Investigación

Rutas para irse del país: entre moda y oportunidades

Desde la Patagonia hasta Canberra, el venezolano se asienta en lugares y durante momentos específicos, aprovechando ventajas económicas y legales. Y frente al chavismo que grita “Yankees, go home”, Estados Unidos sigue siendo la opción número 1 para quienes dicen adiós parados sobre un Cruz-Diez

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar | Infografías: Andrea Tosta
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Anitza Freitez muestra claro y raspado en La emigración desde Venezuela durante la última década lo que el Instituto Nacional de Estadística (INE) oculta en su data oficial. La diáspora de venezolanos ha sido notoria, constante y progresiva, sin ánimos de aminorar su marcha en vista de las problemáticas nacionales. 24.980 muertes violentas extraoficiales en 2014, 7.421,67 bolívares de salario mínimo –cerca de una decena de dólares en mercado negro– y la escasez de productos de la cesta básica son la punta del iceberg de la migración criolla, pues la inseguridad y la economía impulsan la salida de muchos.

Con base en registros formales de migraciones y censos de países y organismos alrededor del mundo, el sociólogo e investigador de la Universidad Simón Bolívar Iván de la Vega afirma que cerca de 1,5 millones de venezolanos han emigrado en poco más de una década. Esa población se abre camino en otros territorios, con abanicos de oportunidades cada vez más desplegados: mientras que en 1992 había venezolanos en 20 países, ahora los hay en 94, explica De la Vega.

En contraste con el discurso de rechazo oficialista, Freitez explica que «el imperio» norteamericano era la opción predilecta para irse demasiado en esta década. De hecho, lo ha sido desde comienzos de siglo. Hace cinco años, existían 171.891 personas nacidas en Venezuela y residenciadas en Estados Unidos, la cifra más alta de los países de la región. Las madre y hermana patrias le siguen los pasos, aunque de lejos: España aglomeró 164.239 personas y Colombia, 37.461 expatriados tricolores.

A pesar de esa suerte de monopolio migratorio, los venezolanos no discriminan entre continentes, culturas o acentos. Países de Latinoamérica como Argentina, Chile y Panamá se vuelven el centro de atención nacional. En Europa lo son Irlanda, España y Portugal. La economía dolarizada de Ecuador le hace ojitos a inversionistas y ahorradores, quienes han desarrollado un creciente interés en los últimos dos años.

Incluso, el otro extremo del mundo puede ser un escape a los 62 homicidios registrados por cada 100 mil habitantes, según cifras oficiales de la fiscal Luisa Ortega Díaz – 82 por cada 100 mil según el Observatorio Venezolano de Violencia. El último censo australiano –hecho en 2011 – registró más de 3 mil habitantes venezolanos.

Aunque el éxodo criollo parece no tener horario ni fecha en el calendario, sí presenta unos picos migratorios en los países de destino, sin contar a quienes migran pero no quedan registrados como tales en los países receptores, bien porque se instalan sin pasar por las taquillas gubernamentales, o porque entren como turistas o estudiantes y se vayan quedando extendiendo tal estatus sin pasar a ser residentes.

El proceso migratorio de Venezuela ha sido una carrera con estaciones. Países que tuvieron mucho brillo en un momento, incluso con filas madrugadoras para apostillar documentos en sus embajadas en Caracas, le han entregado el testigo a otros. La moda más que irse, es a dónde.

España: Con pasodoble

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La tan luchada independencia de Venezuela se transfigura a medida que los jamones serranos, el flamenco y la sevillana son objeto de deseo criollo. Después de Estados Unidos, este país de la península ibérica es el más popular para los venezolanos. Aunque el siglo pasado la tendencia se revertía, ahora son más los venezolanos que llegan a la península europea que los españoles que saltan el charco hasta este país de América del Sur. Según cifras de World Bank, la comunidad venezolana aumentó de 148.000 a 164.000 entre 2005 y 2010.

Su atractivo migratorio está en las residencias temporales por arraigo laboral o social. Quienes tienen ascendencia europea, aprovechan el codiciado pasaporte que los acredita como binacionales para entrar sin problemas al país del gazpacho. Otros buscan programas de estudio, de cualquier nivel, o cursos especializados que acrediten actividad académica suficiente para solicitar una visa de estudiante con la cual puedan extender su estancia en la madre patria entre cursos y postgrados. La espera no es larga: los foráneos pueden aplicar con dos y tres años como mínimo viviendo en el país, respectivamente, a una residencia temporal que les permitiría trabajar legalmente. Además, los sectores de bienes raíces y de franquicias se vislumbran como uno de los más prometedores en 2015, luego del bajón que sufrieran los primeros cuando estalló la burbuja inmobiliaria en 2008.

Irlanda: Más que un aula

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Desde 2010, los 7.149 km de distancia entre Venezuela de Irlanda se convirtieron en un reto más que un obstáculo. La tierra con la población más alta de pelirrojos per cápita fue de las más atractivas para los venezolanos hace cinco años. De acuerdo con el informe Trends in International Migrant Stock: Migrants by Destination and Origin (2013), la presencia criolla en esta isla al norte de Europa se incrementó en 138% en tan solo tres años. La posibilidad de trabajar de manera legal con una visa temporal para extranjeros hizo de Irlanda la tierra de las posibilidades, además de ser el único país del continente en otorgar este tipo de documentos a foráneos.

En vista de que los estudiantes podían permanecer en el país hasta por tres años, fueron muchos los que llenaron sus formularios y entregaron sus solicitudes de manutención en moneda extranjera a Cadivi –actual Cencoex– para estudiar inglés y demás carreras. De igual forma, fueron muchos los que quedaron sin un euro cuando las solicitudes comenzaron a ser rechazadas, quedaron estacionadas en estatus de «análisis» o, incluso, fueron liquidadas.

Un tweet fue el comienzo del final para el atractivo irlandés: el entonces presidente de Cencoex, Alejandro Fleming, publicó en Twitter en 2014 que establecería sanciones ante las supuestas acciones fraudulentas de estudiantes en dicho país. Los vestigios sancionatorios aparecieron para febrero de ese año con retrasos en transferencias de divisas, hasta finalmente negar todo acceso a moneda extranjera a tasa oficial para residir en el país de San Patricio. Para aquel entonces, la manutención de más de 1.500 venezolanos residenciados fue negada por falta de divisas del Banco Central de Venezuela (BCV), según TalCual.

Argentina: No llores por mí

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Irse a la tierra gobernada por la familia Kirchner ha sido común denominador. En la última década, el volumen de venezolanos residenciados en dicho país sobrepasó el movimiento migratorio guacho que surgió durante la dictadura de Jorge Rafael Videla (1976-1983), de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2004 solo vivían 157 venezolanos en ese país, indica el Ministerio del Interior y Transporte de Argentina. En siete años, la cifra se multiplicó en más de 100% hasta llegar a las 1.592 personas en 2011.

Sin embargo, los venezolanos no son mayoría al sur de América: entre sus cinco comunidades foráneas más grandes, Venezuela es superada por los paraguayos, bolivianos, peruanos y colombianos.

La moda por este país sureño tuvo su summit en 2007, cuando se registró un pico migratorio con más de mil venezolanos residenciados en Argentina. Y aunque su boom aparenta haber quedo atrás, las cifras dicen lo contrario: el Ministerio del Interior y Transporte de Argentina contabilizó 3.757 criollos para 2014. Se siguen yendo poco a poco: esa lluvia no moja sino que empapa.

Panamá: A un saltito

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Entre el Atlántico y el Pacífico, Panamá ofrece características geográficas similares a las venezolanas. Playas cercanas a la capital, clima tropical y cercanía en el mapa hacen que la migración no sea un shock para muchos.

Sentirse casi como en casa pero sin «Patria», conduce a un país donde el Instituto Nacional de Estadística panameño registra una inflación de apenas 2,6%, un desempleo de 4,8% y un crecimiento del Producto Interno Bruto de 8,4% en el último año. Una economía en crecimiento, con desarrollo urbano, donde el Balboa Today es 1 a 1. Además, obtener un permiso de trabajo en Panamá no es misión imposible para los foráneos, quienes pueden obtener el papel que los acredite para trabajar, al menos, de tres meses a un año.

35 mil venezolanos tienen trámites abiertos en las oficinas del Servicio Nacional de Migración, según afirma la vicepresidente del periódico El Venezolano en Panamá, Adriana Rincón. Añade que la Autoridad de Turismo del itsmo reportó que alrededor de 189 mil turistas venezolanos ingresaron a ese país, de los cuales unos cinco mil no han realizado diligencias migratorias, pero sí inversiones en inmuebles y emprendimientos.

La tierra de Rubén Blades sigue allí. Como su música, no pasa de moda.

Chile: Muy fácil

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La brújula de los venezolanos que se quieren ir apunta desde hace cuatro años al extremo sudoeste de América del Sur. La llegada de criollos a la nación de Michelle Bachelet es progresiva, pero constante. Cada vez son más los que eligen el “po” en vez del “pues”.

Esto se evidencia en la emisión de visas temporales de residencia: de 1.059 en 2011, a 1.463 emisiones en 2013, según el Departamento de Extranjería y Migración de Chile. Dicho patrón le da a entender a los expertos que esta tendencia de crecimiento poblacional criollo puede alcanzar 20%.

A pesar de que la economía chilena en 2014 presenta sus cifras más bajas desde hace cinco años, sigue mostrando una inflación interanual de 4,6% (julio 2015) con una variación mensual de 0,4%. El mercado laboral aún hace gala de estabilidad y desde Venezuela, los trámites migratorios aún son de los más sencillos, especialmente para obtener la Visa Temporaria Profesional apelando a la legalización del título universitario en el consulado chileno en Caracas; presentación de antecedentes penales vigentes y un paso por Extranjería en Santiago para validar los sellos del consulado en el título que deberá ser notariado. La sencillez es sexy.

México: Síganme los buenos

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En 2007, eran 263 venezolanos los que optaron por residenciarse en la tierra de los chapulines y comer enchiladas en lugar de pabellón. Mientras las cifras extraoficiales de homicidios aumentaban anualmente, también lo hacía el interés venezolano por mudarse al país norteño, el blanco de Donald Trump.

El boom mexicano se evidencia en 2010, cuando en tan solo tres años, la cifra de residenciados criollos paso de 263 a 1.664, de acuerdo con las últimas estadísticas del gobierno mexicano. El portal CNN México señala que “por cada permiso de trabajo que obtuvo un venezolano, otro fue para al menos un familiar”. En 2015 sigue siendo atractivo como destino para quienes ven posible conseguir una oferta laboral que los acredite ante las autoridades para obtener un permiso de trabajo.

Una carta de un empleador en tierras aztecas abre las puertas para moverse a la nación de El Chapo Guzmán, donde al venezolano le llaman la atención los números de inflación interanual (2,74% en julio) y de desempleo (4,3%, según reportó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

Australia: Como un canguro

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Los 17.002 kilómetros de distancia entre ambos países son un simple salto largo desde 2011 para los venezolanos que buscan calidad de vida y una economía estable en aquel país de Oceanía. Sus principales ciudades se encuentran entre el top 20 de las mejores del mundo y sus universidades y centros de estudio también se entran en el ranking de las mejores, lo que ha despertado el interés de los estudiantes venezolanos. Además, su clima templado es atractivo para quienes están acostumbrados a solo dos estaciones.

27,1 por ciento de la cifra de los residenciados actuales llegaron antes del 2001. Entre 2001 y 2006, llegó 18 por ciento de la misma cifra. El pico migratorio criollo se evidencia entre 2007 y 2011, cuando se registró 52,1 por ciento restante. Aunque las modas indican que la tierra de los canguros ya no es la favorita, Australia llegó a acumular 3.404 personas venezolanas residenciadas en 2011.

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