclamos. Y hasta retrecherías. El gobernador de Trujillo, Henry Rangel Silva, protagonizó la más escandalosa: “hay gente que nunca ha comido pernil y ahora protestan porque no llegan (…) no pueden entrar en una crisis existencial innecesaria”. El mandatario regional agregó que “pueden cerrar las calles pero más perniles no van a llegar porque no hay en el país”. Detalló que con las cantidades de la carne que se esperaban en esa entidad, solo se podría abastecer “a 24,5% de las familias que esperan el producto”, reseñó el Diario de los Andes. Pero no hubo justificaciones ni explicaciones oficiales. En los gremios sí hay respuestas, una simple: la promesa no podía ser cumplida pues el país no puede aportar la cantidad de pernil anunciada por Miraflores. La historia y lo números revelan que la «revolución» nunca ha podido impulsar la producción porcina.

Un análisis elaborado por Carlos González para la facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela, titulado Sistemas Alternativos de Producción de Cerdos en Venezuela, informa que la producción porcina en Venezuela en los años sesenta era limitada. En aquella época, el sector estaba constituido “por un rebaño de aproximadamente 1.666.400 cabezas y se enviaba al matadero 717.400 animales, se generó una producción de carne de 30.500 toneladas y un consumo per cápita de 3,4 kilogramos por año”.

Fue en 1988, cuando la Venezuela del siglo XX alcanzó su máximo nivel de producción con un con un “rebaño de 3.349.209 cabezas, y un consumo per cápita cercano a los 8 kilogramos por año”, es decir una producción de 148.000 toneladas de carne porcina, reseña el documento.

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Sin embargo, pese a las mejoras que se hicieron en el sector y el nacimiento de organizaciones gremiales, que se encargaban de velar por el correcto funcionamiento del sector, González manifiesta que después de 1988 la producción porcina del país “sufrió un revés importante que no solo detuvo el crecimiento sino que la producción cayó significativamente”.

En 2004, tan solo se sacrificaron 1.980.000 cerdos con una producción de 122.800 toneladas de carne y un consumo per cápita de 4,8 kilogramos por año, “muy por debajo de los valores logrados en 1988 y ligeramente superiores a los correspondientes al año 1965”. Para el año 2004, según dicho análisis, Venezuela aportaba solo el 2,69% de la producción porcina en la región.

Según datos de la Federación Porcina de Venezuela, desde el año 2012 se ha venido registrando una baja en la cantidad de madres o vientres para la producción. Entonces había un aproximado de 220.000 madres, para el año 2015 la cifra bajó a 100.000, en 2016 solo se contó con 80.000 vientres y el 2017 cerró con solo 60.000 madres porcinas. Carlos Albornoz, también expresidente de la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga), añade que “la industria ha mermado de manera considerable; es muy difícil que hayan más de 40 mil madres cerdas en Venezuela, y eso se debe más que todo en la falla de producción de maíz y de soya”.

No hay con qué

Albornoz, presidente del Instituto Venezolano de la Leche y la Carne, explica que la industria del cerdo es de “ensamblaje”, es decir, un rubro que depende específicamente de la materia prima fundamental, como el maíz amarillo y la soya. “Si no tienes los componentes necesarios no va a engordar ni crecer, ni tener las condiciones para que la industria se mantenga”. En marzo de 2018, el presidente de la Coordinación Nacional de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos, Saúl López, declaró que el nivel de eficiencia productiva de la industria del cerdo había disminuido en un año 40%. Explicaba que en 2016 se necesitaban 150 días para lograr los 75 kilos de peso óptimo para sacrificar al animal pero ya para 2017 se necesitaban 50 días más de esfuerzo y gastos sin poder lograr la misma calidad. A ello se suma que Venezuela se ubica como el mercado menos competitivo de sector porcino en Latinoamérica. El factor principal deriva de “los costos por concepto de las materias primas que conforman las raciones alimenticias y al costo cada vez creciente de las instalaciones”, en palabras de Carlos Albornoz. Pernilcita1 La prohibición de sembrar con biotecnología genera unas “limitantes enormes” y una desventaja frente a Brasil, por ejemplo. “Producimos menos del 0,5% de la soya que se necesita y apenas 7% u 8% del maíz amarillo, según datos de Fedeagro, y no avanzamos más del 13% de las necesidades de tipo animal en todo lo que es la producción de maíz. Nunca hemos ido más allá del 30% de maíz amarillo”, detalla Albornoz. Para el año 2012, según datos de la Federación Venezolana de Porcicultura (Feporcina), el consumo de cerdo para el año 2012 se ubicó en los 12 kilogramos por habitante al año. No obstante, un estudio realizado por la organización estadounidense Pork Checkoff, publicó un análisis en el que evalúan el comportamiento de carne y derivados de cerdo. En el mismo se evidencia que entre los años 2011 y 2016 el consumo de carne porcina en Venezuela había disminuido de 5 kilos a 4 kilos por persona; mientras que en 2017 hubo un aumento de 3 kilos. Es decir, el consumo per cápita se ubicó en 7 kilogramos.

A juicio de Albornoz, para que para que el sector porcino en Venezuela pueda repuntar hace falta impulsar el agrícola, pero esto es difícil ya que “la producción agropecuaria tiene 19 trimestres consecutivos en caída, es la contracción más larga en la historia agrícola en la nación. Eso hace que la industria dependa de la materia prima como soya, que nunca hemos ido más allá del 3% de la producción, y de maíz que avanzamos un 60% entre 2007 y 2008”.

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