“Hicimos el check in. Nos pidieron subir la maleta a la balanza: la de Jessica pasó cómoda, no rebasaba los 20 kilos. La mía, en cambio, pesaba 27. Me dijeron que tenía que pagar 7 dólares por kilo extra. Total: 30$. Viajábamos de Caracas a Lima, con escala en Bogotá. Con un embarazo de cuatro meses cada dólar cuenta… no estaba fácil. Si de por sí un salario mínimo en Venezuela, ahora que está en 65 mil bolívares, sin contar los tickets de alimentación, son apenas 8 dólares”.
“Sin embargo sacamos la cuenta y no quedaba de otra: meter la vida en una maleta tiene su costo. Decidí cambiar algunos euros ahorrados y al regreso: ¡Oh sorpresa! Quien nos había atendido estaba entregando su turno. Su relevo comienza el proceso de nuevo, pasa la maleta de mi esposa y luego la mía. Pensando en lo poco ético que sería, pero también en lo tanto que nos había costado conseguir cada céntimo, no lo pienso dos veces y decido, disimuladamente, a pesar de la vergüenza, sostener con una uña la maleta por uno de los cierres para que no figurara en la balanza su peso real. Resultó. Pensé: ‘lo que hay que hacer para poder comenzar de cero en otro país cuidando los poquitos ahorros’”.
Con su arepa bajo el brazo
Este es el inicio de la historia de Jessica y Luis Felipe, una pareja a punto de hacer vida en Perú, con un bebé en camino. Llegó cuando los planes de migrar ya se desdibujaban por la crisis de Venezuela. Sin embargo, cuando se abrió una mínima posibilidad —encontraron los pasajes aéreos— sin cortapisas ni dudas, terminaron de pulir el plan de erigir familia en la ciudad más gris de los quechuas. Lima comienza a entrar en su temporada con los días más sombríos del año: otoño-invierno, justo para recibirlos.
Las calles locales devinieron areperas ambulantes. Miles de limeños han hecho de la arepa su desayuno, cena o tentempié del día. Es que ha aumentado vertiginosamente la cantidad de venezolanos en este país. Cifras extraoficiales apuntan más de 15 mil, dato mencionado por Óscar Pérez, exdiputado venezolano refugiado en el país de la Causa y el Ceviche, en una entrevista realizada por el diario La República. Son tantos que es muy fácil encontrarse con la gorrita de las ocho estrellas o la chaqueta tricolor, junto al cantico “arepa, arepa, arepa, arepa”, ya es más que común. Se escucha el acento, ese que solo se siente cuando migras y reconoces que sí, “hablamos diferente”.
Lo necesario
Al salir de Venezuela hay tres cosas básicas a tener claras cuando se llega al destino escogido: vivienda, trabajo y papeles. Este último, a veces es el que da más dolores de cabeza debido a que en muchas oportunidades es obstáculo de los dos primeros.
En el caso de Perú, en palabras sencillas, lo único que un extranjero necesita para residir es su Carnet de Extranjería. Hay varios tipos, derivados según la actividad que se va a desempeñar: trabajador, inversionista, religioso, refugiado, esposo (a) de peruano (a) o hijo (a) de peruano (a). Según cada uno, hay diferentes requisitos. Al que normalmente aplican los venezolanos es al de trabajador —en segunda instancia el de refugiado.
Como trabajador, el aspirante a esta carta debe demostrar que una empresa lo ha contratado —luego de haber sacado un permiso para firmar contratos, que es un sello que colocan en el pasaporte y que cuesta 5$ (S/ 16) a pagar en el Banco de la Nación. Este documento ha de pasar por el Ministerio del Trabajo, entidad que aprueba el mismo y luego da el permiso a Migraciones.
Como refugiado, el trámite se realiza ante el Ministerio de Relaciones Exteriores. Pero, ¿quién es un refugiado? ACNUR, la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los refugiados, considera a “toda persona, hombre, mujer, niño o niña, que debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país. También (…) a toda persona que ha huido de su país porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por la violencia generalizada, (…) la violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público”.
Entre las exigencias para optar por este tipo de residencia, el candidato debe probar que, efectivamente, ha pasado por alguno de estos hechos arriba nombrados. Deberá ser renovado cada 60 días, y para conservar la residencia, no podrá volver al país de origen mientras su calidad migratoria sea de “Refugiado”.
Permiso temporal de permanencia
Hasta el 2016, estas eran las opciones que tenían los venezolanos para regularizar su situación legal en Perú. Si bien no era imposible obtener el Carnet de Extranjería (CE), no era menos engorroso. No obstante, desde 2017, con el incremento de los hechos violentos o las actuales protestas en contra del gobierno de Nicolás Maduro —que ya sumaron 100 días de caldeada resistencia—, amén del deterioro político, social y económico, el gobierno del presidente Pedro Pablo Kucysnki puso en marcha el Decreto Supremo Nº 002-2017-IN —que agilizaría el tema migratorio para quienes migraban desde Venezuela Dicho decreto entraría en vigencia 30 días calendarios siguientes de su publicación en el Diario Oficial El Peruano, 3 de enero de 2017.
Gracias a la resolución del Ejecutivo, nace el PTP, cuyas siglas significan: Permiso Temporal de Permanencia. Este es un permiso especial de residencia que funciona como Carnet de Extranjería. Tiene los mismos beneficios y ayuda a encontrar empleo. Con trabajo se puede solicitar el cambio migratorio a “Residente trabajador”. La diferencia de este documento y CE son los requisitos. Son muchísimo más sencillos de recaudar: recibo de pago de trámite —el cual puede ser exonerado si se presenta una declaración jurada—, formulario con datos, dos fotografías tamaño pasaporte, copia de pasaporte o cédula, partida de nacimiento —junto a declaración jurada de autenticidad del documento— y ficha de canje internacional de INTERPOL —la cual se consigue con una cita en una comisaría ubicada en Lima.
Papeles en mano, se debe pedir la cita en línea, que sale de un día para otro. Asistir en la fecha indicada. Nada mal, al menos en este caso no aplica el dilema existencial del huevo o la gallina, como con el CE para trabajadores: para sacarlo las autoridades migratorias demandan un contrato y las empresas para contratar reclaman el CE.
Beneficio finito… por ahora
Como no todo lo que parece es oro, este decreto tiene condiciones y fecha de caducidad. Al Permiso Temporal de Permanencia solo pueden aplicar aquellas personas que hayan entrado al Perú antes del 2 de febrero de 2017. Por otro lado, la vigencia de este beneficio es solo hasta finales de julio del presente año, debido a que se otorgaron 120 días hábiles como plazo para presentar la solicitud del trámite,hasta el 31 de julio del presente año.
Entonces, sí, es cierto que la política migratoria del Perú ha sido receptiva ante la situación venezolana. No obstante, queda la incertidumbre sobre el beneficio que no podrán disfrutar aquellos que ingresaron después, durante febrero, marzo, abril, mayo, lo que va de junio y los meses que siguen. Por ejemplo, Jessica y Luis Felipe, los protagonistas de la historia arriba descrita, no son candidatos a aplicar a este beneficio, puesto que entraron al país el 20 de junio de 2017.
Progreso por doquier
Pero la ayuda a los venezolanos no termina en el tema legal de residencia. Hay quienes ya con más de un año en la capital limeña han obtenido permisos para trabajar y comenzar con su carretilla de pastelitos, tizanas y postres criollos. Es el caso del Profesor Oswaldo Rodríguez Palmera, quien fue secuestrado en Valencia hace dos años, y hoy vende tartaletas, bienmesabe y tortas que él mismo prepara. Estaciona su carrito en la Av. Angamos con República de Panamá al tiempo que, sorpresivamente y poniendo en práctica su carrera y profesión, cada tres meses, participa como coach en actividades lideradas por importantes municipalidades del patio.
“Gano bien como coach, pero no puedo estar tranquilo. La Municipalidad de Surquillo me otorgó el permiso de poner este carrito aquí, reconociéndome por mis aportes, con esto me aseguro de salir adelante todos los días y me entretengo haciendo lo que me gusta. Alquilé un departamento en la Ricardo Palma entre Miraflores y Surquillo. Le estoy pagando la universidad a mi hija que está estudiando aquí Cine y Producción Audiovisual y además a mi nieta la tengo en el ICPNA, Instituto Cultural Peruano Norteamericano, estudiando inglés. Aquí me han tendido la mano, no solo las autoridades sino también la gente”, afirma Oswaldo mientras conversa con uno de sus clientes disculpándose por no haberle guardado su postre del día… los había vendido todos.
La ayuda y la intención por parte de la comunidad peruana están presente. A paladinas, surgió otro beneficio: es el hecho de poder tramitar licencia de conducir o brevete —como lo llaman en Perú. Lo que permite a muchos venezolanos poder trabajar como taxistas en tanto regularizan sus papeles como residentes trabajadores. Empresas como Uber y Cabify, admiten a conductores con Carnet de Extranjería, ampliando el mercado laboral para aquellos que migran con la posibilidad de comprar un automóvil y tener en él una fuente de ingresos.
Nueva ley de migraciones
Del mismo modo ha habido una reciente modificación por parte del Estado a la Ley de Migraciones. Se trata del Decreto Legislativo 1350 – Decreto Supremo 007-2017-IN, promulgado el 1ro de marzo del 2017: “establece que es función de MIGRACIONES ejecutar la política migratoria interna, en el marco de su competencia y de conformidad con la normativa y los tratados internacionales, promoviendo la integración de las personas migrantes a la sociedad peruana”.
Este cambio legislativo añade una serie de prerrogativas que hacen más llevadera la vida de migrantes en el Perú. Favorece el ingreso de profesionales altamente capacitados al país. Faculta el acceso a la residencia de los familiares de extranjeros residentes. Posibilita el permiso para trabajar en cargos públicos, entre otros. Ante este panorama, podemos pensar que, gracias a la situación con los venezolanos, el gobierno peruano modificó de manera positiva la ley para brindar un apoyo más sólido.
Y es que las autoridades peruanas en general son de las pocas en Latinoamérica que se han pronunciado abiertamente sobre la situación de Venezuela. Pedro Pablo Kucysnki, en uno de sus últimos pronunciamientos, el pasado 13 de junio, en el foro “El Perú del Futuro”, realizado en Madrid, indicó que se debe hacer algo al respecto, y no habla de intervención extranjera. «Es necesario un mecanismo arbitral, nada más», afirmó en tanto pedía “la liberación de los presos políticos y que se deje entrar la ayuda humanitaria al país”. Insiste en la importancia de la acción internacional para fungir como árbitros y evitar un “mar lleno de sangre (…)” o botes saliendo rumbo a fronteras de la costa.
Haciendo números
Las cifras, aun cuando son extraoficiales, hablan por sí solas. Se dice que existen más de 15 mil venezolanos viviendo en Perú. Y así como un termómetro directamente proporcional a los más de 100 días de protesta ininterrumpidos, el número sigue creciendo. Porque lo que sí hay que afirmar es que el éxodo venezolano continúa y continuará.
Y mientras los panameños gritan: “No más arepas”, como reza el lema propuesto por el «Frente Nacionalista del Pueblo Panameño”, según nota del medio “La Iguana TV”, el peruano se engolosina: “Mmm qué rica”. Incluso se animan a prepararlas en casa, las rellenan con lomo saltado o con ají de gallina y las hacen suyas, así como a cada venezolano que llega a Perú. La tierra del Inka sigue recibiendo al llanero-caribeño con la misma calidez con la que una vez, hace más de 20 años, Venezuela recibió a miles de peruanos.]]>