Dicha condición afecta a los venezolanos desde hace aproximadamente 10 años, cuando el racionamiento de agua empezó a dar sus primeros pasos que, entonces, el gobierno nacional adjudicó a la sequía y al fenómeno natural El Niño. Con el paso del tiempo la crisis empeoró, y los apagones desatados en el mes de marzo no solo disiparon las luces de los hogares venezolanos, también apagaron los motores de las represas y subestaciones que bombean y distribuyen el agua a todo el territorio nacional.
El estándar internacional habla de una procura debida por persona de 250 litros diarios. La medida está asumida por el Estado venezolana como un mandato, pues la gaceta sanitaria No. 4.044 del Ministerio de Salud publicada en 1988, y aún vigente, indica que en el medio urbano se deben proporcionar 250 litros de agua al día por habitante y en el rural 150 litros. Para 1988, los caraqueños recibían hasta 400 litros al día. Un tiempo pasado y ya olvidado.
Aunque la electricidad “volvió”, el agua no salió de los grifos por días. Y, como si se tratara de un estudio de la teoría de Charles Darwin sobre “la supervivencia del más apto”, cientos de venezolanos salieron a las calles a buscar un quiebre en la tierra del que brotara líquido. No importaba la procedencia, solo querían agua.
Imágenes de ciudadanos sacando agua de alcantarillas y tuberías rotas de alguna calle se hicieron virales en las redes sociales. En Caracas hasta al cauce del río Guaire, principal vía fluvial del valle de la ciudad y desagüe de las aguas residuales de la capital, fueron a parar aquellos que necesitaban más de una gota. Así, las alarmas se encendieron entre los expertos en salubridad puesto que, aunque para muchos el agua que emergía de túneles o cañerías estaba limpia porque «se ve transparente», en realidad no existen garantías de que aquellas fueran realmente un líquido apto para el consumo.
Especialistas expresan que existen dos tipos de aguas blancas: para consumo humano, potabilizada y filtrada; y el agua blanca servida, líquido que es utilizado y lleva consigo una serie de desechos orgánicos al momento de ser botado. Esa segunda se traslada por tuberías distintas a la de aguas blancas de consumo y termina yendo a reservorios que son cañerías y cae en el rio Guaire. Pese a que no se ve sucia, está contaminada.
El uso de aguas servidas puede ser letal. En ellas existen microorganismos y bacterias vivas que afectan a la salud y generan enfermedades hídricas, principalmente cuadros diarreicos agudos. José Félix Oletta explica que “en los últimos años hemos visto un aumento en diarreas”, específicamente desde hace tres años cuando dejó de vacunarse contra el “rotavirus”. “Aumenta en proporción de la medida en que el agua no es tratada. Tenemos esas alertas tanto por el aumento de diarreas como el aumento del virus de hepatitis A; de este hay un incremento significativo del número de casos entre 2013 y 2016. Actualmente no hay cifras oficiales, pero sabemos que entre 2017 y 2018 el número de casos se multiplicó en relación de años anteriores. En el primer trimestre del año tenemos no menos de 8 o 9 estados que han reportado casos de hepatitis A con número exagerados”, indica Oletta.
Por su parte, Rafael Orihuela, especialista en medicina tropical y también exministro de Sanidad y Asistencia Social, añade que la exposición a aguas blancas servidas y aguas negras puede generar enfermedades “de todo lo que es de origen bacteriano: salmonella, shigella y un centenar de bacterias que producen diarrea y disentería”, una enfermedad que produce la inflamación y ulceración del intestino grueso provocando fiebre, dolor abdominal y diarrea con deposiciones de mucosidades y sangre. Asimismo, el médico no descarta la posibilidad de una leptospirosis, una infección que se contrae con el contacto de aguas con orina de animales, específicamente las ratas. La leptospirosis se manifiesta como un cuadro gripal con fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y malestar general, pero no atenderla puede ser letal. “Es la clásica enfermedad de las inundaciones; el hecho de que tengas muchas personas caminando y chapoteando aguas por el canal de El Guaire es casi sinónimo de que se contagien con ella; es una enfermedad grave que puede matar”.
Susana Raffalli, nutricionista y vocera de la organización de promoción y asistencia social Cáritas de Venezuela, añade que el contacto con aguas blancas servidas o de cañerías puede producir el contagio de esquistosomiasis, una enfermedad parasitaria aguda y crónica causada por duelas sanguíneas y que puede afectar de forma intestinal y urogenital, produciendo dolor abdominal, diarrea y sangre en las heces o en la orina, fibrosis de la vejiga y los uréteres, así como lesiones renales.
Todas esas patologías actualmente no solo podrían contraerse por el contacto con aguas servidas; las aguas blancas -insisten los expertos- no están libres de pecado.
“El agua para consumo humano (beber o aseo) es un agua tratada y preparada para que pueda ser utilizada con seguridad. Debe satisfacer una serie de condiciones básicas para que no produzca daños”, agrega Oletta. Sin embargo, el exministro alega que el agua que llega a los hogares de los venezolanos no cuenta con el tratamiento adecuado para ser 100% potable.
La limpieza del líquido demanda una serie de mecanismos de filtración para ser llamada aguas blancas y que sea apta para para consumo humano; es decir, tanto para ingerirla como para usarla en el aseo personal, cocina y limpieza del hogar. La misma necesita “sulfato de aluminio para tratar el agua, procesarla y separarla de impurezas. (…) Requiere también un sistema de filtros importantes y las plantas potabilizadoras tienen muchas fallas para cumplir todos los pasos necesarios para separar esa materia orgánica”. Oletta enfatiza que en el país no hay producción del mineral ni tampoco de cloro, necesario también para la desinfección del agua.
Ante aquella circunstancia, Rafael Orihuela expone que “todas las aguas (de Venezuela) están contaminadas, comprometidas. No podemos decir que tenemos un reservorio de aguas blancas para consumo humano protegido” debido a que en el país los sistemas de tratamiento de agua y la limpieza de la misma está “en absoluto abandono hace más de 10 o 15 años”.
Orihuela afirma que los sistemas Tuy II, III, IV, Turmero, Camatagua, y La Pereza se han contaminado con el tiempo y no hay garantías de que el agua se encuentre estéril. “Hay un sistema que debe tratarse integralmente y el descuido es gigantesco”. Además, no basta solamente con tratar el agua desde las represas o subestaciones, también debe existir el mantenimiento en las tuberías que sirven de canal de distribución hasta su destino. “Donde está reservada hay que tratarla porque hay bacterias y gérmenes. Eso se hace con muchos defectos y muchas fallas. El tratamiento de las represas, sobre todo las que rodean a Caracas, están llenas de monte, musgo verde, están sumamente contaminadas”.
A su vez, un estudio elaborado por el doctor José Félix Oletta titulado El deterioro del derecho al acceso de agua potable en Venezuela, informa que los embalses que abastecen Caracas, Maracay, Valencia y otras poblaciones de la cuenca del lago de Valencia, y San Felipe “están severamente contaminados y comprometen la calidad del agua cruda, las plantas potabilizadoras no tienen la capacidad para transformarla en agua segura, con una calidad tal que pueda ser consumida”.
El informe también devela que el agua que se distribuye a la población venezolana “contiene trihalometanos y otras sustancias potencialmente tóxicas, como consecuencia de la sobredosificación de cloro y de uso de exceso de aluminio, en el intento de mejorar la calidad del agua”, violando el marco legal que regula y garantiza la cantidad del recurso hídrico en el país, primariamente el artículo 36 de la Ley Orgánica para la Prestación de los Servicios de Agua Potable y Saneamiento, publicada en Gaceta Oficial N° 5.568 Extraordinario, de fecha 31 de diciembre de 2001, el cual dictamina que “los servicios de Agua Potable y de Saneamiento deberán ser prestados en condiciones que garanticen su calidad, generalidad y costo eficiente. Los prestadores de los servicios deberán garantizar la calidad de los mismos, de acuerdo a las normas dictadas por la Superintendencia Nacional de los Servicios de Agua Potable y de Saneamiento, y según las disposiciones del correspondiente contrato o de la ordenanza respectiva, sin perjuicio de la acción fiscalizadora de la Superintendencia Nacional de los Servicios de Agua Potable y de Saneamiento y de los municipios con atribuciones de control sobre los servicios”.
En 2002 el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las Naciones Unidas promulgó la Observación General Nº15, cuyo artículo 1 establece que «el derecho humano al agua es indispensable para una vida humana digna», así como también especifica que la disposición del líquido para su consumo debe ser “suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible” para su uso personal y doméstico. Ocho años más tarde, en julio de 2010, la ONU reconoció “al agua potable y el saneamiento como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”. El Estado venezolano no garantiza ninguno de estos.
Duda y acertarás
Susana Raffalli indica que “las posibles soluciones para contener una contaminación del agua están abolidas, los actores humanitarios que podrían frenar un brote de cólera, por ejemplo, no tienen agua, los dispensarios y hospitales no tienen suficientes salas de rehidratación. Una cosa afecta a la otra y la emergencia sanitaria puede alcanzar un nivel incontrolable de letalidad en un corto plazo”.
La experta insiste en que, ante las condiciones actuales, “nunca se debe tener la certeza de que el agua está limpia” y hace un llamado de atención a los venezolanos para estar alertas: “un agua que no conozcas el origen, ya sea del botellón de agua o de una tubería, no se puede dar por hecho de que está limpia. Ni el agua de la cisterna, ni el agua de la montaña o quebrada”.
Ante las imágenes de personas tomando aguas de las laderas del Guaire, producto de quebradas, el canal estatal Telesur publicó unos tuits «aclarando» que no se trataba de aguas negras sino de torrentes naturales. El mensaje desinforma sobre la calidad del líquido pues, como dicen los especialistas, el agua que proviene de “fuentes superficiales”, como un manantial en una montaña como el Ávila, se desconoce si hay algún agente que durante su trayecto desde la fuente natural (no potable) hasta el punto de recolección pueda haberla contaminado.
José Félix Oletta recomienda que toda agua que se pretenda consumir, bien sea para beber o para aseo, debe “ser filtrada a través de telas; una vez que se filtre lo ideal es sedimentarla y la parte de abajo que se use para correr el agua del baño, pero no para consumo personal ni para bañarse. Si la vas a usar para tomarla, tienes que hervirla y basta con 2 o 3 minutos (desde que llega el punto de ebullición) para eliminar más del 95% de las bacterias y los virus”.
En caso de que se tenga dudas sobre la limpieza del agua luego de hervirla, Oletta aconseja agregarle al líquido cloro hipoclorito de sodio. “Ese es el cloro doméstico que se consigue”, sin aromas ni componentes jabonosos. “Habitualmente está entre 3,5 a 5%. Si se va a usar, necesitas una gota por litro, en media hora eso se mezcla adecuadamente con el agua y está lista para ser tomada”.
Hay que educar
El exministro de Sanidad y Asistencia Social José Félix Oletta insta a las ONG y principalmente al Estado a realizar campañas que eduquen a la población sobre el uso del agua y el resguardo correcto de la misma. “No puede ser que el ministro no hable, que el gobierno no oriente a la población de cómo consumir el agua. Nadie debe estar metido en el cauce del río Guaire, debe haber una prohibición absoluta de recoger aguas cloacales porque es una exposición de riesgo muy alto”.
Educar, orientar, informar y “pre-ve-nir”, alega el exministro, son pasos valiosos para evitar epidemias de enfermedades en la población venezolana ante la contaminación del agua. “Tan sencillo que es prevenir si se educa a las personas con campañas. El Gobierno tiene una hegemonía comunicacional, que la use entonces para eso”. Atrás quedaron los tiempos en que esos contenidos se vieron en las pantallas de la televisión o se escucharon en las radios.
Cerrar los depósitos de agua herméticamente ante los racionamientos también es importante. El galeno recuerda que dejar los mismos sin protección traen como consecuencia que el agua se contamine, se llene de larvas y de mosquitos, específicamente el patas blancas, “y ahí está el segundo grupo de enfermedades que son trasmitidas por vectores: dengue, chikunguya y zika de nuevo”.