Salud

Venezuela perdió la guerra epidemiológica (+mapa)

Traspasar las fronteras estadales representa riesgos para la salud del venezolano. Ya sea por las condiciones geográficas de la provincia o la presencia allí inevitable de los transmisores, las enfermedades se convirtieron en el común denominador en el territorio nacional. Mientras el Ministerio de Salud se reserva número de casos actualizados; instituciones universitarias, nacionales y hasta internacionales dan la batalla contra la desinformación

Portada: Andrea Tosta | Mapa interactivo e infografías: Ainhoa Salas
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La propagación de enfermedades asusta cuando resurgen las que una vez estuvieron erradicadas. En Venezuela, además, sucede en el marco del desconocimiento de cifras actualizadas del Ministerio de Salud, de la escasez de insumos para tratamientos y de fallas de políticas públicas para atacarlas.

Sin embargo, mediante fuentes independientes, académicas y de especialistas es posible construir un mapa que muestra cómo las epidemias se esparcen por distintos estados del país, con la información más específica disponible, así como razones a tener en cuenta para prevenir contagios.

La enfermedad producida por una bacteria llamada Corynebacterium diphtheriae puede causar la muerte entre 10 y 50 por ciento de los casos. El fallecimiento de Johagelys Ochoa, de apenas dos años de edad, comprobó nuevamente su letalidad. Con su deceso se acumulan 23 registros contabilizados hasta el 10 de octubre pasado. Para la ministra de Salud, Luisana Melo, “no es cierto lo de las 23 muertes. La difteria es un tema regional solo en el estado Bolívar”. Así lo afirmó el 11 de noviembre desde Caracas, en una asamblea popular para dar a conocer el presupuesto del sector salud para 2017. Fue la primera vez que se refirió al brote epidemiológico: «Solo se han confirmado cuatro casos. Dos de ellos fallecieron». Ángel Melchor, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud, también desconoció su existencia: «En el territorio bolivarense aún no se ha comprobado casos de difteria», afirmó el 4 de noviembre, mismo día en que Rangel Gómez se contradijo al declarar que «científicamente no se ha comprobado ningún caso de difteria». Pa’lante y pa’trás.

Sin embargo, la enfermedad parece haberse propagado al norte del país. El diputado opositor José Manuel Olivares denunció el 10 de octubre en Globovisión brotes en tres estados más: “Tenemos un caso de difteria en Sucre, una niña de 14 años de edad que murió. Hay un caso sospechoso en el Hospital Militar de Caracas y otro en Nueva Esparta”, afirmó el también médico egresado de la Universidad Central de Venezuela, mientras pedía a las autoridades del Gobierno nacional dejar a un lado las diferencias y atender la crisis de salud actual.

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El epidemiólogo Julio Castro afirma en el artículo Muertes por difteria en Venezuela: ¿qué está pasando y por qué? que existe la posibilidad de que no se haya vacunado al número necesario de personas para activar la barrera epidemiológica. La vacuna para prevenirla es conocida como DPT (por las iniciales de difteria, pertusis y tétanos), la cual tiene una efectividad mayor al 95%. De acuerdo con Correo del Caroní, se presenciaron intentos fallidos de hasta tres días para vacunarse contra la enfermedad en Puerto Ordaz.

La realidad del estado Bolívar preocupa, escandaliza, y los brotes epidemiológicos se normalizan en el país ante la falta de políticas públicas para su ataque temprano. Al igual que la difteria, la tuberculosis germinó esta vez en las cárceles venezolanas por la insalubridad y el hacinamiento. 10 reclusos de la Penitenciaria General de Venezuela, en San Juan de los Morros, fallecieron por la enfermedad, según reseñó El Nacional, mientras que otros 27 afectados graves fueron trasladados al hospital Israel Ranuárez Balza para recibir tratamiento.

Para la cúpula gubernamental, ni los decesos ni los afectados son motivo de alarma. Las últimas cifras oficiales de tuberculosis que emitió el Ministerio de Salud son las del Boletín Epidemiológico correspondiente a noviembre de 2014: 2.750 casos registrados hasta ese momento en el año, sin especificar cuántos por estado. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) contabilizó 7.278 en 2015, que equivale a un aumento de 62,21% anual.

La malaria también causa estragos nuevamente en Venezuela, después de haberse erradicado en el territorio hace más de 50 años. Fue el primer país de Latinoamérica para entonces, en 1961, en estar libre de la enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el Laboratorio de Malaria de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el doctor y profesor universitario Oscar Noya recopila casos de distintas regiones ante el silencio oficial. “Tenemos los peores indicadores de malaria gracias a distintos repuntes. El primero se dio cuando comenzó la actividad minera ilegal en las zonas selváticas. Desde 1999 se mantiene una curva ascendente sostenida, producto del debilitamiento de la vigilancia epidemiológica”.

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Ante la desaparición paulatina de centros de atención regionales y comunales, Noya recuerda haberle advertido a Gilberto Rodríguez Ochoa, el ministro de Salud para a comienzos del gobierno de Hugo Chávez, sobre las consecuencias del segundo brote ascendente a finales del siglo pasado. Había más enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria, el dengue, la leishmaniasis. “No tomaron en cuenta las consideraciones y tenemos la situación que vemos ahora: criaderos de mosquitos en las áreas donde se ha devastado la naturaleza para buscar oro. Son remotas, de difícil acceso y, por tanto, de tratamiento. Por su ubicación, la propagación es difícil de controlar”.

Entre 90 y 95 por ciento de los casos de malaria en Venezuela se ubican en Bolívar y Amazonas, afirma Noya. Igual sucede con otros males transmitidos por vectores como el mosquito Aedes Aegypti, el llamado «patas blancas». Por sus características selváticas y el difícil acceso a comunidades indígenas para atacar la enfermedad, los estados son azotados por el zika, chikungunya y dengue.

Pero el zancudo no atiende a fronteras ni peajes, sino que causa estragos en 10 estados más. De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Salud (OVS), en 2012 el Ministerio de Salud reportó 51.050 casos de malaria en el país. En 2013 la cifra se elevó a 78.643. En 2014 llegó a 89.822; y el año pasado finalizó con 136.402. A pocos días de finalizar el octavo mes del año ya los registros superan el total de 2015: van 148.670 casos contabilizados según cifras oficiales no divulgadas, explica el OVS en su página web. Para el término de 2016, Noya estima entre 225 y 250 mil casos de infectados con malaria, de los cuales le quita la carga a los países vecinos: “Son muy pocos los casos ‘importados’ de Guayana y Brasil, no llegan ni al 1%”.

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El Ministerio de Salud se mantiene en silencio y desde noviembre de 2014 no publica información epidemiológica nacional. Un Boletín Epidemiológico actualizado en 2015 aclararía algunas dudas sobre la propagación de las recién implantadas zika y chikungunya, que ya tenía casos en 2014 no reflejados en el documento oficial. Sin embargo, sí admitió la persistencia del dengue en todo el país, con 78.216 casos totalizados hasta noviembre de ese año, donde despuntan Zulia, Miranda y Distrito Capital como las entidades con mayor incidencia.

Otra fuente de información son la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que sí reciben datos oficiales por parte del Estado venezolano. Según el Zika – Epidemiological Update 2016 de la OPS, Venezuela registra 16.942 casos sospechosos de la enfermedad este año.

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La Red Defendamos la Epidemiología Nacional y la Sociedad Venezolana de Salud Pública se ha encargado de dar luz ante el oscurantismo oficial con los recientes brotes: para junio de 2015, registró 13.128 personas con chikungunya en todo el país; siempre usando datos extraoficiales. Instituciones como el Instituto de Medicina Tropical de la UCV y epidemiólogos también suplen la función estadal. Así sucede con el mal de chagas, que ha alcanzado 18 casos contabilizados en el país hasta julio de este año, de acuerdo con las cifras ucevistas. En el caso de la fiebre hemorrágica, “que puede llegar a eliminar familias enteras en Portuguesa, por ejemplo, por la falta de higiene al consumir alimentos cosechados. Allí hay una epidemia que pareciera que no importa”, explica la doctora Herminda Duque, quien lo presencia a diario en el estado vecino. En el Instituto Diagnostico Varyna, en Barinas, atiende la fiebre que azota en distintos puntos del país.

Ni las alertas internacionales, ni los reportes de instituciones del país hacen mella en la propagación. Los brotes epidemiológicos se perfilan cada vez más cuantiosos y en más estados. El contraste de cifras oficiales, extraoficiales y las razones de la expansión de 9 enfermedades en Venezuela dan fe de ello.

Difteria

Malaria

Chikungunya

Zika

Tuberculosis

Dengue

Mal-de-Chagas

Leishmaniasis

Fiebre-Hemorrágica

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