El escape que emprendió el preso político Antonio Ledezma y su final llegada a Madrid, España, originó una ola de represalias que detuvo a nueve personas arbitrariamente y mantiene a dos de ellas aún en El Helicoide. Después del 17 de noviembre, la vigilancia a otros detenidos se reforzó y hasta el acoso a miembros de su partido Alianza Bravo Pueblo se acrecentó
El revuelo pasó. Ya no patrullan camionetas negras identificadas con las iniciales del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Tampoco periodistas o fotógrafos buscando captar las irregularidades que trajo consigo la fuga del alcalde mayor del Distrito Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma. En cambio, el hermetismo impera a las afueras de las residencias Villa Magna, lugar donde cumplía su detención acusado por conspiración y asociación para delinquir en un juicio que en casi tres años nunca avanzó
“Fueron las órdenes que me dieron. No puedo llamarle a alguien ni de mantenimiento ni del condominio, porque ¿pa’ qué voy a llamarlos yo diciendo que quieren hacerles unas preguntas? Ya el Sebin vino a hacer preguntas”, suelta un hombre de pelo negro desde la caseta de vigilancia de las residencias Villa Magna. Se estremece cuando los signos de interrogación enmarcan frases que no debe, ni se atreve, contestar.
De aproximadamente 50 años, el hombre de hablar rápido está cumpliendo funciones de suplente en el área de seguridad del lugar. Jairo Atencia, quien era el vigilante externo de las residencias, fue detenido de forma arbitraria por el Sebin por más de 96 horas. Sucedió el sábado 18 de noviembre de este año, sin siquiera haber pasado un día de haberse escapado uno de los presos políticos más sonados de la última década en Venezuela.
Ledezma tomó un viaje clandestino en el que, según su testimonio, sorteó 29 puntos de control policial y del ejército. Salió de Caracas el 17 de noviembre rumbo al estado Táchira y cruzó la frontera por el Puente Internacional Simón Bolívar, altamente custodiado por efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana, hasta Colombia. Desde allí voló hasta el aeropuerto de Barajas en Madrid, España, donde lo esperaban cerca de treinta personas, entre ellas su esposa, dos de sus hijas y el expresidente de Colombia, Andrés Pastrana. Fue recibido con abrazos, vítores y cantos del himno nacional. “Yo no me fugué. Los presos políticos no se fugan, los presos políticos de conciencia se liberan a sí mismos”, expresó el líder opositor a la prensa al momento de su llegada al aeropuerto de Barajas el sábado 18 de noviembre.
El alcalde mayor estaba bajo arresto domiciliario por un supuesto complot contra el actual gobernante Nicolás Maduro. Fue detenido el 19 de febrero de 2015. Durante los primeros dos meses estuvo preso en la cárcel militar Ramo Verde, sitio al que volvió de forma repentina la madrugada del primero de agosto de 2017, cuando fue sacado de su apartamento en pijamas, a la fuerza y sin autorización de fiscales públicos. Permaneció en el recinto por tres días hasta que fue traslado, también de noche, a su apartamento en la urbanización Las Mesetas de Santa Rosa de Lima, al este de Caracas.
Más de 1000 días pasó entre aquellas cuatro paredes, hasta que escapó de su cárcel con los albores del viernes 17 de noviembre. Tras su huida, efectivos del Sebin allanaron el hogar del opositor Caracas ese mismo viernes, como ya lo anunciaba desde Madrid Mitzy de Ledezma, adelantándose a cualquier resultado: «allí no hay nada, si muestran algo irregular es sembrado», dijo a Radio Caracol de Colombia. “El apartamento está invadido por el Sebin y no se permite el acceso al inmueble a familiares ni amigos. No hay ningún tribunal que haya dictado una medida cautelar para eso. Todo es hermético”, asegura Joel García, abogado del caso de Antonio Ledezma.
Además, cayeron bajo la justicia venezolana personas relacionadas con la seguridad del edificio donde vivía. Junto al vigilante Atencia, fueron apresados Nelson Teixera, quien es dueño de la empresa que presta el servicio de cámaras de seguridad en las residencias; Ignacio Benítez, presidente de la junta de condominio; y Frank Borges, el conserje. Todos fueron liberados este 22 de noviembre sin cargos.
De acuerdo con el experto en Derecho Penal se supone que fueron retenidos en calidad de testigos, “pero ningún testigo pasa 72 horas dando declaraciones sin ser presentado en tribunales”. Son personas que penden de un hilo ante la incertidumbre. Estuvieron encerrados en El Helicoide, sede del Sebin, informa el abogado García, y continúa: “Buscaban cómo sacarles que financiaron la ayuda para ponerles ‘asociación para delinquir’ y privarlos de libertad. Todo esto es violatorio de los derechos humanos, como lo ha venido haciendo siempre el gobierno”.
Dentro y fuera
El control de la policía política del gobierno de Maduro traspasa las fronteras invisibles de la urbanización de clase media alta. Cuando fue detenido en 2015, Ledezma dejó a un lado la alcaldía mayor del Distrito Metropolitano de Caracas, cargo para el que fue electo en las elecciones municipales de 2013 por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ganándole a Ernesto Villegas, hoy ministro de Cultura. Helen Fernández, directora general de la alcaldía cuando regía Ledezma, asumió entonces las riendas del despacho como alcaldesa mayor encargada hasta el 22 de noviembre cuando fue designado el concejal Alí Mansour en el cargo, por decisión del Cabildo que declaró la ausencia absoluta de Ledezma.
A días del escape del líder y fundador de Alianza Bravo Pueblo (ABP), Fernández vio cómo un “psicoterror” se coló por los pasillos de la institución que encabeza. Lo define como una situación tensa entre los trabajadores, que rondan la cifra de 5 mil empleados. Los rumores de “ahora vienen por ti” abundan después del apresamiento de cuatro trabajadores: Carlos Luna, director de seguridad de la alcaldía hasta hace año y medio; Elizabeth Cárdenas, exdirectora de protocolo quien acumulaba años trabajando con el alcalde mayor; Carmen Catalina Andarcia, gerente de finanzas; y Simón Zorrilla, quien pertenecía al área administrativa de la Dirección de Seguridad. De ellos, Andarcia aún la mantienen presa en El Helicoide a donde terminó acompañándola otro detenido, en este caso del 23 de noviembre: Gabriel Mature, director de Talento Humano de la Alcaldía Metropolitana.
“Tienen el mismo vínculo con Ledezma que pudieron tener conmigo: una relación laboral como cualquier otra. Si a mí como alcaldesa encargada me contaba hacer contacto con alcalde, porque me costaba muchísimo, ¿cómo vamos a pensar que esa gente tenía acceso a él estando preso?”, se pregunta Fernández.
Afirma que se mantiene calmada en su oficina “despachando” como si fuera un día cualquiera. Cree que con su actitud puede influir en la tensión que abunda entre los empleados. Incluso a sabiendas de que el alcalde mayor está en el exilio y que ya 8 personas han sido detenidas de forma arbitraria a raíz de ello. “El que no la debe no la teme. Sé que estamos en una dictadura, pero soy una persona tranquila y con eso no van a poder desencajarme”, ratifica.
“No sabemos si informaron el motivo de su detención, pero sí sabemos que lo están relacionando”, asegura el abogado García. Mientras los casos de los supuestos implicados están andando, el status jurídico de Ledezma se paralizó. “Es una causa que debe separarse de la anterior, que no puede continuar hasta que no se ponga a derecho o sea capturado. Ahora debe iniciar una nueva causa por evasión”, presume el experto en Derecho Penal. Sin embargo, García no conoce la existencia del expediente.
Por partida triple
La incertidumbre no solo se regó en su residencia y su lugar de trabajo. En la sede de Alianza Bravo Pueblo (ABP) también se sienten los coletazos. El partido político nació como una separación de Acción Democrática en el año 2000. Ledezma fue su líder y miembro fundador. El diputado Richard Blanco, actual presidente de la tolda, afirma sufrir un acoso permanente que se incrementó con la llegada de Ledezma al exilio. “Se paran unidades del Sebin frente a la sede del partido y frente a mi casa. Ya es normal. Sabíamos que eso podía ocurrir cuando tenemos un régimen como el que tenemos”, confiesa Blanco.
Como la alcaldesa mayor encargada del Distrito Metropolitano de Caracas, el diputado toma sus propias previsiones ante el hostigamiento policial y las llamadas sin interlocutor. Asegura que Fernández, el diputado Edwin Luzardo –también miembro del partido ABP- y él son quienes más sufren las consecuencias. Pero no reprochan la decisión tomada: “Es una decisión personalísima de Ledezma que apoyamos 100% todos”.
Burlar la seguridad estatal fue tema de chiste para Maduro. Durante un acto para impulsar la Gran Misión Justicia Socialista, transmitido el 17 de noviembre, el gobernante corroboró lo evidente, entre risas: “Hoy se nos escapó Antonio Ledezma”, y continuó asemejándolo con uno de los personajes de la serie estadounidense The Munsters: “Se va el vampiro protegido, dicen que pa’ España a vivir la gran vida, compadre, a ir a tomar vino en la Gran Vía. Felicidad, Antonio Ledezma. Quedó pendiente lo que tú sabes”.
La vigilancia de algunos presos políticos se agudizó a días de que el alcalde mayor respirara aires de libertad en España. Bony Pertíñez, esposa del comisario de la extinta Policía Metropolitana de Caracas Iván Simonovis, publicó en su Instagram un video que muestra cómo a su esposo le pusieron un dispositivo de geolocalización en el tobillo izquierdo. “¿Le molesta o algo?”, pregunta una de las personas que estaban en su casa para ponerle el llamado “grillete” electrónico. “De bolas que me molesta. ¿No me va a molestar?”, suelta Simonovis.
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El dispositivo es similar al que porta Leopoldo López, líder de Voluntad Popular bajo arresto domiciliario. Es otro de los peces gordos de la oposición, reconocido como un preso político por mismos funcionarios del Estado. El 20 de noviembre, Juan Peraza, reportero gráfico de La Patilla, debía constatar si la seguridad policial que rodeaba la residencia de López había aumentado, especialmente luego del “efecto” Ledezma. Sin conocer a ciencia cierta cómo se encontraba el sitio antes del hecho, Peraza se encontró a las 11:30 de la mañana con tres camionetas negras marca Chery identificadas con las siglas Sebin –dos estacionadas frente a la casa del político y otra patrullando la zona.
Con las camionetas, halló a tres funcionarios con armas largas que llegaron a él apenas bajó la cámara después de fotografiar el área. “Me revisaron la cámara y el teléfono. Eso fue entre 20 y 40 minutos. Llamaron al supervisor, que decidió que tenían que llevarme al Helicoide. No entendí por qué. Estaba claro que no estaba cometiendo ningún delito. Estaba haciendo mi trabajo y ya”, argumenta Peraza.
Una vez en la sede del Sebin, le tomaron los datos personales, huellas, hasta la “típica foto de perfil como el típico preso”, agrega. El reportero gráfico de La Patilla cuenta que pasó más de cuatro horas en una oficina de inteligencia “literal haciendo nada, ni me interrogaron”. Con la mente fría, relaciona su detención arbitraria con la huida de Ledezma: “Supongo que tenía que ver con eso. Se les pasó por las narices un peso muy pesado y querían evitar que otro se les escapara. Yo fui el primer bolsa que pasó por ahí”.
El 21 de noviembre, la esposa de López, Lilian Tintori, denunció que la seguridad del Sebin en su casa fue reforzada y que los funcionarios impedían incluso el acceso a familiares directos. «Cada vez que suena la puerta, tememos que pueda ser para llevárselo» de nuevo a la cárcel, afirmó en rueda de prensa.
El destierro a España de Lorent Saleh, luego de cuatro años encerrado en el Sebin, termina un período de injusticia, violación a las leyes y silencios. La justificación esgrimida por el gobierno para abrirle la celda no se soporta en la realidad, especialmente porque retrata eventos de hace más de tres años. No es casual que el destino del exilio haya sido Madrid. Allí puede estar la clave
Aunque la versión oficial declara que Fernando Albán se suicidó, las dudas sobre la muerte del concejal se avivan conforme pasan los días. Quienes han sido encarcelados en La Tumba o El Helicoide ponen en tela de juicio las afirmaciones de Tarek William Saab. Ya ha pasado antes: es posible morir bajo la custodia del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin)
El último recuerdo antes de la partida final, de la emigración, no fue la fotografía sobre el Cruz-Diez de Maiquetía. Tampoco el abrazo con la familia. Fue la amenaza del Sebin de “joderte” si comprobaban que un periodista era uno de los solicitados por supuestamente atentar contra Nicolás Maduro