Opinión

El turismo porno de Cheverito en playa Pelúa

Venezuela es el país de lo insólito, donde se cumple la frase “lo extraordinario se hace cotidiano” que propugnaba el Gobierno. No es gratuito que ante cada locura, cada información surgida en la escalada de lo increíble, más de uno opte por blandir el manido “Venezuela y sus playas”

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
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Hay que poner la atención en Venezuela y en sus playas, porque la línea costera en los últimos tiempos da para todo —más allá del turismo y la venta de ostras. De Naiguatá a Los Juanes. De Los Juanes a Cayo Sal. De Cayo Sal a Playa Pelúa. Lo extraordinario se hace cotidiano.

Ir a una playa ya no es solamente una experiencia para retar al bolsillo. Los precios de silla, toldo, pescado frito en mesita plástica sobre la arena y algunas frías —amén del “bien cuidao”—, no es lo único que puede sorprender a algún desprevenido bañista.

También te puedes topar con un guerrillero del ELN bebiendo una conocida marca de cerveza local mientras posa para la cámara de su pareja, como ocurrió en 2010 cuando se hicieron públicas las fotografías tomadas en Naiguatá de alias “Pablito”. El asunto fue mostrado en la Organización de Estados Americanos (OEA) por el entonces embajador colombiano Luis Alfonso Hoyos, quien señaló que la imagen había sido tomada en Chichiriviche. La respuesta del representante de Venezuela, el siempre acicalado Roy Chaderton, fue “cuando veo la playa llamada Chichiriviche tengo dudas por el color de la arena (…) cuando veo la cerveza Polar tengo dudas, creo que era Colombiana. Creo que la playa era en la ciudad de Santa Marta”

Pero supongamos que el destino no es Vargas sino Los Juanes, en el Parque Nacional Morrocoy. Llegar buscando “arenita playita” puede ser el ticket de entrada a una orgía pública protagonizada por varias mujeres y un “cabeza de caja” mostrando una tanga rosado. Este asunto fue más público, en 2013, cuando ya los videos se podían hacer virales. El asunto generó hasta debate político. “Ese yate es de unos enchufados” lanzó el gobernador de Miranda Henrique Capriles sobre el bote Miss Piggy Play Pen. Sin caja él —Manuel Adolfo Paz—, vestida ella —Rosa Sánchez— y determinado el dueño del bote Ramón, Antonio Díaz Venega, debieron afrontar hasta un procedimiento judicial por haberse expuesto ante niños y familias completas en el lugar. Bajo régimen de presentación estuvieron durante casi un año por “ultraje al pudor y haber incitado a la prostitución, delitos tipificados en el artículo 381 del Código Penal venezolano, cometidos el sábado 30 de marzo de 2013”, según reporte del diario Panorama.

Si para evitar escándalos, se prefiere asistir a un cayo, el asunto puede terminar con cárcel. Porque si le toca la (mala) suerte de que la Ministra de Turismo y esposa del Presidente del Parlamento haga un recorrido por el lugar, se expone a quedar entre la multitud que, entre ligas, bikinis y torsos desnudos, opte por abuchear a la mujer hasta hacerla irse mar adentro, generando luego una mini OLP playera que encarcele a cinco bañistas y hasta termine con el allanamiento a la vivienda de una de las detenidas y supuestamente agredidas por la Guardia Nacional.

Para evitar peligros, y gastar kilometraje del vehículo —no vaya a ser que le toque someterlo a alguna reparación—, puede optar por volver a Vargas. Huyendo de la guerrilla pudiera elegir Playa Pelúa, hasta darse cuenta que allí los shows públicos, los eventos recreativos —asumimos que— improvisados hasta se le endilgan al beneficio “de los niños pobres”, como lanza el presentador, micrófono en mano. El espectáculo, una delgada morena en bikini verde montada sobre una tarima que no solo derrama un licor cremoso sobre su entrepierna sino que luego juega a la botellita de una manera más que gráfica al ritmo del “Kulikitaka” de Toño Rosario, seguida por otra ¿concursante? que opta por la misma ¿travesura? pero con guarapita anaranjada, se hace “con cuidadito” —según se le escucha a uno de los involucrados— y frente a una soberana multitud que no está en esa playa para ver una puesta de sol paradisíaca.

Los abucheos en las playas de Venezuela se reservan exclusivamente para la Ministra del Turismo. Para hurras, los desnudos gratuitos. El turismo nacional ahora incluye esas nuevas características, un permanente debate entre lo ilegal, lo peligroso y lo soez. Cheverito es militar. Cheverito es porno, y viral.

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